Primavera 3- zarzas y secretos.

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Once ler caminó hasta quedar a mitad de la distancia entre el árbol y un montículo de tierra en dónde él se sentaba para comer, dejó un plato con galletas de chocolate que el mismo había horneado, luego regreso a su lugar.
Gealach se levantó recogió el plato y se sentó en una raíz, ambos comían en silencio, el ardía en deseos de hacer un montón de preguntas.
La joven lo miró curiosa, mordió una de las galletas y preguntó:
-¿Me tienes miedo, humano?
-No, no es como que arrojaras rocas a mi casa, rompieras los vidrios o me agredieras.
Respondió en tono sarcástico.
Ella rio, agitó su cabello y le miró divertida, él estaba sorprendido de su reacción.
-¿Por qué lo hacías? Es decir, llorar y gritar frente a mi ventana, por culpa tuya no he podido dormir bien.
Gealach soltó otra risa.
-No es gracioso si me lo preguntas.
Once ler estaba molesto de que a ella le hiciera gracia, sus mejillas se sonrojaron y frunció el ceño al verla reírse de esa forma.
-Lo hice para provocar que te fueras, Dime, ¿Si hubiera seguido haciéndolo, te habrías ido?
El se cruzó de brazos y miró a otro lado.
-Probablemente, pero.. ¿Por qué querías que me fuera?
-¿Ser una amenaza al bosque te parece poco?, Vamos no te enojes.
Gealach trataba de calmarlo, pero él no contestaba, solo comía sus galletas más que enojado estaba furioso de que ella se burlara de esa forma.
-Escucha, no volveré a hacer eso. En su lugar te cantaré hasta que puedas dormir.
Él la miró incrédulo.
-No lo harías.
-Claro que lo haré, es una promesa.
Poco a poco su enojo se calmo hasta desvanecer por completo. Ambos siguieron comiendo, Once ler la veía beber leche, se preguntó si ella sería otra guardiana del bosque.
-¿Tu preparaste esto?
-Si, aprendí a cocinar solo, y lo hago muy bien.
Dijo en un tono orgulloso, mientras hacía una reverencia.
-Debo admitir que es delicioso
Once ler se animó a lanzar una de las preguntas que albergaba en su cabeza.
-¿Dónde duermes?
-Yo duermo aquí, bajo las estrellas
-¿Estrellas?
El joven murmuró por lo bajo, la contaminación era tan densa que ocultaba las estrellas, pero la copa del árbol mantenía el pedazo de cielo bajo el que vivía limpio y despejado.
Sintió de nuevo el peso de la culpa caer sobre su espalda.
-Me hubiera gustado ver al Lorax, una vez más.
Dijo la joven con tristeza en su voz y bajó la mirada sintiendo nostalgia al recordar todos los consejos y enseñanzas de su viejo amigo y protector.
"¿Qué diría ahora sí la viera actuar de esa forma agresiva a quién le había ofrendado alimentos en varias ocasiones?"
-Lo siento, de verdad que lo lamento mucho.
-¿Por qué te disculpas tanto, joven Once ler?
-Por que quiero que veas que estoy arrepentido, de verdad lo estoy.
Había comenzado a llorar, las lágrimas brotaban de sus ojos, pasaban por las mejillas y caían al suelo.
-¿Por qué lloras tanto?
-Por que me duele pensar que esto fue mi culpa, si hubieras visto su rostro cuando se fue, no sé si algún día volverá, no sé que hacer, quisiera despertar de toda esta pesadilla y verlos a todos de nuevo jugando, brincando y molestando.. ojalá me hubieran arrojado a la cascada esa vez.
El silencio reinó un momento, su llanto suavizó el corazón de la jóven, quería ir a consolarlo pero sentía que aún no era prudente acercarse tanto a él. El viento acarició sus cabellos y el sol llenaba con su muerta luz a la pareja.
-¿Quieres demostrar que estás arrepentido?
-Si, eso quiero.
-Entonces habla menos, llora menos y haz más.
Once ler secó sus lágrimas con el puño de su camisa, la observó con sus claros ojos ahora enrojecidos, ella le sonreía con ternura casi parecía una criatura diferente a la que hasta hace unos minutos disfrutaba haciéndole travesuras.
-Llorar funciona para desahogar el alma de nuestras penas, pero si solo lloras y no haces nada entonces solo quedarás atrapado en tu burbuja de tristeza infinita. Demuestra que quieres cambiar.
-Pero, esto fue mi culpa, yo lo arruine.
Gealach suspiró, estaba conmovida por las palabras del joven, quería ayudarlo. Ella se acercó y se quedó a una corta distancia entre ambos.
-Dame tu mano.
Él estiró su mano con algo de timidez, ella la tomó y de un rápido rasguño le provocó una gran herida, Once ler se quejó y se alejó un poco.
Se revisó y luego la vió, la chica estaba sonriendo como si fuese de lo más natural herir a la gente que apenas si conoces.
-¿Por qué hiciste eso?
-El pasado es importante por qué sin el cometeríamos los mismos errores una y otra vez, nos hace reflexionar sobre nuestro presente y mejorar nuestro futuro. Siéntete afortunado, la mente olvida pero las cicatrices nos hacen recordar. Hiciste la promesa de buscar una solución y ahora tienes algo que te ayudará a no olvidar tus palabras.
El chico río un poco.
-Creo que comprenderte será difícil.
Ella río también, luego hizo una señal para que la acompañará.
