Ciclo 1- Primavera

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Ese día terminaría el invierno, todo cambiaría y eso la incluía a ella, Once ler preparaba la comida en la cocina, estaba emocionado era la primera vez que no era solo el espectador en el festejo, si no que el era también parte del mismo.

Gealach por otra parte estaba preparando los ingredientes para el vino ceremonial, el procedimiento era un poco más difícil considerando que aún había mucha nieve cubriendo el suelo y que muchas plantas estaban dormidas bajó la tierra.

El viento comenzaba a ser más ligero y algo de calor ya comenzaba a sentirse en la piel y la nieve dejaba ver algo de hierba verde.

-¡Once ler!, ¿Estás listo?

-Si, ya está todo.

La ninfa le ofreció su mano.

-Vamos entonces.

Ambos corrían hacia el árbol, mientras reían alegres, llevando una cesta de mimbre llena de alimentos frescos, llevaban también ramos y coronas de rosas.

Gealach colocó pequeñas florecillas en el bolsillo de su chaleco y puso una corona en su cabeza, el deshizo el peinado que ella llevaba ese día, peinó su cabello con sus dedos y le colocó una corona a ella también.

-Te ves muy hermosa.

-Tu estás guapísimo.

Ella le tomó la barbilla y le dio un beso en la mejilla.

-Te amo muchísimo.

Se pusieron de pie, tomados de las manos frente al árbol, ofrecieron los ramos de flores como ofrendas, Gealach miró a Once ler, ya no era necesario hacer de traductora, el escuchaba a la perfección a elementos y árboles.

Un viento cálido se llevó el frío y jugueteaba con sus cabellos, ella quiso acariciar su rostro y el acarició el de ella.

-¿Comemos?

-Por favor, me muero de hambre.

De las cesta de la ninfa salió fruta picada y panecillos hechos de trigo y miel. De la cesta del joven salieron galletas dulces con flores que adornaban la parte superior

Todo era delicioso, el sabor de la primavera se derramaba sobre sus lenguas y el sol les rodeaba con sus cálidos rayos, cuando terminaron la comida, la ninfa se levantó.

-Empecemos ahora, debemos celebrar que el sol pronto llegará a su punto más alto.

Once ler asintió, encendió una fogata, se acercó y extendió su mano frente a la ninfa que le veía sonriente.

-¿Esta lista la señorita?

El joven hizo una reverencia, ella estaba sonrojada.

-Claro que si, señor.

Ella hizo una reverencia también, le dio la mano y ambos caminaron alrededor del árbol, su tronco aún estaba desnudo, el suelo aún era blanco y el frío aunque era menos, aún permanecía en los lugares más oscuros.

Se detuvieron cuando se encontraron en el mismo punto donde habían comenzado, la ninfa sacó de su bolso, la misma cinta con la que había sido su boda.

Gealach lo paso por debajo, arriba, y en medio de sus manos unidas, como si formara un infinito.

-Te protegeré, te amaré y cuidaré de ti hasta el final de los ciclos e incluso más allá de eso.. Lo juro.

Ambos dijeron al mismo tiempo, luego abrieron la botella, derramaron un poco en la tierra, se sirvieron en vasos, cruzaron sus brazos y bebieron del vino.

-Que los árboles sean testigos de nuestro juramento.

Once ler estaba fascinado con el sabor del vino, era algo muy suave pero delicioso, esa botella contenía un bosque con flores que se abren y dejan oler sus maravillosas fragancias.

-Esta delicioso.

-Muchas gracias.

Once ler besó la mejilla de la doncella, ella reía mientras sentía que el vino empezaba a hacer efecto.

La botella comenzó a vaciarse y con ello aumentaba el calor del momento. Gealach se levantó, jaloneó a Once ler y ambos bailaron alrededor del árbol.

-Estas demasiado ebria Gealach.

-Igual que tú Once ler.

-No, no es verdad.

Las risas se escuchaban por todos lados, el se levantó y tomó la corona de flores de la cabeza de la ninfa, ella le siguió, Once ler había mejorado mucho también en condición física, gracias al entrenamiento de Gealach.

Con cada paso de ellos dos el hielo comenzó a derretirse, las nubes se despejaban y los rayos de sol entraban triunfantes entregando su calor y su luz. Ambos cayeron y rodaron por el suelo, el pedazo de tierra donde cayeron empezó a cobrar vida, la hierba crecía, el lago se derritió haciendo crujir la capa de hielo que le cubría.

-Me gusta pensar que esto sucederá todos los años.

-Así será, ese es el ciclo. La primavera cuando la vida inicia, el verano, el otoño y llegas de nuevo a la muerte el invierno. Pero el caos es necesario para que la vida vuelva a iniciar.

-Ven, bailemos.

Ambos se tomaron de las manos y bailaron. Once ler tocaba su guitarra y ella cantaba todo comenzaba a llenarse de vida, las flores se abrían al compás de la música, los tulipanes que habían dormido se despertaban abriendo sus pétalos.

Las fragancias llenaban el aire, los colores alegraban la vista y el sol hacía que ambos brillarán como destellos mágicos.

Todos bailaban y cantaban también con los dos enamorados que daban vueltas tomados de las manos disfrutando del clima cambiante. El cabello de la ninfa había mudado de color y había vuelto a ser verde y su olor había cambiado de pino a rosas.

-Gealach y Grian

-Grian y Gealach

Todos aclamaba con jubiló al verlos juguetear.

-Ya viene, nuestra salvación está cerca.

Decía el único árbol de trufula mientras dejaba ver su copa rosada de nuevo.

-Mientras ambos estén juntos la vida brotará cada vez más

La doncella en el árbolWhere stories live. Discover now