Capítulo 33

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Sabas, Yannick, Kenat y Octavio fueron convocados por la reina en sus aposentos inmediatamente después de enterarse tal proposición del futuro rey de Calum

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Sabas, Yannick, Kenat y Octavio fueron convocados por la reina en sus aposentos inmediatamente después de enterarse tal proposición del futuro rey de Calum. Estaba cruzada de brazos mirando hacia el balcón, absorta en sus pensamientos y sumamente molesta. Osvald después de analizarla detenidamente, un guardia ingresó a los aposentos y avisó al vasallo sobre la presencia de los anunciados.

— Alteza, están aquí. —ella salió de su trance.

— Que entren.

Todos se posicionaron uno al lado del otro en silencio, pero al vislumbrar a la reina aún de espaldas, Octavio se atrevió a romper la tensión.

— Alteza... —levantó su mano para que no hablase. Giró lentamente con una mirada del infierno.

— ¿Qué sucedió? —caminó hacia ellos pausadamente y usando un tono seco—. ¿Alguien me explica?

— Majestad, esto nos tomó por sorpresa. —habló Sabas.

— ¡Como puede ser que nadie sepa de lo ocurrido! —gritó logrando que todos dieran un rápido parpadeo—. ¡Nuestros enemigos toman atribuciones como si nada! ¡Incompetentes!

— Descubriremos quien se ha atrevido a interferir en esto. —intervino Yannick.

— ¡Esto es muy grave! ¡Una falta de respeto! —caminó de un lado a otro alborotada sin desquitar la mirada asesina de ellos—. Calum fue citado por un propósito, que pensarán de mí, que dirán del falso mensaje.

— Majestad, lograremos revertir esto. —participó Sabas con preocupación.

— Soluciona esto, Sabas. No hagas que me arrepienta de haberte proclamado gobernador —amenazó con pesadez y miró de reojo a los demás—. Todos hagan su maldito trabajo, encuentren al responsable de esto o los revocaré de su cargo inmediatamente. —caminó hacia su escritorio y apoyó ambas manos como soporte.

— Señora, notablemente esto es muy grave, pero disculpe mi pregunta indiscreta — Octavio dio unos cortos pasos hacia la reina—. ¿Qué ha respondido ante la propuesta de Calum? —liberó un suspiro recargado de fastidio.

— No he respondido aún.

— Pero majestad, ¿no lo tomará como irrelevante?

— Sabas tiene razón, alteza. —apoyó Yannick.

— Una alianza sería próspera para Maldea. —prolongó un silencio por parte de los demás que se miraron entre ellos.

— Queremos el bien para vuestra reina —opinó Kenat—, pero no sabemos nada del príncipe Kye.

— En eso tienes razón, Kenat —lo miró cautelosa—, pero no debo pensar en mí, sino en mi pueblo y el bien para ellos. Maldea requiere de un rey.

EIDER. Travesía de una ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora