XLVIII- Misma sorpresa, diferentes tiempos

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-Carajo, ¡no! ¡No es cierto!... como- el Limón está en la entrada de la taberna de Daikuro, no sólo está cerrada, las ventanas están tapiadas, ahora que lo ve bien sabe que el lugar está cerrado y lleva tiempo así.

-No, por favor. No- comienza a llorar, no entiende que pasó, tampoco tiene a donde ir, apostó todo por llegar con Daikuro y ahora no hay nada.

El Limón se tira a llorar ahí, ya no puede más, uno de sus pies sangra, la ropa que tenía está rota y sucia, la peluca que usa también está en mal estado, parece una pordiosera, más por la enorme y vieja capa que le regalaron.

Ella pasó una semana caminando, comiendo cosas que le regalaban extraños que la encontraban por los caminos, viajando por la noche escondida en el camino y el bosque, todo con tal de llegar con la única persona que en verdad está dispuesta a ayudarla.

Como decidió viajar de noche, una vez tropezó y cayó por una vereda, rodando como 5 o 6 metros, despertó cuando unos niños le intentaban quitar el collar que le regaló Mamoru.

-¡Qué!- dijo cuando sintió que se lo arrebatan del cuello, pero ella fue más rápida y tomó la mano del niño.

-¡Ya despertó!, ¡corre!- el chico soltó el collar y salió corriendo, ella al intentar perseguirlos descubrió que también le habían quitado sus sandalias y su chaleco.

Ese movimiento le dio ventaja, pues un día después atraparon a los niños cuando andaban rastreándola a ella y el escuadrón de anbus continúo su búsqueda en sentido contrario.

El último tramo lo hizo cojeando, pues se enterró un vidrio en el pie, sin embargo al ver a lo lejos la taberna de Daikuro hizo que poco le importara.

Ahora no para de llorar, ¿dónde está Daikuro?

Cuando se tranquilizó decidió que debía continuar, si camina 30 kilómetros más encontrará a uno de los socios de Daikuro que tiene una casa de masajes, pero primero debe buscar curarse.

-¡El sótano!- recuerda esa otra entrada, va a la parte trasera de la taberna y debajo del bote de basura sabe que ahí está la entrada.

Mientras ella mueve todo, Daikuro, quien está adentro de la taberna acaba de despertar por el ruido y no está de buen humor.

El Limón sonrió al lograr abrir la compuerta, respiró hondo y entró, sabe que al menos ahí dentro podrá esconderse y curar la herida de su pie.

Conforme avanza descubre que el lugar está muy desordenado, vidrios rotos, muebles destrozados y silencio absoluto, pese a ello el olor a cigarro y alcohol no desaparece.

-Idiotas, miserables- pensó al creer que los responsables fueron Shikaku y Kakashi, aunque en realidad el gran responsable de ese desastre es el mismo Daikuro.

Subió las escaleras en total sigilo, avanzó por el pasillo y en cuanto iba a entrar al bar Daikuro se puso frente de ella.

-¿Da-Daikuro?- dijo con duda al ver en la penumbra su inconfundible silueta, y es que quien está frente a ella es un hombre que luce ebrio, está sucio y herido.

Él no dice nada pero su mirada revela furia y lo confirma cuando la toma del cuello y comienza ahorcar.

-¿Quién te mando?- dice mientras presiona más y el Limón empieza a ver borroso.

-Debería ofenderme que manden a alguien tan débil- Daikuro la soltó y ella cayó al piso, enterrándose más el vidrio en su pies.

-Da-Da...Dai-Daikuro soy... soy yo- dijo mientras intentaba respirar y meter por su boca todo el aire que podía.

RefugiadaWhere stories live. Discover now