Verano 4- Allegro non molto

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-¿Qué te sucede?
-Na... nada déjalo.
Ella le tocó el hombro, ya tenía dos días en los que estaba distante.
-Vamos, cuéntamelo, tal vez pueda ayudarte.
Gealach estaba sentada en el sofá a un lado de Once ler, el no había querido salir de su casa esa mañana así que ella tuvo que ir a verle. Estaba preocupada por si hubiera pasado lo mismo de la vez anterior.
El pensó un momento en si sería una buena idea platicar lo que había soñado la noche después de la celebración.
-No, será mejor que te vayas.
Once ler se cubrió hasta la cabeza con una manta y se acostó en el sofá, Gealach sonrió, suspiró y se acercó a el.
-De acuerdo, te dejaré tranquilo.
La ninfa se retiró y un silencio se apoderó de la sala.
"¿Por donde habrá entrado, si yo no le abrí?, Claro la ventana estaba abierta"
Una voz se escuchó por la ventana, Once ler volvió a acostarse en el sofá y cubrió su cuerpo entero. Quería ir al encuentro con Gealach pero en su cabeza el recuerdo de ese mensaje no le dejaba hacerlo.
La ninfa seguía cantando, entonando la canción más hermosa que hubiera escuchado antes, seguía aguantando el impulso de querer salir.
Abrió la puerta y salió.
-Te contaré y tal vez me puedas decir que significa.
Ella sonrió y asintió con la cabeza. Entraron de nuevo, Gealach tomó asiento a su lado, apoyo sus codos sobre las piernas y descansó su cabeza en sus manos.
-Soñé algo extraño.
-¿Otra vez?
-Bueno dijiste que eso me ayudaría pero ayer volví a tener sueños raros.
La ninfa lo pensó un rato, luego recordó algo importante.
-Bueno.. podría ser normal. Una vez que festejas la luna y el sol de verano se suelen tener sueños con alguna revelación eso suele pasar la noche después de la celebración.
Once ler palideció ante lo que dijo Gealach.
-¿Qué sucede ahora?
-Es que.. no te conté lo que ví.
-Es verdad.. ¿Por qué no querías hablar conmigo?
Once ler respiró profundo armándose de valor para contestar esa pregunta.
-Estábamos en el bosque, estaba lleno de árboles, como se debería haber visto antes de la destrucción. Tú corrías muy lejos de mi yo te seguía, estábamos riendo, yo te llamaba pero tú no parabas.
Sentí miedo de perderte de vista, de pronto una mujer de vestido azul me detuvo, nunca la había visto, ella se puso frente a mi, se veía muy molesta.
"¡Vete, déjala en paz, ella ha sufrido bastante y no tiene tiempo para ti!, ¡Anda vete humano, ya has hecho mucho daño a otros y no la dañarás a ella ahora!"
Luego una luz muy fuerte me cegó y no pude ver bien por un rato.
Quise preguntar a qué se refería pero en ese momento ella se fue dejándome solo.
Gealach guardó silencio, luego con una leve sonrisa habló.
-¿Era alta y tenía una corona en la cabeza?
-Si, creo que si. También recuerdo sus ojos púrpuras sin pupilas
-Es nuestra ninfa madre.
-¿No dijiste que no tenías padres?
-Así es, no tenemos padres pero ella es lo más parecido a una. Es la ninfa del árbol donde las demás nos formamos, ella nos entrena y nos entrega la semilla de la cual nacerá nuestro árbol.
Once ler sintió miedo al saber quién era el ser que había visto en ese sueño.
-No tengas miedo, ella debe estar enojada, por qué seguramente se enteró de lo que había pasado aquí y de que yo me he convertido en tu amiga.
-Pero.. ¿Cómo se enteró?
-Los elementos todo hablan y nosotros todo escuchamos.
El se sonrojó de vergüenza al escuchar que todos los espíritus estaban enterados de sus malas acciones.
-No te preocupes, ella es como cualquier padre con sus hijos, lo más seguro es que este preocupada por mí.
-Pero, no quiero que esté enfadada conmigo.
-Esta bien, ella no puede hacerte nada, solo me hablara en sueños diciéndome que me aleje de ti o algo parecido.
-Es que no quiero meterte en problemas por mi culpa.
Ella se sintió conmovida por la respuesta tan sincera del joven.
-No, no me meteré en problemas. Porque voy a explicarle todo lo bueno que eres y le diré que estás arrepentido y que has hecho lo posible por buscar el perdón de los elementos.
-Pero eso no es del todo cierto.
Gealach arqueó una ceja sin saber a qué se refería.
-Es decir, solo lo intenté con el fuego.. ¿Y los demás?
-Ya lo intentaremos.
-Es que.. no entiendes.
Ella se levantó, lo tomó de los hombros y lo miro a los ojos.
-¿Qué es lo que me ocultas Once ler?
-Yo.. no lo sé supongo que estoy un poco harto.
Desvió la mirada de su rostro incapaz de poder revelar todo su resentimiento hacía el y hacia todos los humanos. Tal vez el era un poco como Gealach.
Ella tomó su barbilla, acarició su mejilla y le obligó a mirarlo a los ojos, tenía la preocupación pintada en su rostro.
-Estoy harto de tener que agradarle a mis padres, al mundo, a los elementos y ahora a los espíritus de la naturaleza.
Se levantó del sofá y caminó hasta la ventana. Posó sus manos en el marco de madera y bajo la cabeza pesadamente.
-No lo entenderías.
Hablo casi en un murmullo, Gealach se acercó a su lado y puso una mano en su hombro.
-Siempre con la presión de ser alguien.. alguien a quien los demás puedan mirar y admirar. Y.. ahora tengo que pedir perdón a todos. Solo quiero que todos ellos se vayan y me dejen en paz. Algún día me encerrare aquí y no dejaré que nadie pase.
-No, tu no lo has entendido del todo. No necesitas agradarle a todos ni siquiera a los elementos o a los espíritus. Busca agradarte tu y los demás verán eso en ti. No te encierres al contrario abre la puerta.
Perdónate y tal vez perdones a los demás, perdónate y tal vez perdones a tus padres, perdónate y tal vez.. tan solo talvez los elementos y los espíritus te perdonen.
-¿Perdonar, perdonar a quién a los estúpidos humanos que me compraron aún sabiendo lo que estaba causando aquí?
-¡Si a ellos!
-Nadie me va a perdonar esto es inútil.
-Yo ya te perdone.
El la vió con lágrimas en sus ojos, ella se acercó y los limpió con sus manos.
-Ven, tengo algo que decirte.
Ambos salieron al árbol, una vez que llegaron, ella se colocó encima de una raíz.
-Mira allá.
Once ler miró impresionado una pequeña mata que nacía de dónde se supone solo había tierra árida y sucia.
-Es..
-Si, esta comenzando a crecer. A veces la naturaleza también necesita de otros para hacerlo.
-No, ella no necesita de mi.
-Tal vez, si.
Once ler sonrió, un atisbo de esperanza se vislumbraba ahora, ella sonrió también al verlo feliz.
-Me alegro de no haber cortado ese árbol.
Gealach sintió que sus entrañas se removían al escuchar eso.
-El Lorax me prometió que me daría el rincón más apartado para que ningún humano pudiera verme.
-Hizo lo correcto.
-Si
-¿Cuántos años tiene este árbol?
-Las ninfas nacemos con la semilla, crecemos con el árbol y vivimos con el, ¿Cuántos años crees que tengo?
Once ler lo pensó un momento.
-¿Veinte años?
Ella sonrió.
-Dos mil años.
El se quedó pasmado al escucharla.
-No.. no puede ser... No pareces tan vieja. Debe ser genial ser inmortal.
Su rostro palideció no quería ser portadora de malas noticias. No quería decirle eso pero tal vez ya había llegado la hora de revelarlo.
-Entre los espíritus de la naturaleza existen seres inmortales por ejemplo el Lorax que es más viejo que el mundo mismo y otros son mortales como tú y el resto de seres vivos.
El la vió incrédulo.
-Pero.. si tienes dos mil años y te ves así.
-Así es yo soy mortal, pero longeva y soy eternamente joven. Nací con esta apariencia y así moriré. Pero vivo lo mismo que mi árbol. Si el muere yo también lo haré.
-Eso significa que.. si lo hubiera talado.. tu
-Yo hubiera muerto.
Hubo un corto lapso de silencio, Once ler sintió un frío recorrer su espalda al concebir una idea desagradable.
-¿Había más ninfas aquí aparte de ti?
-No, solo yo.
Once ler suspiró un poco aliviado, aún así la idea de perder a Gealach le horrorizaba. Pensar que podía perderla en cualquier momento.
-¿Cuánto vive un árbol?
-Puede vivir tanto como para contar las historia de la humanidad. Por ejemplo el de madre tiene lo mismo que el mundo además ella si es inmortal.
-Ya veo.
Gealach levantó su rostro, acarició lentamente sus pecas y mirando sus ojos azules dijo en un tono suave.
-Tengo algo que decirte, algo tan profundo y secreto que no puede ser escuchado ni siquiera por los cuervos.
Un suave y cálido viento acarició sus cabellos, sus mejillas encendidas combinaban con la luz que se filtraba por la copa del árbol. El ruido de la copa del árbol cuando la alborota el aire se asemejaba al tranquilo sonido del agua en el mar.
Acercó sus labios al oído del joven que estaba tan tenso que el mismo se creyó una vara enterrada en la tierra.
-Quiero agradecerte todo lo que has hecho por mi
-¿Qué he hecho yo por ti?
-Me has hecho confiar en los humanos, siempre creí que todos eran crueles, despiadados y egoístas.
-No te equivocas.. créeme.
-Así es, hay humanos tontos, crueles y avariciosos pero también los ahí los que están dispuestos a escuchar, aprender de sus errores y ayudar cuando se necesita.
Lo que voy a entregarte aquí y ahora es algo mucho más valioso que cualquier tesoro en la tierra.
Once ler tragó un poco de saliva, sus cuerpos estaban tan juntos que podían sentir la respiración del otro.
Sus alientos cálidos chocaban con el rostro del contrario.. estaban tan cerca.. tan cerca.. tan cerca
-Es la primera vez que hago esto, tómalo con amor y respeto. Por qué con esta acción me entrego a tu disposición. No necesitarás buscarme o gritar mi nombre para que yo aparezca y te ayude. Solo necesitarás susurrarlo y yo vendré.
Escucha bien y guardalo en lo más profundo de tu corazón.
Mi nombre, mi verdadero nombre es Gealach August.

La doncella en el árbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora