Otoño 7- Quien espera para siempre de todos modos.

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-Mi señor.

Un enano apareció en la puerta, estaba muy agitado.

-Pasa.

-Mi señor, los kelpies rodearon el bosque, las ninfas están peleando con valor, pero me temo que son demasiados, si no hacemos algo pronto tomarán el árbol y llegaran a la mina.

Floki tembló de ira al escuchar aquello.

-Mi señor, creo que debemos ir a ayudar.

El rey lo pensó mientras acariciaba su barba blanca, tenían razón debían darse prisa o las ninfas perderían el árbol.

-¿Qué está haciendo la señora madre?

-Ella está usando todos sus poderes y habilidades para derrotarlos.

-Mi señor no debemos perder tiempo.

Athair le miró frunciendo el seño, pero Floki no se acobardo, el rey comprendió entonces por que era más urgente para el que para cualquier otro enano que se enviara ayuda.

-Su alteza estoy de acuerdo debemos ir a ayudarlas.

Se había acercado un enano de cabellos rubios y rizados con preocupación en sus ojos azules, el rey suspiró pesadamente mientras asentía.

-Comprendo la razón de su apuro por ayudar a las ninfas: Floki y Draoidh. Pero no puedo llevar a los nuestros a combatir así como así. Los necesito aquí para proteger nuestras tierras y luchar por las minas.. ¿Qué haremos si se adueñan de wind rose?

Floki hizo una reverencia y salió furioso de ahí. Athair se llevó una mano a la frente y negó con la cabeza.

-Con su permiso mi señor.

Draoidh se retiró con la mirada en el suelo, de verdad quería ir y ayudar a la que consideraba su cielo estrellado, caminaba cabizbajo murmurando el nombre de Emerald y deseando que estuviera donde estuviera se encontrará bien.

Caminaba cerca de una columna cuando una mano le sujeto del pecho de la camisa y lo jaló.

-¡Mi señor!

-¡Ahora que!

-¡Es que..!

-¡Dilo ahora o déjanos en paz!

-¡Son esos dos, se fueron y se llevaron dos de nuestros Luath!

-¿Los castigamos?

-No.. a ellos les mueve el amor y esa es una fuerza mayor que la de todos los ejércitos de Futha el reino de los enanos o mayor aún.. más grande que toda la tierra de Oyneng yar.

Un silencio reinaba el lugar, una campana se escuchó dejando el eco como pisadas en la arena, el viento le hacía compañía, mientras la niebla blanca y espesa cubría sus pies. A lo lejos un gallo canto, pero el ruido no parecía provenir de un animal seguido de eso un cuerno sonó.

Se sentía extraño como si fuera el final de algo importante, solo que aún no sabía que exactamente.

Gealach llevaba un ramo de flores y los dejó en el árbol, la vió desde lejos, había estado llorando, aún no sabía la razón de sus lágrimas y no quería empeorar las cosas si le preguntaba. Así que solo fingía no verla y esperar a que ella tomara la iniciativa de contarle lo que le sucedía.

Ella se acercaba, Once ler se dio cuenta y entró rápidamente a la casa, pera que ella no notará que la había espiado.

-Buenos días, cielo.

La ninfa sonrió simulando estar alegre.

-Buenos días, traje manzanas.

-Que bueno, por qué se acabaron las que habías traído hace poco.

La doncella en el árbolWhere stories live. Discover now