23 | Historias de vida

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Una vez ambos estuvieron listos, apagaron el equipo de música que había parado de sonar cuando el lado 1 del cassette había reproducido ya todas sus canciones. Luego bajaron al restaurant del hotel.

Quinn sonrió al verlo, era realmente grande y lujoso. Con decoraciones en rojo y dorado. La gente vestía lujosos atuendos como trajes, o vestidos.

Se sentaron en una mesa y en segundos llegó un mozo a dejarles el menú. Mientras cada uno observaba lo que iba a pedir, John miraba a Quinn por encima del menú.

– ¿Qué tanto me ves? – preguntó la rubia sin quitar la vista de su menú.

– Eres muy hermosa. – Acotó John sin pudor. Quinn alzó la vista y soltó una risita.

– A ver, ¿Que tanto quieres saber?

– No lo sé. Todo. Dónde naciste, quienes son tus padres, cuál es tu familia...

Quinn se removió en su asiento, y una vez eligió su menú, cerró la carta dejándola sobre la mesa. John imitó aquel acto para prestarle total atención a la rubia.

– Mis padres murieron. – soltó sin más. John alzó ambas cejas, y se ruborizó.

– Yo lo... Lo siento mucho. No sabía...

– Está bien. No es tu culpa. – Quinn suspiró mirando hacia la multitud, en busca de las palabras correctas. – Nací aquí, en Londres. Todo fue bastante normal hasta que mis padres se separaron cuando tenía ocho años, papá huyó y mamá cayó en depresión y desarrollo una adicción al alcohol. – explicó mirando su plato vacío. John no le quitaba la mirada de encima, adoptando ahora una expresión de tristeza. – Un año después de la separación, mamá murió por un coma alcohólico. Quedé a cargo de mi abuela, pero quería imponerme a toda costa sus creencias del siglo pasado. – bromeó soltando una risa amarga, pero John no rió. Estaba conmovido. – Así que cuando tuve edad suficiente, me fui de casa.

– Suena a que ha sido difícil...

– Lo fué. Una historia bastante de mierda debes estar pensando... – alzó la vista para cruzarse con la mirada de John – Pero todo eso, me hizo ser quién soy hoy. Una Quinn fuerte, que no confía en ningún imbécil. – se encogió de hombros.

– Confiar en las personas no te hace una persona débil, Quinn... ¿Y qué hay de Miranda?

– Ella es mi única verdadera amiga. Ella ha estado a mi lado por años...

– Ya... Es una buena chica.

– Lo es. No sé que vió en mi. – sonrió de lado.

– Yo creo que a pesar de todo lo que has pasado, y a pesar de que quieras crear esa falsa coraza en ti... Aún está esa pequeña Quinnie con un corazón lleno de amor para dar y recibir... Agradezco mucho que me hayas contado todo ésto, de verdad Quinn.– John intentó tomar su mano por encima de la mesa. Pero ésta la corrió rápidamente. John suspiró y volvió su mano a dónde estaba.

– Buenas noches, señor... señora. – el mozo de hace unos minutos había vuelto para alivianar la tensión, y John agradeció internamente por eso. – ¿Puedo tomar su orden?

– Si, claro. ¿Quinn? – John miró a la rubia y ésta salió de su trance para mirar al mesero.

– Pediré una ensalada Griega y agua por favor. – comentó Mientras le entregaba su menú.

– Yo pediré el especial de salmón con salsa parmesano y una coca cola. – John le entregó el suyo al hombre de traje.

– En minutos estará su orden, muchas gracias. – el mozo se retiró de allí y John volvió a mirar a Quinn, esperando retomar la conversación.

Killer Queen | John DeaconWhere stories live. Discover now