Capítulo 37

11 0 0
                                    

Junto a sus damas se dirigió hacia los jardines para encontrarse con Kye

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Junto a sus damas se dirigió hacia los jardines para encontrarse con Kye. Sus nervios estaban a flor de piel, muy resguardados en su interior, mientras su rostro era neutral y rígido. Él aguardaba con una copa de vino bajo la gran pérgola de maciza madera dónde una gran mesa de caoba con comida y bebida se encontraba entre velas.

Eider tragó saliva y se acercó. Él rápidamente dejó la copa y tomó un gran ramo de amapolas y ante una cordial reverencia se aproximó a ella.

— Majestad, se ve tan hermosa esta noche. —le entregó el ramo de flores y las miró con una suave sonrisa.

— Alteza, me temo que debo hablar con usted.

— Primero cenemos, majestad —entregó el ramo de flores a una de sus damas y se acomodó rígidamente en su posición. Kye comprendió su intención y aguardó con el ceño fruncido en su puesto—. Alteza, hice esta cena especial porque debo obtener una respuesta de tal ansiada propuesta —carraspeó—. Y temo que esto se complica cada vez más.

— Príncipe, me presento cordialmente hacia usted, para confesarle mi decisión. —él con seriedad llevó sus manos unidas hacia adelante.

— Escucho atentamente.

— Declinaré su propuesta —el pronto rey más que desilusionado pareció enfadarle aún más—. No contraeré matrimonio con usted, pero bajo mi palabra ordeno que ambos nos beneficiaremos. Maldea y Calum se unirán con tratados —el príncipe rio inesperadamente y sorprendió para mal a Eider. Le pareció una total falta de respeto—. ¿Qué es tan gracioso?

— Sabe usted, majestad, soy una persona muy ambiciosa —dio un paso en reversa—. Y siempre pensaré en el bienestar de mi imperio, quiero fortalecerlo y temo que nuestra unión hubiera sido beneficiosa.

— Tenemos las mismas ideologías.

— Usted es una reina hermosa y muy inteligente. Rige sobre un imperio poderoso e invencible —su mirada penetrante trajo inseguridad en Eider—. Pero, esta decisión que ha tomado, es la peor.

— ¿Es una amenaza?

— No, alteza, por favor —negó rápidamente con una sonrisa falsa—. Pero ambos hubiéramos sido muy buenos gobernando juntos —se reverenció—. Si no se ofende, partiré mañana al alba, debo prepararme. —ella se hizo a un lado y le dio un saludo cordial con la cabeza.

— Lamento que haya ocurrido esto.

— Descanse, majestad —se enderezó y miró a sus siervos—. Vamos. —ordenó frívolo.

Eider permaneció de pie a espaldas, con un sabor amargo. Tuvo un mal presentimiento ante el accionar del príncipe.


*

Sabas estaba sentado en su escritorio, releyendo unas cartas muy importantes con sus pensamientos en Ramiro y Julio, en relación con su familia, hasta que fue interrumpido. Subió la cabeza y ordenó a que entrase.

EIDER. Travesía de una ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora