Verano 2- Il sole

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Ambos caminaban a lo largo de un riachuelo que había estado formándose desde el hogar de Gealach, las ramas y las raíces del árbol estaban creciendo cada vez más. Ganaban territorio y por consecuencia los cielos se abrían a su paso.
-¿Es hermoso cierto?
Once ler la miraba, la luz rosa se filtraba por entre la copa del árbol e iluminaba su rostro de ese color.
-Es lo más bello que he visto.
El suspiró, la pedrería roja de sus adornos brillaban al contacto con la luz del sol y su sonrisa era como un manantial de agua fresca.
-Estoy cansado.
Ella río al verlo.
-Vamos a sentarnos aquí.
Tomaron asiento del lado izquierdo la ninfa apoyaba su cabeza y del otro Once ler estaba sentado en la misma posición.
-¿Tú hiciste esto?
-¿Hacer que?
-Hacer crecer las plantas, el agua y limpiar el cielo.
Ella pensó antes de dar una respuesta.
-El árbol está mejor, eso le ayuda a extenderse más, en cuanto al cielo y la hierba es secundario a su salud. Yo hago mi trabajo y el hace su parte, somos una extensión del otro.
Los árboles ayudan a mantener el aire limpio y las plantas a su alrededor crecen sanas.
-Nunca creí que vería un tronco tan grueso en un árbol de trufula.
-Eso es porque es un árbol muy viejo.
-Hay algo que aún no me explico.
Gealach, suspiró estaba lista para responder cualquier pregunta
-¿Puedes hacer crecer los árboles?
-Ojala, pero así no funcionan las cosas.
-Entonces, ¿Cómo lo haces tú?
-Yo no hago crecer árboles con los que no conecto. Ni siquiera las plantas, ellas crecen por qué el árbol les ayuda a hacerlo.
La luz del sol llevo un calor agradable a sus rostros, Gealach estaba cerrando los ojos, cuando Once ler hizo otra pregunta.
-Algún día. Podría ser posible..que.. ¿Los árboles pudieran volver a crecer?
Su sueño se alejó tan rápido como había hablado, estaba esperando ese momento.
-Si, pero para que un árbol crezca debe alimentarse no solo de agua, viento, sol y los nutrientes de la tierra. Si a nadie le interesa un árbol, entonces este muere y jamás crecerá.
Una luz de esperanza se iluminó en sus ojos azules como el sol en la playa.
-¿Entonces puedo hacer que vuelvan a crecer? Yo estoy interesado en ellos.
Un silencio mortalmente largo se hizo presente, la respuesta era obvia.
-¿Gealach?
-Veremos que sucede más adelante, ya llegará el otoño y las semillas se esparcirán por todo el bosque. Ahora será más tardado ya que no hay animales que ayuden con esa tarea.
Once ler no pudo evitar sentirse mal por recordar que todo había sido su culpa, pero si el pudiera cambiar las cosas entonces ya no tendría que sentirse así nunca más.
-Si, así regresarían todos.. y me perdonarían.
- Aún, no lo entiendes, ¿Verdad?
-Si, yo arruine el hogar de todos, por eso se fueron y los elementos se enfadaron conmigo.
Gealach suspiró decepcionada.
-Ven conmigo.
Ella se levantó y Once ler la siguió, Salieron del lugar, alejándose del árbol y entrando al lado muerto.
Caminaron por dónde antes había un lago claro y limpio, transformado en aguas oscuras, con basura flotando en su superficie y gases que hacía que los ojos se te irritaran, con solo pasar cerca del lugar.
Miles de troncos cercenados, dejando apenas una pequeña pista de lo que antes fueron hermosos y extravagantes árboles.
Un cuervo se posó en el hombro de la ninfa, Once ler se asustó, estuvo a punto de espantarlo pero el animal le grazno amenazando con su pico.
Ella lo vió, y acarició su cuello de un negro azulado, mientras el ave movía su cabeza gustoso de recibir las caricias a de la joven.
-Los cuervos no han venido a hacer algún mal. Debes saber que las aves son amigas del viento y están aquí para vigilar todo lo que sucede. Cualquier acción tuya ya le ha sido notificada. Además sus graznidos son las quejas que el tiene que darte.
-Quieren asegurarse de dejar claro el mensaje, ¿eh?
Gealach asintió.
Siguieron, hasta que ella encontró algo en la tierra, se agachó a tomarlo, lo observó y se lo dio a Once ler.
-Es un clavo torcido, no se que tiene de raro.
-Los clavos son muy útiles pero un clavo torcido es visto como algo inservible, yo no lo creo así.
Yo pienso que con unos cuántos golpes puede enderezarse y seguir siendo funcional. Este clavo es como tú. Guárdalo y recuerda lo que te he dicho.
-¿Eso significa que vas a golpearme?
Ella río divertida.
-No, no en lo absoluto. Pero considero que ya te has golpeado lo suficiente como para ver qué estabas haciendo todo mal. Tal vez la vida te siga golpeado en el futuro y debes estar listo para saber en qué dirección debes enderezarte.
-Pero no lo entiendo todavía, yo quería superarme, ser mejor, ¿Qué hice mal?
- No puedo darte todas las respuestas, Once ler. No hay nada de malo en querer ser mejor, pero.. pregúntate: ¿Lo estoy haciendo bien?
-Sigo sin entender.
Ella tomó sus mejillas y lo hizo mirar atrás de el, la destrucción era espantosa.
-Esto sucedió por qué te interesó más el dinero, la fama, el prestigio y el reconocimiento de personas que al final no valieron la pena. Tú ambición te cegó, estos árboles, las plantas y hasta la hierba tienen vida. Tal vez no los escuches o los veas gritar, pero eso no significa que no estén vivos.
Once ler se sintió avergonzado, pensando en lo tonto que había sido. Se separó de Gealach, caminó un poco, se arrodilló y comenzó a llorar. Otros dos cuervos se posaron sobre ella y graznando movían sus cuellos amenazantes hacía el joven.
Ella se acercó a el, le tomó la barbilla y dejó que apoyara su cabeza en su pecho, ella sostuvo su cabeza, mientras cantaba para el y acariciaba sus suaves mejillas pecosas.
Once ler ponía un puño en su pecho, su labio temblaba y sus ojos siempre azules ahora lucían de un rojo que se confundía con su cabello.
-Ahora lo comprendes todo. Los humanos, los espíritus, los animales, las plantas y los elementos estamos conectados, lo que afecta a unos nos afecta a todos.
No temas de tomar de la naturaleza lo que necesites pero asegúrate de que sea lo necesario y siempre regresa algo de lo que tomaste. De esa forma ella se recupera también.
Cierra los ojos y escucha mi canción pues la música es la magia de las ninfas.
Once ler, escuchaba encantado, sintiendo que caía en un sueño profundo.
-Te voy a dar un regalo. Es algo tan sagrado para nosotras las ninfas como lo puede ser un juramento.
-¿Regalo?
-Cierra los ojos y deja que yo me encargue del resto.
Once ler obedeció sin chistar, de pronto sintió uno delicados labios sobre su frente, era la sensación más cálida que jamás hubiese sentido, incluso más que la de los rayos de sol.
Dejó de llorar, abrió los ojos mirándole sonriente, sus mejillas sonrosadas y las brillantes pupilas.
Era un beso, pero no cualquier beso, era uno que provenía de los labios fragantes de una ninfa.
Un regalo que apreciaría toda su vida.
-Este beso es un signo, ahora los animales, las plantas y otros espíritus sabrán que una ninfa ha puesto su confianza en ti y por lo tanto todos pueden estar seguros a tu lado. Ahora serás capaz de entender las raíces que nos conectan a todos. Incluyendo nos a ti y a mi.
Una vez más ella entonó dulces canciones de cuna, mientras estaban en medio de la nada, con un cielo gris sobre sus cabezas.
No había nada más.
Solo una pareja sentada en el suelo.

La doncella en el árbolHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin