Capítulo 13

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— ¿Crees que nuestra hermana está actuando correctamente? —preguntó Rufina con su mirada perdida en el jardín junto a Quirina que supervisaba la clase de baile de las doncellas

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— ¿Crees que nuestra hermana está actuando correctamente? —preguntó Rufina con su mirada perdida en el jardín junto a Quirina que supervisaba la clase de baile de las doncellas.

— No podemos criticar sus decisiones, ella sabe lo que hace —contestó tajante. Sabía que el juicio de Eider se distorsionaba con el odio—. Además tiene sus consejeros.

— Nuestra madre apoya todo esto.

— Es la reina madre, es la que tiene el derecho a intervenir en el juicio de la reina.

— Sebastiana es una serpiente venenosa. No puedo creer que siga merodeando con esos aires de altanería. —miró a su hermana con enojo.

— Rufina, debes amortiguar tu cólera, no es acorde que una princesa se deje dominar por sus emociones tan extremistas.

— Detesto las injusticias del harem, ¿cómo pretendes que puedas solventar esto con una sonrisa? Pobre Betania, está luchando por su vida, todo gracias a Úrsula.

— No señales sin tener pruebas, debemos estudiar bien el caso. El general Yannick se ocupa de eso. Pronto sabremos quién fue el responsable —realizó un ademán con la mano a las muchachas—. ¡Otra vez chicas! —Rufina bufó hastiada de la ceguera de su hermana.

— Quirina por favor, Úrsula y Tadea junto a su odiosa madre hacen disturbios en el harem e incentivan a las demás a cometer estupideces. Eider no sabe todo lo que sucede —Quirina escuchó atentamente a su hermana con disconformidad y desvió la mirada ante los dos visitantes que vislumbraban el baile de las jóvenes a lo lejos. Rufina siguió la mirada a los dos jóvenes—. Que guapo es sir Ramiro, las muchachas están deslumbradas por él.

— Rufina—reprendió con la mirada asesina en ella—. ¿Cuántas veces te he dicho que te comportes?

— ¿Qué? —frunció sus hombros sin importancia—. Sabas está enamorado de Eider y se supone que es nuestro primo. —Quirina blanqueó sus ojos.

— Primos políticos.

— Pero tienen algo en común, nuestro difunto rey los consideraba nietos, aunque se estila que los primos se casen. —negó ante el verdadero sentido de la aclaración.

— ¿Dijiste enamorado? —Rufina suspiró.

— ¿No te diste cuenta? ¿Tan ciega eres? La forma en que la mira o actúa cerca de ella.

— Educadamente Rufina, eso no significa que esté enamorado. Sabas siempre admitió y juró que nunca se casaría.

— Pero no hay que negar que nuestra hermana lleva un poderoso encanto. —habló coqueta. Quirina sonrió animada y mordió su labio mientras negaba los disparates de Rufina.

Ramiro desde hacía un tiempo que observaba a las princesas en el jardín y no desistiría en acercarse. Se despidió de su amigo y caminó hacia ellas que parecían discutir y no percatarse de la cercanía de cierto caballero.

EIDER. Travesía de una ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora