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CAPÍTULO 49
La fiesta. (2/2)
Lina.


—¡Joshua me está llamando!—exclamó Harold mostrándonos su celular, reí.

—¡No! No le contestes, nos encontrará.—le dijo Olivia, los tres reímos, escuchamos pasos afuera y los tres nos callamos rápidamente.

¿Qué estábamos haciendo? Bueno, después de jugar un rato más, beber porque la chica, Lauren creo que se llamaba había traído dos litros de cerveza, nos habíamos empezado a aburrir y entonces Dom tuvo la brillante idea de jugar a las escondidas y juro que iba a negarme, pero Olivia había dicho sí tan entusiasmada que finalmente terminamos aquí, los tres metidos en un closet de una de las tantas habitaciones del segundo piso y Joshua se había unido a nosotros en el juego y ahora era a él al que le tocaba encontrarnos.

—¿Ya se fue?—pregunté en susurros.

—Creo que sí.—contestó Harold.

—¿Buscamos otro escondite?

—Sí, buscaré uno y luego vendré por ustedes.—Nos dijo, Olivia asintió varias veces, yo la abracé por la espalda y ella me sonrío mostrando sus dientes.—¡Ya vuelvo!

Salió del closet a toda prisa, solté a Olivia y me hice viento con una de mis manos, hacía demasiado calor en este lugar, al menos ahora había un poco más de espacio, me sentía algo mareada, sabía que Olivia se sentía algo igual o peor porque prácticamente se había apoyado sobre la puerta del closet.

—Lina todo me da vueltas.—se quejó, luego soltó una leve risita y caminó los pocos pasos que teníamos de distancia.—Creo que estoy borracha.

—¿En serio?

—¡Sí! ¡Por primera vez!—gritó y yo la miré mal, nos iban a descubrir.

—No hables tan fuerte.—murmuré, ella se acercó más a mi casi rozando nuestras narices.

—No te escuché, ¿qué dices?

—Que nos van a descubrir, no hablemos.—susurré, su boca hizo contacto con la mía torpemente.

—¿Entonces qué hacemos?—Ella apoyó su frente sobre la mía y suspiró, apestaba a alcohol, seguramente yo igual así que ni me quejé.—¿Nos comemos? Digo... ¿Nos besamos?

Y sonreí, puse mis manos sobre su trasero sin poder evitarlo y Olivia jadeó sorprendida, me reí y ella igual, siendo sincera no tengo ni idea de quien empezó el beso, pero lo hicimos, cerré mis ojos y disfruté del tacto, de su boca sobre la mía, de sus dientes mordiéndome, de su lengua jugando con la mía y cuando sus manos se posaron sobre mis pechos gemí y me maldije mentalmente al seguir teniendo tantas capas de ropa encima, sus manos solo se quedaron ahí, detuve el beso y la apreté más contra mí, escodÍ mi rostro en su cuello y la besé, la lamí, la mordí y cuando la escuché soltar un leve gemido seguí, aún más desesperada por el tacto y cuando ella apretó mis pechos por sobre el sujetador y la blusa suspiré, esta mujer me iba a volver loca, porque una simple caricia como esa no debía hacerme sentir tanto.

—Lina.—susurró y yo seguí besándola, mordiéndola, pero ella se detuvo, apartó sus manos de mi cuerpo.—Detente.

Y lo hice, inmediatamente me separé de ella, incluso aparté mis manos poniéndolas a los costados de mi cuerpo y la miré, dolía, dolía ver ese rostro triste, ese miedo en su mirada y dolió aún más ver las primeras lágrimas caer. 

—Lo siento, lo siento. ¿Te hice daño?—pregunté totalmente asustada.

—No, nunca.—Pero las lágrimas siguieron saliendo y me sentí la peor persona del mundo.—Solo, no debí, ellos dicen que está mal, lo dice, la palabra de Dios lo dice.

Nothing Like UsWhere stories live. Discover now