40.

64 6 13
                                    

Todo libro cuenta una historia, y aquí voy a contar la mía, aunque no precisamente por decisión propia, sino por propuesta de la psicóloga.

Harry empieza a leer, apreciando todas y cada una de las palabras escritas por Louis, su letra y su precisión.

Esto lo escribo para mí, pero si lo lee alguien, entonces puede que sea porque yo no he podido seguir haciéndolo, o porque confío demasiado en ti.

Mi historia no es - ni mucho menos - como un cuento del que nos cuentan de pequeños para irnos a dormir.

Yo no tuve quien me los pudiera contar, así que tampoco sabría explicar lo que se siente con ello.

Mi historia comenzó el día en el que escuché a mis padres discutir por primera vez.

Pensé que no sería nada, al fin y al cabo todo el mundo discute con alguien alguna vez en su vida. (Raro sería que no pasara, entonces habría que preocuparse)

Me equivoqué totalmente.

Las discusiones se volvieron más repetitivas y las marcas sobre el cuerpo de mi madre cada vez más visibles.

Veía a mi madre llorar y a mi padre gritarle, y todo lo observaba escondido y callado, nunca fui capaz de salir del escondite, ni siquiera cuando llegó el día en el que los gritos y golpes estaban llegando a su límite más profundo.

Mi madre fue muy fuerte. Pudo con cosas que muchísima gente no podría, pero ella pudo, y pudo por mí.

Daba igual lo que le pasara o lo que le doliera su situación, que siempre venía y me miraba con ese pequeño brillo en los ojos y una sonrisa que, aunque ella no lo supiera, yo cada vez lo veía más triste.

Era pequeño para ello, pero ahora sé que da igual la edad que uno tenga, que eso no se puede entender.

Mi madre necesitaba gritar y pedir ayuda. Ayuda de alguien que le pudiera ayudar. Y lo hizo. Y lo estaba consiguiendo.

Me acuerdo de cuando me contó lo que estaba planeando para separarnos de Troy.

Estaba feliz, pero tenía mucho miedo.

Estaba nerviosa todo el día, pendiente del móvil y temiendo que en cualquier momento Troy le pudiera pillar.

Estaba alerta día y noche, porque sabía que si él se enteraba, sería su muerte.

Y así fue.

Venía cada semana, cada sábado por la noche, cuando él no estaba, a contarme lo que había pasado esa semana y si había podido avanzar algo.

Habían días en los que me lo contaba todo súper emocionada, y otros en los que no tanto.

Ella sabía que yo no estaba entendiendo mucho, pero aún así venía siempre a contármelo y tratar de explicármelo.

A veces se tenía que quedar a medias porque escuchábamos la puerta de la casa abrir y cerrarse de un portazo, y entonces sabíamos que era él y que había vuelto.

Vi varias veces cómo después de escucharlo, mi madre se levantaba de mi cama y se iba silenciosamente diciéndome con señas que me acostara ya y que no hiciera ruido.

Tuve una habitación apartada de la suya, y al principio me daba miedo estar tan lejos de ellos.
¿Y si el monstruo iba y no podía irme rápidamente a los brazos de mamá?

Después supe que el monstruo estaba justo en la habitación que tenía lejos.

Tenía mucho miedo. Miedo por todas aquellas noches despierto escuchándoles y por todas aquellas noches dormido soñándolo.

La misma tortura me seguía día y noche, pero mi madre siempre estuvo pendiente de impedir que eso llegara a alcanzarme y perjudicarme a mi tanto como a ella.

Llegó el día que tanto esperaba.

Estaba en mi cama, abrazado al peluche que ella me dio y del cual ahora no me separo.

Cuando me lo dio, me dijo: "Lo siento cuando no puedo pasar las noches contigo, pero mira lo que te traigo (sacó el peluche y me emocioné como el niño pequeño que era). Quiero que cada vez que me necesites, lo abraces muy muy fuerte y le cuentes lo que te pasa"

Y yo, como un inocente, le dije: "Pero mamá, él no me va a contestar y no me va a poder ayudar. Imagínate que tengo hambre, por más que le abrace y se lo diga, él no me va a hacer la comida ni me ha a devolver el abrazo"

A lo que ella me respondió, con la tristeza en los ojos de nuevo presente: "Lo sé, Lou, pero hay veces que mamá no puede estar, y tienes que hacer eso. Yo estoy aquí, ¿ves? (hizo un gesto señalándose a sí misma con una sonrisa rota) Pero cuando no me ves, estoy ahí (y señaló el peluche)"

Me acuerdo de esa conversación como de ninguna otra.

Cualquier persona de mi edad no habría sabido entenderlo, pero en poco menos de dos días yo lo hacía. Entendí a mi madre enseguida e hice lo que me dijo.

Harry tiene una caja con las cosas de Louis. Una caja especialmente de él, con miles de cosas que para él no tienen historia, pero que sabe que son importantes y que, por ello, quiere guardarlo siempre.

Deja el cuaderno sobre la cama y se va a por el peluche.

Es un pequeño osito marrón.

Se acuerda de haberlo visto más de una vez en aquella habitación número 28 de la universidad.
Se acuerda de haberle visto a Louis abrazarlo más de una noche, aunque éste no fuera consciente de que estuviera siendo observado.

Harry lo abraza y siente la palpitación de sus pulsaciones. Ese peluche contiene muchos abrazos, lágrimas, historias y amor por parte de Louis.

No piensa separarse de él nunca, porque ahora ese osito contiene el amor y fuerza de dos personas ausentes, Louis y Jay.

Vuelve a la cama abrazándolo y antes de coger el cuaderno, se limpia un poco las lágrimas y vuelve a ver el peluche entre sus brazos.

Decide seguir leyendo.

Y estaba yo, ese gran día de la semana, sábado por la noche, abrazado al peluche y esperando a que mamá apareciera para contarme cómo había ido la semana.

Apareció y me abalancé sobre ella.

Ese día sí que estaba feliz y pude notarlo. Le brillaban los ojos mucho más que otras veces. Era un brillo de ilusión, de una ilusión que nunca antes había visto en ella. Era una sonrisa de verdad, que pocas veces llegué a ver también.

"Tengo buenas noticias" me dijo apartándome los pelos que me cubrían un poco los ojos.

"Estoy consiguiendo muchos avances, y según los abogados, los señores que llevan todo esto porque son buenos, antes de que termine el año todo esto habrá terminado. Estaremos bien, Lou, queda muy poco. Y te prometo que si todo sale bien, empezaremos el año en otro lugar totalmente diferente. Solos tú y yo, con una nueva vida, con la que te mereces"

"Tú también te la mereces, mamá" respondí yo, porque realmente era así y a día de hoy no me cabe ninguna duda.

———————————————-

Holaa otra vez:))

Sólo vengo a aclarar (por si acaso) que todo lo que esté en cursiva es lo escrito por Louis en el cuaderno, y lo que no lo esté, es en el presente en el que Harry lo lee :)

Gracias de nuevo por leerlo, muaak<3

Roommate 28Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora