Capítulo especial: Akaashi keiji.

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Los entrenamientos aumentaron, y sus bajones constantes también. Ya no llegaba a casa porque "lo siento, me han dicho que la prensa puede sacar conclusiones extrañas si continúo viviendo contigo y no le conviene a mi imagen que piensen que..." El que hablaba no era Bokuto. Keiji lo sabe precisamente porque le conoce mejor que nadie. Alguien del equipo le habría dicho aquello y él solo lo repetía en contra de su voluntad. Por aquel entonces, antes de que Koutarou buscara otro piso para él mudarse solo, solía llegar a casa más desanimado que de costumbre. Hacía mucho que había dejado de hablarle de sus días, puede que en un vano intento de que no se preocupase por él.

Ese tiempo fue difícil, pero pudieron salir adelante. Salían a citas a escondidas e intentaban verse en el piso de keiji (el que antes compartían juntos) de vez en cuando. Los abrazos de Koutarou se volvieron más fuertes, sus besos más largos y sus promesas de amor mucho más sinceras. Keiji asistía a sus partidos y animaba junto al público y Koutarou nunca desperdiciaba la oportunidad de buscarle entre las gradas para sacarle la lengua. Los rumores sobre el romance del bicolor con una actriz, cantante o modelo solo le hacían reír. Si tan solo supieran que Bokuto Koutarou no perdía el aliento por nadie más que por su antiguo compañero de la preparatoria...

Durante esos meses ambos se veían menos, eso es cierto. Aun así y contra todo pronóstico, fue cuando se sintieron más unidos. Pero, entonces, por cosas del trabajo, Akaashi fue trasladado a España. Una oportunidad de oro que casi deja escapar sino hubiera sido el propio bicolor el que le compró sus billetes de avión.

"Siempre has estado ahí para mí, Akaashi. Celebrando mis victorias y consolándome en mis derrotas. Ha llegado tu momento triunfar en aquello que te hace feliz a ti. Yo... yo estaré bien. No desperdicies esta oportunidad por mi culpa o nunca seré capaz de perdonármelo".

A lo mejor le hubiera creído si la mitad de lo que le había dicho no lo hubiera hecho mientras sorbía su nariz y con sus ojos irritados del llanto contenido. En ningún momento hablaron sobre dejar su relación, pero, la última vez que se acostaron, Bokuto lloró toda la noche. Un pequeño detalle de que, a lo mejor, muy en el fondo, ambos ya sabían el desenlace del viaje que emprendieron junto años atrás.

La distancia fue peor de lo que se imaginaban. La diferencia horaria no ayudaba mucho.

Akaashi hizo nuevos amigos y conoció a muchas personas nuevas mientras que el bullicio de un país desconocido para él le mantenía ocupado. Pero eso no fue en ningún momento impedimento para que no llamara a Bokuto o para que no estuviera cuidando de él como podía a tantos kilómetros de distancia. Pero Keiji ya tenía que haber visto venir que una relación como la suya no funcionaría a distancia.

Bokuto se deprimía muy seguido, tanto que el entrenador del equipo tuvo que intervenir y organizarle una rutina de dieta y deporte porque "el entrenador dice que pierdo o gano peso muy rápido y eso no es bueno para la imagen del equipo". Sin Akaashi, a veces se olvidaba hasta de sí mismo. Había veces en las que le echaba tanto de menos que solo quería dejar el voleibol y viajar a España para quedarse a su lado, por mucho que Akaashi le hubiera dicho que eso era un disparate. Y keiji lo notaba. Lo veía en sus ojeras cuando hacían videollamadas, o en la forma en la que miraba la pantalla como si estuviera a punto de romperse a llorar. Lo veía tan triste y vacío, tan roto y sin vida, que el simple hecho de no ser capaz de hacer nada por ayudarle iba a consumirle a él también.

La distancia los estaba matando y él era el único que se daba cuenta, ¿cómo no iba a terminar convirtiéndose en el malo de la película?

Se hacían daño, pero el bicolor estaba tan cegado por el amor que seguía aferrado a él como a una daga ardiente. Y Akaashi le hubiera importado poco si era él el único dañado por la situación, pero bajo ninguna circunstancia dejaría que alguien como Koutarou saliese herido.

Keiji llevaba trabajando en España poco más de seis meses cuando Bokuto le visitó por sorpresa. De repente, esa imagen gris de la pantalla estaba frente a él tan brillante y radiante como siempre la había conocido, abrazándole tan fuerte que casi le deja sin respiración, volviendo a recordarle que nadie da unos abrazos tan fuertes y a la vez tan tiernos como Bokuto Koutarou. Y lo primero que pensó en el momento en el que sus labios se encontraron de nuevo después de tanto, fue en cómo un sentimiento tan puro como el que él sentía en ese momento taladrarle el pecho y hacer que se durmieran sus extremidades, podía hacerles también tanto daño.

Bokuto visitó su lugar de trabajo, conoció a sus nuevos amigos y se hospedó en su casa. Fue solo un corto de fin de semana en el que sus manos rompieron todos esos kilómetros, un corto fin de semana en el que las paredes de su apartamento (probablemente también vecinos) conocieron el nombre de Bokuto Koutarou a altas horas de la madrugada.

Pero el domingo, todo acabó. Y cuando Keiji piensa en "todo", se refiere a Todo. Porque una parte de él también murió ese día.

Koutarou arrastraba su maleta por el aeropuerto animadamente, planificando sobre su siguiente visita. Le comentaba sobre lo mucho que le había gustado la ciudad, lo bonita que era su casa, los simpáticos que eran sus amigos y la de cosas que podrían hacer cuando él volviera por las vacaciones de navidad. Y, entonces, Akaashi dejó de andar.

"Lo siento, Bokuto. No creo que debas venir otra vez a verme. No lo había dicho antes para no arruinar tu visita, pero... estoy viendo a otra persona"

Era una mentira. La peor mentira que ha salido de sus labios desde que tiene memoria ¿Cómo no iba a romperle el corazón si solo aquella era la única forma de hacer que alguien como Bokuto se olvidara de él? Pero Koutarou ni se movió. Le miró con una sonrisa que se quedaba a medio camino. Una sonrisa que no alcanzaba los ojos, que le miraban con un vacío infinito.

No. En ese momento, Bokuto no sonreía, solo tiraba de la comisura de sus labios hacia arriba mientras que por dentro intentaba entender lo que le acababa de decir.

"¿Y?"

"Deberíamos dejarlo."

Le vio tragar saliva. Su fachada cayó tan rápido que esa escena todavía le persigue en sus pesadillas. Bokuto, parado en medio del aeropuerto, pasando de una mueca de aparente felicidad a la más triste y dolorida con la que nunca le ha mirado.

"¿Dejar... dejar el qué?"

"Lo nuestro."

A día de hoy sigue creyendo haber escuchado su corazón hacerse añicos. Ambos.

"¿No... no quieres seguir conmigo?"

Fue el turno de Keiji de respirar profundamente, notando un pinchazo en las cotillas que amenazaba con desinflarle entero ¿Cómo le iba a mentir de nuevo teniéndole con esa cara delante suya? ¿Cómo le iba a hacer más daño a alguien que solo le ha hecho feliz?

Pero, para Bokuto, su silencio solo fue una vaga esperanza a la que aferrarse. Para cuando volvió a hablar, desesperado y a punto de llorar, apenas era consciente lo que realmente decía.

"¿Por qué... no respondes? Akaashi, me da... me da igual que te guste otra persona, puedes... puedes tener otra pareja en España, ¿sí? Me... me da igual que me utilices, ¿lo sabes, no? Que yo te quiero, aunque..."

"Lo siento."

Ninguno dijo nada más aquel día.

keiji lloró durante una hora en la cafetería del aeropuerto, tapando su rostro con su mano y con su otra mano en el pecho, como si agarrar la tela de su camisa con tanta fuerza le ayudara recomponer los cientos de pedazos en lo que se había roto. Después, todavía entre sollozos, llamó a Kuroo. Alguien tenía que recoger a Koutarou cuando llegase a Tokio, porque estaba seguro de que el bicolor estaría muchísimo peor que él, y no había nadie mejor que Kuroo para ese trabajo.

Porque Akaashi lo sabía mejor que nadie. Sabía que el mundo no era un cuento de hadas y que, a veces, por muy poco que te importe salir herido, hay decisiones que se toman para evitar dañar a quien quieres.

I Belong Where You Belong | TsukiyamaWhere stories live. Discover now