Capítulo 5

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Al cruzar el desierto, los bosques comenzaron a adueñarse de la tropa

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Al cruzar el desierto, los bosques comenzaron a adueñarse de la tropa. Yannick contempló a Eider.

— Pasaron dos noches y no hemos recibido noticias del mensajero. Dónde están las tropas de Tenebris. —confesó Eider.

— Algo no está bien. —agregó Yannick.

— Princesa, general Yannick. —se acercó Rutilio en su caballo—. Debemos separarnos.

— De qué habla, Sr. Rutilio.

— Es extraño que no hayamos presenciado la invasión, temo que haya sido una emboscada y deseen atacar un reino debilitado. —le explicó a Yannick.

— Dios mío, si eso ocurre... —comentó Eider mirando el alrededor. El sol estaba cayendo y el miedo se apoderó de ella.

— No pondremos en riesgo la tropa —concluyó Yannick—. Iré con Sabas a explorar.

— No, Sabas es buen luchador y estratega, debe permanecer con los demás, iré contigo —confesó con decisión Eider—. Si no volvemos a la medianoche, los demás irán hacia el castillo.

— De acuerdo —contestó Yannick y miró a Rutilio—. Anuncia a todos.

Ambos zarparon hacia las colinas que se veían a lo lejos.

— Padre, por qué se han marchado. —se acercó Sabas.

— Hay que acatar una orden, si a la medianoche no regresan, debemos volver a palacio. Puede que haya sido una trampa para atacar el reino, hijo.

Examinó a su padre con desconfianza.

— Te ves muy tranquilo. —Rutilio lo miró sobre sus hombros con seriedad.

— ¿Qué insinúas? —giró a él y con su torso inflado se acercó.

— Después de que Eider fuera anunciada como sucesora, has estado actuando extraño. —fulminó con la mirada a su propio hijo.

— ¿Y cómo pensabas que estaría? ¿Feliz?—se acercó a él de manera evasiva—. Aparece una niñata y me destierra de posición.

— ¿Posición? Tú gobiernas un estado, padre, como gobernador. —se rio sínicamente.

— Cuando debas valerte por ti mismo, entenderás que una posición vale más que cualquier cosa.

— No tengo tu visión y jamás la tuve.

— Tú eres mi mejor y peor ejemplo.

— Ahorra tus ofensas —frunció sus puños, ya no le penetraban todas las injurias que su padre lanzaba contra él. Miró al resto de la tropa en sus caballos acechándolos la oscuridad, caminó unos pasos y cuando llegó a la par de su padre, con sus pies mirando en dirección contraria a los de él, lo miró de costado—. Tu avaricia te condenará y nadie podrá sacarte de ahí.

EIDER. Travesía de una ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora