6 | Roxy's Cars Club

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John obviamente iba a intentar contactar a la muchacha, de una forma u otra. 

Buscó en las guías telefónicas el nombre "Quinn" pero habían cientas de chicas llamadas igual, y lo peor es que ni siquiera le había dicho su apellido.

Acto seguido le preguntó a Freddie, y éste confesó que si había conocido a una chica llamada Quinn en su cumpleaños pero sólo sabía que era amiga de Miranda, colega de su contador. 

Así que como por última instancia, una tarde buscó en los clasificados del periódico algún rastro de la joyería donde habían estado. Y Bingo, encontró el número del local... Lo que no tenía idea, era cómo comunicarse con algún teléfono interno o específicamente el de Quinn... Pero gran parte de su plan ya estaba resultando.

Con un último hilo de fe llamó a un único número interno que le dieron los de atención al cliente y preguntó por alguna empleada llamada "Quinn". Pareció ser la única con ese nombre, porque una mujer con voz nerviosa le dijo que en seguida le pasaría el llamado y si no contestaba que por favor no diga que fué su culpa. Extraño, pensó John.

− ¿Hola? − contestó John unos minutos después de la llamada.

− ¿John Deacon?.

Volvió a escuchar su voz a través de la línea, su dulce voz. Una gran sonrisa se apoderó de su rostro, lo había logrado.

− El mismo.

− ¿Por qué llamas a mi trabajo, imbécil?.

La sonrisa se le borró por completo, ahora tenía una expresión de preocupación. ¿ Y si la había cagado?

− Sólo quería confirmar la cita del viernes. − mintió intentando disipar el enojo de la rubia.

− Podías haber conseguido mi teléfono particular, ¿No crees?

− No tenía opción. No me diste muchos datos la otra noche... − comentó soltando una risita divertido. Oyó cómo la rubia suspiraba.

− Bien. − habló después de unos segundos de silencio, y John festejó internamente. − ¿Ahora si tienes para anotar? − preguntó y John rió.

− Por supuesto, de ahora en más siempre listo. − pudo casi sentir cómo rodaba los ojos del otro lado.

− East Avenue, 267. − dictó. − Manzana tres.

− Bien, anotado. − dijo mientras anotaba rápidamente en la libreta de la mesita del teléfono, donde tenía varios números y recados.

− Sábado a las ocho. − dijo con seguridad y firmeza. − No diez minutos antes, ni diez minutos después. ¿Entendiste?

− Si su señoría. − bromeó riendo, pero no oyó una risa del otro lado. Vaya amargada.

− Adiós, y no vuelvas a llamar aquí. 

− Adiós bonita. − la aduló, escucho un suspiro como una sonrisa que no quiso hacer sonora, y le robó una sonrisa a él. Luego, había cortado.

• • • 

− Ocho en punto, veo que has seguido mis órdenes. − Observó Quinn al abrir la puerta.

John se había sorprendido por la gran -casi mansión- en la que vivía Quinn. Bastante parecida a la casa de Freddie.

John vestía una camisa negra, abierta en varios botones y una chaqueta de cuero. Dejaba su pecho varonil al descubierto haciendo casi suspirar a la muchacha con tan solo ver su imagen. Sus rulos estaban alborotados como siempre, dándole un aspecto único pero su expresión era tan risueña y de buen humor como siempre. Al oír el comentario de la muchacha soltó una risita achinando sus ojos, y enseñando aquella mini separación entre sus dos dientes delanteros, algo que Quinn no había notado antes. 

Killer Queen | John DeaconWhere stories live. Discover now