25 | Viernes

135 12 1
                                    

Por la mañana, Quinn despertó temprano. Notó que a penas el sol asomaba por la ventana del cuarto de invitados de la residencia Deacon. Y también notó que a la vez, teñía la habitación de un color azul, y que aún faltaban varias horas para que cambie a un color dorado.

A su lado, John dormía plácidamente boca abajo, y aún le daba la espalda. Suspiró y se incorporó un poco, para ver qué el reloj marcaban las 6:30 AM. Supuso que todos dormían, puesto que el silenció reinaba en toda la casa.

Se levantó y se vistió con cuidado de no despertar a John, tomó su bolso y camino hasta la puerta. Volteó a echarle un vistazo, pero en el momento en que lo hizo se sintió realmente mal. Él era tan hermoso, tan amable, tan bueno con ella... Y ella no evitaba tomar decisiones terribles.

Salió rápidamente de allí, en puntas de pie y bajó las escaleras. En efecto confirmó que no había nadie despierto, y aprovecho el momento para salir de la casa.

No conocía Leicester muy bien, así que solamente camino hasta toparse con alguna cabina de teléfono público, divisó la ubicación en algún cartel de la acera, y se la indicó a la compañía de taxis.

Al llegar el taxista, le dió su destino y éste comenzó a conducir. De fondo, sonaba la tenue música de la radio.

- ¿Se irá de viaje hoy? - preguntó el taxista, sacándola de sus pensamientos. Agradeció por eso, un poco de charla la alejaría de el torbellino que tenía en su mente ahora.

- Aún no lo sé... - confesó.

- Es mala suerte viajar un viernes o un sábado, es lo que se dice por aquí... Debería elegir un domingo o un lunes. - habló el taxista. Sabía que no lo decía de mala manera, y que solo quería sacar tema de conversación. Quinn soltó una risita, y el taxista sonrió mirándola rápidamente por el espejo retrovisor.

- La verdad no sé qué estoy haciendo. - confesó. - solo se que quiero volver a Londres.

- Ahhh, Londres. - observó interesado. - Muy bonito lugar, pero nada se compara a Leicester. ¿Qué la trae a ésta ciudad, me atrevo a preguntar?

- Visita a la familia de un amigo... Pero no estoy segura de querer pertenecer... Es demasiado para mí supongo. - miró por la ventana, las calles estaban bastante desoladas, pero aún así había algún que otro auto en la acera, y gente yendo a trabajar con elegantes trajes de oficina.

- La gente en Leicester es muy amable... Supongo que viniendo de una gran ciudad, el cambio es notorio... - coincidió el hombre. - Sea lo que sea que tenga en mente, sólo escuché su corazón.

Quinn le sonrió por el espejo, y el resto del viaje el silencio volvió a reinar en el taxi.
Cuando llegaron a la estación de trenes, Quinn le pagó y el taxista le deseó buena suerte, y que elija la mejor opción. En otro momento, Quinn se habría enojado y habría pensado que aquel taxista era un hombre entrometido... Pero ahora, que su mente estaba cambiando tanto, había considerado sus comentarios como un regalo del destino, como un consejo que habías
Sido destinado a escuchar... Y lo tuvo en cuenta.

Entró al establecimiento, caminando lentamente y sin ningún apuro. Aún pensando en si debería hacer lo que tenía en mente, o irse corriendo de allí y no arruinar las cosas.

• • •

John despertó lentamente, sintiéndose más cansado que nunca. Le costó un poco más abrir sus ojos que de costumbre, y al agudizar sus cinco sentidos notó que estaba solo en la cama. Se incorporó rápidamente, y confirmó que Quinn no estaba a su lado. Suspiró. Miró que el reloj marcaba "10:30". Vaya que había dormido demasiado.

Killer Queen | John DeaconМесто, где живут истории. Откройте их для себя