Primavera- 7 Arboles ardiendo en sueños febriles.

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Ahí estaba en medio del bosque rodeada de árboles que ardían, se escuchaban gritos de guerra, a lo lejos se escuchaba el eco de un cuerno y los choques metálicos de las lanzas y espadas atravesaban el viento.
Su piel se erizo cuando sintió que una punta le pasó tan cerca que le provocó una herida, no era grave pero si fue lo suficiente para dejarle una cicatriz.
Se giró, ahí estaba: un ser enorme, parecía un humano con cabeza de caballo, sus colmillos sobresalían de su hocico, sus ojos apenas visibles de entre una maraña de pelo se posaron en ella, la bestia rugió, tan cerca de su rostro que pudo sentir su apestosa baba verde salpicar.
Ella rugió, apretó su lanza y saltó al grueso cuello con la intención de atravesar la yugular del monstruo.
Un tibio rayo de sol acarició sus párpados, era hora de salir, a su alrededor todo estaba oscuro, puso sus manos frente a ella y empujó.
Poco a poco salió, trató de sonreír para que el no se diera cuenta de como se sentía en ese momento.
Se extrañó de no verlo, de verdad pensó que él la recibiría.

"Es lo lógico, nunca me dijo que vendría"

Dio una vuelta al árbol.. no había nadie, decidió sentarse un momento, despertar le había causado mareos, se acostó disfrutando el tacto de la hierba en su piel tostada.
Pasaron segundos, minutos y horas, nadie llegaba. Algo no le gustaba, se levantó y caminó hacia la casa de Once ler. Se acercó a la puerta, tocó pero nadie abrió, volvió a tocar decidió esperar un poco pero nadie abrió.
Se colocó debajo de la ventana y silbó, el sonido parecía el canto de un pajarillo.

"Es extraño, él siempre está aquí"

Una idea le hizo temer lo peor. Estaba tan asustada que pensó en entrar a su hogar y buscarlo.
No le gustaba pensar en entrar a su casa, aún era terreno desconocido para las ninfas, entrar en un hogar sin permiso en el hogar de alguien mas era peor que un crimen.
Recordó la vez que él rompió el juramento para salvarle y su conversación con el acerca de lo diferentes que podían llegar a ser.
Se puso frente a la puerta, hizo aparecer una rama de árbol y de un golpe la derribó.
Esperó un poco temerosa que pudiera aparecer Once ler enfadado de su acción pero de nuevo nada pasó. Inquieta, y entrando en pánico lo buscó por toda la casa gritando su nombre.

-No, no de nuevo.

Murmuró la ninfa. Vió las escaleras, tomó valor y subió de prisa.
Asustada y temblorosa abrió todas las puertas, hasta que al fin lo encontró.
Lo vió totalmente inconsciente, acostado en su lecho, con la respiración agitada y sus mejillas enrojecidas.

-¿Once ler?

No recibió respuesta, tocó su frente.. estaba ardiendo, su piel estaba empapada en sudor.
Puso su cabeza sobre su pecho, estaba hiperventilando.
Sin perder tiempo tomó una toalla, la empapó con agua tibia y la dejó sobre su frente ardiente.
Retiró las cobijas y abrió la ventana dejando entrar un viento tranquilo.
Se acercó de nuevo y tocó su frente. Mordió su labio inferior cuando se dio cuenta de que la hipertermia no estaba descendiendo.
Cambió las toallas de nuevo, bajó al refrigerador, sacó algunos hielos, los envolvió en una funda y la colocó debajo de su axila.
Verlo así la hacía estresarse, quería que estuviera de nuevo riendo y molestando. Aunque en el pasado lo había tratado mal, ahora no quería que se fuera, ahora lo quería cerca de ella.
Acarició su cabeza y se dio cuenta de que la temperatura había bajado, sonrió satisfecha, puso su oído en su pecho, su respiración estaba más estable.
Escuchó el latir de su corazón, eso le hizo alterar algo en su interior, una oleada cálida le hizo sonrojarse, ver sus pecas retomando su color le alegró.

-¿Quién?

No alcanzó a hacer la pregunta, sentía un cosquilleo sobre su pecho, abrió los ojos y la vio.
Estaba llorando, gritaba y derramaba sus lágrimas saladas empapando su ropa.
Su cabello largo y verde estaba hecho un desorden.

-Hey, no llores estoy bien.

Trató de consolarla pero ella parecía no escucharlo, quiso tocar su brazo pero su cuerpo no respondía. Entonces se dio cuenta de que no estaba en su habitación, era un lugar totalmente extraño.
Parpadeó un par de veces, cuando abrió los ojos. Gealach entraba con una charola, un plato, una jarra y un vaso.
Ella sonrió al verle.

-Once ler, por fin despiertas.

-Yo.. ehh..si estoy bien.

Se tocó, para asegurarse de que no estuviera durmiendo de nuevo.

-Espera, ¿Qué estás haciendo aquí?

Gealach se puso nerviosa al recordar que había entrado a la fuerza.

-Me preocupaste, no respondías y no aparecías por ningún lado. Tuve que entrar y.. bueno.. ya repuse tu puerta. Así que no te preocupes.

-¿Mi puerta?

Ella asintió sintiendo que algo horrible había hecho.

-¿Has estado cuidando de mi?

-Bueno, tenías la temperatura corporal muy alta, estabas inconsciente y te veías muy mal, así que te tomé a mi cuidado. Espero que no te molestes.

Once ler sintió deseos de abrazarla, pensar que hasta hace poco ella lo odiaba y ahora cuidaba de el.

-Gracias Gealach, muchas gracias.

No le gustaba que le agradecieran pero en esa ocasión le hacía sentir especial, su rostro enrojeció como una hermosa amapola.
Se retiró de inmediato antes de que él se diera cuenta. Cuando se tranquilizó, regreso y se acercó con el plato.

-Deja que te ayude a sentarte.

-No es necesario, puedo hacerlo yo solo.

Ella frunció el ceño haciendo que Once ler cambiará de opinión. Gealach lo acomodó poniendo dos cojines en su espalda, acercó la cuchara y le dio de comer.
Él abrió la boca, se sentía un poco avergonzado pero debía admitir que algo de todo eso le gustaba.

-Lamento no haber ido a recibirte.

Gealach sonrió.

-No fué tu culpa.

-¿Cómo está tu árbol?

-Mucho mejor.

-Me alegro.

Gealach, acercó un vaso con agua y Once ler bebió a sorbos.

-¿Sueñas cuando duermes en el árbol?

Ella bajó la mirada, los recuerdos la abrumaron de nuevo.

-¿Está todo bien?

-Cuando dormimos, recordamos todo el pasado. Sentimos al árbol con más intensidad, somos más sensibles a sus cambios, a las estaciones y a los elementos.

Once ler notó su incomodidad, aclaró su garganta y pensó en algo para cambiar el tema.

-¿Qué es eso?, huele increíble y sabe de maravilla. Claro no tanto como mis platillos pero es delicioso.

Le miró con una sonrisa, ella rio divertida de su comentario.

-Este guiso te ayudará a recobrar la energía. Es todo lo que debes saber por ahora, luego te compartiré todo lo que sé.

Once ler suspiro.

-A veces pienso que todo esto sucedió demasiado rápido, como si alguien escribiera precisamente todo lo que decimos, pensamos y hacemos con cierto tiempo límite.

Gealach no dijo nada, la vió ofreciendo una misteriosa sonrisa como si fuera cómplice de algo.

-¿Crees que podamos seguir siendo amigos?

Esperó con esperanza en su corazón.

-Todo puede pasar, es primavera todavía, las flores deberían abrir y los animales salir de sus hogares. Tal vez algo más pueda crecer todavía.

La doncella en el árbolWhere stories live. Discover now