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CAPÍTULO 26.

Estúpida Olivia, estúpida yo.

Lina.

Siento asco al recordar sus palabras hirientes, su forma de hablar sonando tan real, como si realmente pensara eso y seguramente es cierto, realmente ella piensa así, eso es lo que más duele, porque seguramente yo soy la única estúpida que desea sus labios sobre los míos, su cercanía, su aroma, las sensaciones que le produjo a mi cuerpo, quizás solo confundí todo y ella ni quiera lo disfrutó, seguro sintió asco, asco de mi.

Lavo mi rostro en el lavamanos del baño, me miro en el espejo, me veo cansada, me siento molesta, estresada y llena de esa ansiedad que maltrata, esa que me hace desear estar en mi cuarto con la puerta cerrada y con una navaja entre mis dedos, miro mi bolso en el suelo, no hay nadie, el receso ya acabó, nadie vendrá, porque no tengo a nadie que se preocupe por mi en este lugar.

Me dan ganas de llorar, por ser tan débil, por dejar que unas simples palabras de Olivia me haga perder el control, alzo mi bolso y busco mi cartera, cuando la tengo entre mis manos la abro y busco la pequeña navaja que siempre ha estado allí cuando la necesito, me miro al espejo y me recuerdo que solo será una sola vez, para detenerlo el dolor que siento, miro mi brazo, llevaba mese sin hacerlo allí, queriendo que las cicatrices se dejaran de notar ya que es una área bastante descubierta, supongo que los abrigos volverán a ser parte de mi, paso la navaja por mi brazo haciendo que una fina línea de sangre aparezca, suspiro, se siente bien, pero no es suficiente y me siento aún más mal al verme al espejo y encontrar la pequeña sonrisa en mi rostro, paso la navaja unas cinco veces más, luego la vuelvo a guardar en su lugar después de limpiarla, busco papel, me limpio la sangre del brazo hasta que deja de sangrar, busco el abrigo negro en mi bolso y me lo pongo antes de salir del baño, pongo música y dejo que la música me guíe mientras camino fuera del baño.

No es su culpa, es mi culpa por ser tan sensible y dejar que todo me afecte, camino por los pasillos hasta llegar al aula donde debería estar hace ratos, toco la puerta y espera a que la profesora abra la puerta, cuando abre y nota mi presencia, no dice nada y me deja pasar simplemente, es una buena mujer, no es tan molesta como los demás, camino a mi lugar, tiro mi bolso al suelo y me siento en la silla viendo la pizarra, no es un tema tan interesante, además de que es demasiado fácil así que cierro mis ojos y apoyo mi cabeza sobre la mesa, necesito descansar.

A pesar de mantener mis ojos cerrados y tratar de dormir se me hace imposible, tengo a ella en mis pensamientos y es tan difícil de olvidar, abro mis ojos y mi vista va al frente, está junto a Álvaro, no logro ver su rostro, está tan concentrada en prestar atención y hacer apuntes seguramente y ese el problema, la veo a ella. la chica casi perfecta que muestra desde que la vi por primera vez, teniendo su uniforme perfectamente puesto, teniendo notas altas, siendo el estudiante que todo padre deseara tener, pero se que no es solo eso, la admiraba de lejos, porque se me hacía una chica muy fuerte, inteligente y amorosa, siempre viendo a la gente con cariño, por eso no me arrepiento de que ella tenga el collar, porque definitivamente lo merece, además de que amo verla con el puesto, su cuello adorna algo que fue mío, una de las pertenencias más importantes para mi, Jordan tenía razón, estaba perdida y más ahora que sabía más, que la tuve cerca, que fue mi amiga.

Mi celular suena, es un mensaje de papá, dice que Fiorella tuvo otra recaída y que no puede salir del trabajo, eso es otra cosa que me tiene profundamente estresada, papá desde que empezó con ese nuevo empleo casi no visita a mi hermana, soy yo la que la voy a ver y aunque suene horrible yo tengo esa carga, Fiorella cada vez se ve más apagada, la pone aún más triste que papá no la visite, guardo mis cosas en el bolso, me levanto y sin decir nada salgo del aula fuera del instituto, el guarda ya sabe mi situación así que simplemente me deja salir.

Nothing Like UsWhere stories live. Discover now