10 | Amigos sexuales

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Se quedaron hablando unos quince minutos más sobre cosas sin sentido.

– ¿Tu nariz está mejor? –  Preguntó John apenado. Quinn soltó una risita y asintió con la cabeza.

–  Tienes suerte, no me has matado. –  rieron.

–  Lo siento mucho, de verdad... Estoy muy apenado por ésto.

–  Está bien, de todos modos yo tuve que haber tocado la puerta, para ver si había alguien dentro. –  se encogió de hombros. hubo un silencio de unos segundos y John se incorporó. 

– Bueno, creo que yo ya me iré... – John se desperezó estirando sus brazos.

– ¿Tan pronto? A penas son las tres de la mañana. – respondió la rubia confundida.

– Lo sé, pero mañana quedé en ir a visitar a mi familia.

– Oh claro, lo había olvidado. John Deacon es un hombre de familia. – Acotó Quinn irónica haciendo reír al castaño.

– En efecto. Pero es domingo, ¿Quién no se junta con su familia un domingo? – preguntó obvio y divertido. Quinn se incomodó un poco ante el comentario pero solo bajo la mirada riendo.

– Yo también me iba de todos modos.

– ¿Viniste sola?

– No, con Miranda. Pero no sé si ya quiere irse. – se encogió de hombros

– ¿Quieres que te lleve?

– Oh no, no. Mi casa queda del otro lado de la ciudad, no te haré conducir tanto solo por llevarme.

– En serio, no es problema. Además la noche está linda para conducir.

– ¿Estás seguro?

– ¡Por supuesto! – sonrió amable. – sólo déjame ir por mi abrigo y vamos, ¿Quieres ir a despedirte de tu amiga en lo que voy?. – La rubia notó su amable y tierna manera de ser. John era un buen muchacho, ella no lo merecía. En lo absoluto. Con una sonrisa apenada asintió.

Ambos caminaron hasta la sala y Quinn busco a su amiga con la mirada, pero no la halló por ningún lado. Así que subió las escaleras para ver si tenía suerte.

En algunas habitaciones había gente teniendo sexo, por los ruidos que provenían de ellas. En otras parecía haber gente drogándose y riendo a carcajadas. En una de las habitaciónes notó que la puerta estaba abierta y John estaba dentro buscando entre cientas de chaquetas.

– ¿Aún no la encuentras? – preguntó entrando en la habitación, John pegó un pequeño salto asustado por la voz de la rubia y al verla Sonrió amplio.

– Son demasiadas. Solo espero que no me la hayan robado, traía mis llaves del auto ahí. – explicó mientras tomaba una chaqueta del gran sofá y la volvía a dejar ahí, luego tomaba una de la cama y al ver que no era la devolvía a su lugar.

– ¿Cómo era?

– Marrón, de cuero. – explicó y comenzaron a buscar entre tantas chaquetas.
Quinn no tuvo mejor idea que lanzarlas todas al suelo para acelerar la búsqueda.

– ¿Es ésta?– alzó una pesada chaqueta de cuero en el aire. John sonrió amplio y asintió con la cabeza.

– ¡Si es esa! Eres una genio.

– Espera. No te la daré tan fácil. – la alejó de su agarre y éste rió divertido.

– ¿Por qué no? ¿No te quieres ir aún?

– No. Quiero que me digas tus intenciones. – lo desafió alejándose unos pasos. Aquella parecía ser una habitación de huéspedes.

– ¿Mis...intenciones? – preguntó divertido. Quinn sonrió maliciosa y asintió con la cabeza.

Killer Queen | John DeaconWhere stories live. Discover now