XII

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No le gusta esperar. Siempre ha sido alguien demasiado impaciente como para sentarse a dejar el tiempo pasar mientras no hace nada. Si a eso le sumamos estar rodeado de personas que huelen a sudor y que, encima, tiene que hacer malabares para no caerse al suelo, mucho peor. Por ahora está apoyado en la pared de la estación de brazos cruzados, lleva así más de media hora y teme que todavía le quede mucho más. En un principio estaba contento porque iba a sorprender a Kageyama en cuanto bajara del tren, pero ahora está tan enfadado que le da igual.

El tren se ha retrasado por algún motivo que desconoce y no puede aguantar más el estar apoyado en una pierna, esperando. Las muletas las ha dejado reposando a su lado (las odia tanto que prefiere usarlas lo menos posible en público), pero se está viendo obligado cada vez más a cogerlas de nuevo para repartir el peso.

Por ahora, pocas personas saben de su lesión, por eso ha vuelto a Miyagi para llevar a cabo la recuperación alejado del bullicio de la ciudad y las cámaras, aunque algo le decía que era cuestión de tiempo que saliera en todas las portadas de las revistas deportivas. A su alrededor, para su suerte, nadie repara mucho en él porque la gorra consigue tapar su llamativo pelo anaranjado. El tren aparece en su campo de visión justo cuando va a hacer uso de las muletas de nuevo, por lo que opta por seguir guardando el equilibrio para no parecer muy patético en cuanto Kageyama saliera por las puertas. Algunas personas a su alrededor se alborotan un poco, segramente también estarían esperando a alguien.

De entre la gente y a duras penas (sobre todo gracias al hecho de que Tobio es muy alto) puede distinguir a Kageyama, quien parece algo perdido entre tantas personas. Este también parece distinguirle entre la gente por la cara de sorpresa que pone. Como es obvio, Kageyama se acerca a él en cuanto le ve, con cara de estar más que predispuesto a matarle de un momento a otro. Hasta ese momento Hinata pensaba que podrían saludarse como dos novios que llevaban dos meses sin verse, pero cuando ve la forma en la que mira sabe que no va a ser así.

En los que sabe serán sus últimos instantes de vida le recorre de arriba a abajo con la mirada. Le ha echado tanto de menos que no es consciente hasta ese momento de lo feliz que está de tenerle por fin cerca de nuevo. De hecho, piensa que puede decírselo cuando se acerque para calmar ese enfado que parece tener. Y mientras él se hunde en sus pensamientos ajeno a su alrededor, justo a su lado una chica es empujada hacia él por el bullicio de personas.

Hinata, como era de esperarse de alguien que prácticamente se mantiene a la pata coja contra una pared, pierde el equilibrio muy fácilmente y se precipita hacia el suelo. Probablemente se hubiera hecho daño si unos fuertes brazos no le hubieran agarrado a tiempo. Las manos de Kageyama le agarran de manera firme contra él y de entre el olor de la gente distingue su característica colonia (una que le vuelve loco, aunque nunca se lo haya dicho).

A Hinata esa no le puede parecer una escena más cliché.

--¿Eres tonto o qué? --pero su vida era más divertida que un anime de romance y Tobio siempre ha tenido un don para cargarse cualquier momento mínimamente romántico. --¿A quién se le ocurre venir aquí en tu estado?

Hinata frunce el ceño y levanta la barbilla encarándole. Suelta el agarre de su pecho (porque se ha agarrado a su chaqueta inconscientemente cuando pensaba que se caería al suelo de boca) disimuladamente. Gracias a dios que no se había dado cuenta de ese gesto, o se estaría riendo de él semanas enteras.

--"¿Mi estado?". --pregunta de vuelta--. Estoy lesionado, no embarazado. Soy perfectamente capaz de hacer lo que me dé la gana.

Tobio frunce el ceño. Le ha enfadado esa forma de responderle, pero es que tampoco tenía otro objetivo que el de recibirle tal y como lo ha hecho él. Lo mínimo que esperaba era un abrazo, pero a cambio ha recibido una regañina por ir a por él en muletas ¡A Hinata le importaban una gran mierda las muletas o esperar de pie! ¡Él solo quería verle!

I Belong Where You Belong | TsukiyamaWhere stories live. Discover now