He cambiado, me lo noto, pero me gusta. Ya no me queda nada y pretendo ser de la forma que mejor me asegure la supervivencia. He sufrido mucho y me han hecho mucho daño como para no cambiar.

– Para eso estás tú, para ponerme al tanto de todo el drama que os traéis entre manos los criminales, sé que hay muchísimo más de lo que muestran los informes, de lo que nosotros podemos conseguir de información.–me dijo.

Me cae bien Miller, cada vez nos llevamos mejor y es que tenemos unas personalidades que se compenetran muy bien, vamos a hacer buen equipo, eso presiento. Además que sé que para él soy una especie de animal en peligro de extinción, algo muy extraño a lo que hay que cuidar y admirar porque quedamos muy pocos. Sé que él quiere aprender de mí, porque sabe que eso le va a llevar muy lejos en su carrera profesional, no le culpo, aprender de mí es el mejor regalo que nadie puede recibir de mí. Mis métodos son los mejores.

Después de dos horas en carretera llegamos. Esta vez iba a ser yo quién iba a estar detrás del cristal tintado mientras James y Miri mantenían la conversación.

– No va a querer firmar y probablemente se va a alterar. No entres en sus juegos Miller. Cuando se te vaya de las manos, déjame entrar, déjame que yo me encargue.–con mis manos esposadas agarré a James de su chaqueta.

Sus ojos marrones me miraron serio.

– Tú quédate aquí y no andes metiéndote en líos que aún no hemos ni empezado con la operación. En bastantes aprietos me has metido ya como para que sigas haciéndolo. Soy yo quién está al cargo de todo esto– me contestó deshaciendo mi agarre en su chaqueta.

Wow, Miller acaba de sacar sus garras queriendo marcar territorio y haciéndome saber que el dominante de los dos es él no yo; que soy yo la que está bajo sus órdenes y yo solo puedo limitarme a seguirlas.

Me quedé en silencio, me mordí el interior de la mejilla para no iniciar una discusión por ese comportamiento, ya que yo solo quería ayudarle. Me rasqué el brazo y me tragué el orgullo. Ya no soy la Carterista, ahora soy una don nadie que no está a cargo de nada, ahora soy solo un peón.

– De acuerdo, agente Miller.–dije seca.

Él salió de la pequeña habitación que estaba detrás del cristal tintado y entró en la habitación en la que se reuniría con Miranda. Yo me quedé sola mirándolo todo.

JAMES POV:

Mi comentario no le ha sentado nada bien a la Carterista, quizás lo he dicho de una forma demasiado brusca, solo quería hacerle entender que sé lidiar con estas situaciones. Soy muy capaz de muchas cosas, quiero demostrarle que soy un igual a ella, sé salir de situaciones difíciles, yo también he sido entrenado.

Me senté en la habitación aún vacía. Me di la vuelta y miré hacia la cristalera tintada, vi mi reflejo, respiré hondo.

La puerta se abrió y apareció Miranda López, era traída por dos agentes. Al entrar y verme mostró rechazo.

–¿Se supone que tengo que conocerte?–fue lo primero que dijo con un fuerte acento español.

– Toma asiento Miranda. Soy el agente Miller, tenemos cosas de las que hablar. –dije sacando los papeles de mi maletín de cuero.

Miranda miró al frente, hacia la cristalera tintada.

–¿Sabes que tienes un remolino de pelo justo en la coronilla?–me dijo haciendo un gesto con su mano dirigiéndose a la cabeza dando círculos.

"No caigas en sus juegos" las palabras de Lena retumbaban en mi cabeza.

– Miranda, aún estás a espera de juicio y no sé si te haces a una idea pero se te suponen unos 25-30 años de prisión.– dije.

Lena Jennings // La segunda parte de La CarteristaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora