No quiero tener que recurrir a ningún compañero, pero en caso de cruzarme con ellos no quiero que paguen por mi culpa.

– Eso era algo que nos esperábamos totalmente de ti, no hay problema en ello, contábamos con ello.–dijo Miller apuntando y asintiendo.– Segunda condición.

– Segundo, actuaré a mi forma y como yo quiera. No voy a aceptar ningún tipo de cursillo policial de cómo hay que moverse, combatir o hablar con la gente, al igual que no voy a llevar ningún tipo de arma conmigo, ni de fuego ni blanca, eso va contra mis principios. Yo tengo una forma de actuar y he recibido un entrenamiento que me ha hecho ser quién soy y es como voy a actuar, aunque eso suponga cometer algún tipo de crimen por el camino, no voy a admitir ningún tipo de atadura y mucho menos legal.–dije mirando fijamente a Miller.

Él se mordía el labio intentando ocultar la sonrisa que quería proyectarme. Parece ser que a Miller le gusta lo alegal e ilegal, le gustan mis reglas.

– Imagino que al proponer eso no me pondrán tampoco muchas pegas.– me dijo. Cogió su corbata y se la aflojó levemente. Había en el ambiente una extraña tensión emocionante, había ganas de jugar, ganas de avanzar, ganas de pasar límites. 

Miller detecto en ti que tienes muchas ganas de trabajar conmigo.

– Tercero, entiendo que deba ser vigilada en todo momento por el riesgo potencial que existe a una posible huida, pero en los momentos en los que no esté activamente participando en la operación policial, acepto llevar un geolocalizador, pero me niego a llevar micrófonos o ser grabada por cámaras. Necesito mi privacidad e intimidad en mi tiempo libre.– dije. Miller se tensó.

– Eso va a estar algo más complicado de conseguir Lena.– sus palabras fueron contundentes. Me crucé de brazos.

– Puedo admitir en mi tiempo libre ser supervisada por ti o por algún otro agente, pero nada de cámaras ni micrófonos porque así no voy a poder relajarme ni ser espontánea, y eso es algo muy importante para estas situaciones, pues el descanso es fundamental– dije.

–Imagino que con supervisión puede ser llevado a cabo.– dijo. Me cae bien Miller creo que vamos a poder entendernos muy bien.

– Cuarto. Miranda López.– dije echándome atrás en la silla poniéndome cómoda.

–¿Miranda López, qué?–dijo desorientado James Miller.

– ¿Cuánto tiempo se estima que va a ser su condena?– pregunté.

–Pues aún no se ha llevado a cabo el juicio pero entre unos 25-30 años de prisión.– dijo.

–Bien, pues la quiero en mi equipo y como pago por su colaboración en el caso se le rebajarán 15 años de condena.– dije muy seria. Quiero trabajar con Miranda, si alguien puede encontrar a Mustang es ella, yo ante Mustang tengo muchos puntos débiles, ella no.

Creo que cuando sepamos manejar nuestras diferencias personales, formaríamos un buen equipo porque mis deficiencias son sus puntos fuertes y viceversa. No podemos negar que es tremendamente inteligente, no puedo olvidar que ella asesinó a un niño y a Scottson, además de hundirnos a todos, pero mi odio por Mustang me harían hasta pactar con el mismo diablo.

–Eso va a ser imposible, no vamos a poder quitarle 15 años de condena a una persona que ha cometido tales crímenes.–dijo Miller.

–Bueno eso ya se verá, tú apunta por lo menos 10 años, háblalo con quién debas hablarlo y ya iremos negociando cuando veáis lo buena que va a ser en este caso. Sin ella se va a complicar mucho el caso– dije sonriendo.

Miller frunció el ceño, se pasó su mano por el pelo que debe ser más suave que la seda y luego apuntó algo en su hoja de papel, no sin antes suspirar profundamente.

Debe sentirse ahora mismo en una situación muy incómoda, porque estoy segura que él va a estar totalmente encargado de la operación de búsqueda y captura de Mustang, por tanto quiere colaborar todo lo posible conmigo porque sabe la gran ayuda que voy a ser, pero a la vez sabe que mis condiciones son muy exigentes e ilegales y que va a tener que hacerle muchos favores y rebajarse mucho ante sus superiores y todo para solo disponer de mí, que eso tampoco garantiza que encontremos a Mustang.

–Muy bien, quinta y última condición. También quiero en mi equipo a Alexander Wilson y por su participación en el caso se le pondrá en Libertad al acabar la operación.

Miré a mis manos, al pensar en Alexander, que para mí es Jack, me puse algo nerviosa y mis manos comenzaron a sudar. Jamás me perdoné que ese chico tan bueno y encantador acabara detenido, con su carrera profesional destrozada y entre rejas, todo por ayudarme a escapar. 

Siento haber tardado tanto Jack, pero prometo sacarte de la cárcel y que puedas volver a una vida normal y feliz.

– ¿Eso es todo? ¿No vas a pedir nada para reducir tu condena ni nada por el estilo?–me preguntó bastante sorprendido.

Me encogí de hombros.

–¿Para qué?, debo ser juzgada y acataré las consecuencias, soy muy consciente de todos los crímenes que he llevado a cabo–dije.– Venga Miller, ve a hablar esto con Big Papa, veamos cómo se queda el trato.

Miller se rió.

–¿Big Papa?– preguntó extrañado con una sonrisa confusa en el rostro.

– Sí, Big Papa, esa persona que está por encima de todos y es quien se encarga de autorizar estas cosas extraoficiales. El jefazo de todo.– dije.

– Pues de hecho es una Big Momma. La señora Lea Wang.– dijo sonriendo.

Asentí la cabeza.

–Con que tenemos una jefaza. Así me gusta, las mujeres llegando bien lejos y tomando el poder, me encantará conocerla algún día. Sra Big Momma. –dije.

Miller cerró la carpeta y guardó el bolígrafo.

– Pues Lena, hablaré todo esto con mis superiores y te informaré de las condiciones del trato final y si estás dispuesta a firmarlo bajo juramento. Lo único que sí que ya sé una de las condiciones que van a poner, es que si intentas jugárnosla o escapar, todas estas condiciones que has puesto no solo dejarán de ser efectivas, si no que además todas las personas implicadas en ellas, tus contactos criminales, Miranda López y Alexander wilson, pagarán las repercusiones de tus actos.– dijo levantándose del asiento.

–Que poca confianza tenéis en mí, pero me parece justo.– añadí segura de mí misma. James Miller me dio la mano, se la di y estrechamos la mano a modo de afirmación mutua.

Lena Jennings // La segunda parte de La CarteristaWhere stories live. Discover now