Once ler la siguió con curiosidad, se alegraba de que las cosas fueran progresando aunque tal vez no de la manera más convencional.
-Aun no confío del todo en tí, así que por ahora pondré limites, claro con el tiempo puede que desaparezcan.
Ella estiró el brazo y le señaló algunas zarzas que orgullosas mostraban sus afiladas espinas. Once ler las miró incrédulo.
"¿Cómo habían crecido ahí?"
-Esa será nuestra frontera, tú no la cruzaras y yo no la cruzaré. Solo la pasaré en las noches para arrullarte y regresaré a mi hogar en cuanto halla terminado. Nos daremos cuenta de si alguno de los dos rompe nuestra regla por qué las espinas se enterraran y dejarán marcas en nuestra piel. Si tú o yo rompemos está regla entonces nuestra confianza volverá a cero. ¿De acuerdo?
"¿Qué clase de promesa es esa?" Pensaba el joven, el creía que era ridículo pero si funcionaba para ganar su confianza, entonces lo haría.
-De acuerdo.
-Bien, entonces hasta la noche, Once ler.
-Hasta la noche.
Ambos se retiraron a sus respectivos hogares, él estaba féliz de su progreso. Seguiría haciendo todo lo posible por ganarse su amistad aún si tuviera que esperar por un año. La mano le dolió, algunas gotas de sangre seguían brotando de la herida.
La lavó y la vendó con cuidado, luego se fue a sentar en su silla frente a la ventana, pensaba en la joven, suspiraba mientras recordaba su nombre, puso su barbilla en la mano sana y una sonrisa que parecía haberse congelado se formaba en su rostro.
No había nada más en su mente solo el recuerdo de Gealach prevalecía y se repetía como una canción que se repite y se repite.
La noche cayó pronto, él fue a la cama pensando aun en ella cuando en el silencio de la noche un canto se escuchó, era la melodía más dulce que jamás había escuchado, se asomó y la vió sentada en una roca.
-¡Gealach! ¡Hey, buenas noches!
Ella río y puso un dedo en sus labios rosados.
Once ler se acostó, cerró los ojos y a los pocos minutos se quedó completamente dormido.
Dormía plácidamente cuando el ruido de un trueno le despertó, sintió que el aire le faltaba, no era una lluvia normal, probablemente era producto de la contaminación del lugar.
Un alarido le sobresaltó, se extrañó de escuchar aquello, Gealach le había prometido no volver a asustarlo.
"¿Y si algo le había pasado?"
Tomó una chamarra, una linterna y salio apresurado.
-¡Gealach! ¡Gealach!
Caminó por la lluvia que le picaba los ojos y el lodo bajo sus pies le hacía resbalar, pasaba por entre la oscuridad de la noche, gritando su nombre con angustia, siguió el camino hasta llegar al límite de las zarzas, volteó en todas direcciones y la vió acostada con una gruesa rama sobre su espalda. La examinó a lo lejos, ella estaba inconsciente.
-Lo siento, pero debo pasar.
Dió un salto sobre la división, la tomó en sus brazos, viendo sus párpados cerrados, sus cabellos se pegaban a su rostro y su respiración era lenta. Estaba asustado y encantado al mismo tiempo, tenerla así.. paso un brazo por su cuello, dispuesto a llevarla a casa y cuidar de ella hasta que despertara.
Caminó de regreso, cuando cayó en una zanja que no había visto antes, Gealach había quedado del otro extremo, totalmente a salvo, mientras el colgaba de una roca.
Trató de escalar pero sus dedos y sus pies resbalaban a cada intento, un quejido se escuchó, era Gealach que despertaba poco a poco.
-¡Gealach, que bueno que estás despierta!
Ella lo vió, abrió los ojos asustada, volteó a ambas direcciones buscando algo para darle al chico, encontró una rama vieja y se la dio.
-¡Sujetate fuerte!
Él tomó la rama, ella empezó a tirar mientras Once ler intentaba salir con todas las fuerzas que le permitían sus músculos.
-¡Ya casi!
Ambos comenzaban a desesperarse, un último tirón y él quedaría a salvo, pero Once ler estaba tan debilitado que resbaló hacía el fondo, ella ni siquiera se dio cuenta cuando un impulso hizo que revelará un secreto que había estado ocultando hasta ese momento.
Cuatro pares de raíces sujetaron a Once ler y lo dejaron suavemente en la tierra, totalmente a salvo.
Él la miró sorprendido, la naturaleza de Gealach era revelada al fin.
-¿Eres una ninfa?
Ella estaba muda, no quería que el lo supiera aún, no era tiempo de hacerlo, no sabía si era de confiar.
-Yo...
Gealach bajó la mirada hasta los tobillos del joven, tenía el pantalón roto y marcas de espinas en su pierna, ahogó un grito y haciendo una mueca de tristeza fijo su mirada en los ojos azules del chico.
-Rompiste la promesa.
Once ler no podía creer lo que estaba escuchando.
-Si no cruzaba no podría sacarte de ahí.. tenías una rama encima...¡Oh, vamos!, ¿En serio?
-Era una promesa
-Pero fue para salvarte, lo siento de verdad yo quería ayudarte.
Ella no dijo nada, solo se retiró caminando lentamente sobre el terreno resbaladizo.
-Pe..pero
Once ler estaba enojado, no podía creer que estaba siendo regañado por haber salvado la vida de la joven.
-¡De nada!
El también se retiró, mientras pateaba piedras en su camino.

La doncella en el árbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora