Capítulo 38

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Tras bajar del carruaje junto a Osvald, caminó junto a él hacia el interior de palacio

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Tras bajar del carruaje junto a Osvald, caminó junto a él hacia el interior de palacio.

— Osvald, a partir de hoy, quiero que siempre me acompañes, tú eres mi mano derecha y requiero tu presencia siempre, excepto las guerras claro.

— Alteza, para mí es un enorme honor poder acompañarla, de hecho es la primera vez que un soberano me solicita tal cortesía —Eider sonrió—. Además con la gracia de Dios, esperemos no tener más guerras por un largo tiempo.

— Oremos a Dios de que así sea. —carraspeó y cuando traspasó las puertas del harem, frenó lentamente sus pasos al cruzarse de frente a Sebastiana junto a sus damas, que se detuvo al verla y hacerle reverencia.

— Alteza. —demostró una sonrisa traviesa.

— Duquesa, se la ve muy jocosa este día.

— Creo que Dios me ha oído —miró hacia el cielo y volvió a mirarle—. ¿No cree usted? Es un día precioso. —Osvald analizó a Sebastiana con sigilo, parecía animada y ella no era una feliz mujer.

Eider también sospechó tal actitud y se acercó con frialdad sin quitar su mirada analizadora de sus ojos, pero cuando quiso hablar, las campanadas cesantes comenzaron a tronar en todo el palacio. Retumbaron las frías paredes de piedra del castillo. La reina abrió sus ojos y miró alrededor, esas campanas eran nada más ni nada menos que el anuncio de un pronto ataque al imperio.

— ¡Soberana, tropas se acercan hacia Maldea! —un soldado corrió hacia ella.

— ¡Reúne a todos, los quiero en la corte, ahora! —vociferó agitada y miró rápidamente a Sebastiana que mantenía una expresión neutral—. Osvald prepara mi vestimenta de guerra, no puedo manejarme con este vestido ahora.

— Como ordene mi soberana. —Eider continuó junto a sus guardias hacia la corte, donde se encontró una gran revolución. Las campanas seguían sonando y soldados y nobles corrían por los pasillos con apresuración.

Se mantuvo de pie frente a todos.

— Yannick, que sucede.

— Tropas, un batallón se acerca a Maldea y temo que nos superan en número —Eider caminó de un lado a otro—. Me ha informado que son tropas de Tenebris, majestad. —Eider clavó su mirada en él.

— ¿Qué?

— Y hay más —intervino Sabas con alteración—. Calum está con ellos. —abrió sus ojos del espasmo y se sintió en ese instante una completa tonta, su intuición no le había fallado. Kye traía algo entre manos.

— Cuanto tiempo tenemos.

— Días, menos de una semana, las tropas avanzan, y muy rápido. —respondió Yannick.

— ¡Cómo pudo suceder tal cosa! —vociferó Octavio—. Todo esto es algo preparado con premeditación de la oposición, para derrocar al reinante.

EIDER. Travesía de una ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora