XIV

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Yamaguchi muerde las uñas de su mano moviendo el pie con nerviosismo ¿Cómo era posible que se encontrara en el peor escenario posible? La noche anterior no le prestó atención a lo más importante: las consecuencias que traerían sus actos. Era como si hubiera vuelto no solo al punto de partida, sino más atrás.

Tsukishima y él se besaron un par de veces antes de que el más alto se marchara a dormir (como si nada hubiese ocurrido, con normalidad) y Tadashi había pasado toda la noche dando vueltas en la cama sin pegar ojo después. En la mañana, intentó tranquilizarse pensando que al menos tenía de su lado a Kuroo y Bokuto para apoyarse. Pero eso era algo que pensaba hasta que una hora más tarde un sonriente Bokuto llamó a la puerta cargando un par de maletas.

"Tetsu se fue a primera hora de la mañana a terminar un trabajo en Italia y yo vuelvo a Kyoto. Espero que volvamos a vernos cuando volvamos, Yamaguchi. Despídete de nuestra parte de Tsukishima"

Yamaguchi, pálido como la pared, solo había correspondido al abrazo y se había despedido con una sonrisa. No podía decirle lo que había ocurrido y seguir molestándole con sus problemas cuando ya se había tomado tantas molestias preocupándose con él. El verdadero pánico llegó cuando se dio cuenta de que, efectivamente, acababa de quedarse sin su único posible apoyo moral en toda la situación.

De ahí en adelante estaba completamente solo.

Paralelamente, Tsukishima se encontraba en su propia oficina, con la vista perdida en los cientos de papeles esparcidos por la mesa. Kenji había salido a por algo de café para los dos y su mente había aprovechado ese rato a solas para empujarle hacia lo que había intentado ignorar desde que se levantó en la mañana. Sin ser muy consciente de sus acciones, lleva una mano hasta sus labios, rozándolos con las yemas de sus dedos. Una presión molesta le sacude el pecho, pero sabe que son sus propios latidos aumentando. La primera vez que se besaron (cuando Yamaguchi se encontraba algo ebrio) él no se encontraba bien, pero lo de la noche anterior ocurrió mientras estaba en sus plenas facultades.

Además, había sido él el que empezó todo.

Podría echarle la culpa al más bajo por iniciar aquella extraña pelea, pero seguía cayendo en sus hombros toda la responsabilidad de lo sucedido. Nada de lo que hizo tuvo sentido: primero le dijo que debían acabar con lo que fuera que ocurriera entre los dos y después él mismo volvió a echar más leña al fuego. Y luego estaba Yamaguchi. Yamaguchi y la forma en la que le miraba cuando se separaban. Yamaguchi y sus suspiros. Yamaguchi y su extraña tranquilidad; como si estuviera más que acostumbrado a que se besaran.

Tsuksihima cubre su rostro con la palma de su mano ante esas imágenes. Había pasado tanto tiempo rehuyendo de ese tipo de situaciones (sobre todo al contacto físico) que se ha vuelto un completo adolescente al respecto. Su último intento de lanzarse fue con Kuroo, pero salió penosamente mal. Y mejor ni se ponía a pensar en su noviazgo con Megumi, que le había dejado unas marcadas inseguridades al estar en una relación en la que se sentía con el corazón completamente vacío. Como un robot.

Se anota mentalmente que tiene que preguntarle a Kenji qué le dijo exactamente de la chica a Tadashi. La noche anterior le sorprendió que el pecoso le hubiera acusado de aquella forma de acostarse con la chica (lo que hubiera sido completamente normal dado la edad que tienen y que, bueno, estuvieron saliendo un tiempo), pero sobre todo que lo hubiera hecho cuando lo cierto era que ella y él casi no habían compartido nada de contacto físico por su culpa. Y la peor parte era la que Kei había tratado realmente de ignorar y de lo que se avergonzaba a más no poder: su parentesco. Kei ni se había dado cuenta hasta que se lo dijo el contrario, pero ahora incapaz de no pensar en ello.

Estaba hecho un lío y que ya de por sí fuera alguien que da mil vueltas a todos no ayudaba para nada. Hace tres semanas ni siquiera esperaba la visita del pecoso y, ahora, ahí estaba: en medio de su despacho con la cara roja, las pulsaciones a mil y muerto de vergüenza (por sus propias acciones) sin saber qué hacer. Después de lo ocurrido hace año y medio pensó que sería Yamaguchi el que no le querría ver ni en pintura, y que le habría culpado a él por lo ocurrido. Ahora piensa que, en vez de huir y aislarse, debería de haber hablado las cosas, porque Tsukishima siente que se está perdiéndose una parte importante de la historia que ha recreado él mismo basándose en sus propias conclusiones.

I Belong Where You Belong | TsukiyamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora