I: Lo que te hace grande.

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—Si no tuvieras más media que yo me reiría, pero esto me augura un futuro negro.

—Es lo único que me consuela ahora mismo.

Andrea rió y Vitto no pudo evitar sentir algo de nostalgia con ello. No es que se arrepintiese de haber decidido cursar las prácticas fuera del país pero, joder, apenas llevaba un día y ya echaba de menos a sus amigos.

Durante los siguientes veinte minutos mantuvo una conversación absolutamente banal con Andrea, a la que se unió la novia de éste a los diez minutos. Mientras hablaban caminó de un lado a otro de la estancia, ordenando con rapidez lo que podía, vistiéndose y asegurándose de que llevaba todo lo necesario para comenzar con su trabajo.

Tras colgar a Andrea, lo que le costó más trabajo del que esperaba, se aseguró de cerrar su puerta con llave y corrió escaleras abajo, hasta la calle, sin cruzarse absolutamente con nadie, e intentando no sentirse desalentado por ello.

Miró el plano de paradas de autobuses y, tras un par de vistazos a las líneas, encontró la suya calle arriba, llegando justo a tiempo para montarse antes de que arrancara de nuevo. Si hubiese tenido alguien que le oyese habría comentado que a ese ritmo le darían un trofeo por su brillante labor de coger los autobuses en el último segundo, pero era consciente de que no había nadie con quien poder reír la gracia, de modo que se mordió la lengua y repasó los horarios de la línea para aprenderlos y poder dejar ese molesto papel en la habitación.

La parada más cercana se encontraba a dos calles de la clínica en la que había conseguido una plaza para hacer sus prácticas. En un primer momento le había parecido el sitio más adecuado. No era una institución pública, por alguna razón había decidido que no quería hacer prácticas en una institución que dependiera del gobierno, y dentro de las privadas no era ese tipo de sitio donde el trato al paciente quedaba totalmente alejado. No estaba seguro, no del todo, pero parecía un sitio en el que podría ejercer con cercanía al paciente y sin los problemas que las instituciones públicas presentaban, como la ralentización constante a pesar de conocerse el problema del paciente. ¿El problema? Bueno, ahora que lo pensaba fríamente, seguramente el tener una de las notas más altas de su curso le había hecho subirse un poco a las nubes y olvidar que, tal como había ocurrido, lo más seguro era que directamente no ejerciera como psicólogo. Y coger citas bien las podía haber cogido en la clínica del doctor Fraccio, sin tener siquiera que salir de Bracciano.

Llegó a la clínica exactamente tres minutos antes de lo debido, por lo que se permitió remolonear un poco en la entrada antes de presentarse ante la chica que le había recibido la última vez y le había explicado lo que tendría que hacer. La mujer le saludó con más alegría de la que él encontraba normal para alguien que se pasaba el día sentada en una silla apuntando citas en un ordenador o imprimiendo informes para que los doctores los firmaran antes de enviarlos. Sí, iba a pasar unas prácticas maravillosas.

 —Buenos días —intentó apartar los malos pensamientos de su cabeza y saludó educadamente a la recepcionista mientras echaba un vistazo a su alrededor. Había dos salas de espera y cuatro consultas, pero desde su posición no podía ver gran cosa.

—Qué puntual —el chico sonrió. La mujer se puso en pie y le hizo un gesto para que pasara tras el mostrador —. Bueno, vamos a explicarte otra vez como va esto, ¿vale? —hablaba despacio, a veces tanto que Vitto se preguntaba si creía que les dejaban irse a otro país sin tener ni idea del idioma o simplemente hablaba así siempre —. La idea es que al menos las primeras semanas te familiarices con el trabajo de la clínica a nivel más administrativo —Vitto asintió mientras pensaba que si hubiese querido dedicarse a secciones administrativas habría estudiado la pertinente carrera —, que además te va a servir para hacerte más con el idioma. Tu tarea consiste principalmente en anotar las citas, tanto las que se pidan por teléfono como las que los doctores te comuniquen cuando salgan con los pacientes, o también es posible que alguien venga directamente al mostrador a pedirlas, aunque ya suelen utilizar el teléfono.

The light behind his eyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora