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Sonreí cuando se quitó la mascarilla y las bolsas de los pies, metiendo la primera en su bolsillo y las otras las había botado en la cocina, siguiendo el camino que ya se sabía de memoria. No pude evitar reír al fijarme en sus pantuflas de perritos, pero yo llevaba unas cómicas de patitos que también lo hicieron carcajearse, por lo que estábamos a mano.

Luego de lavar sus manos y secarlas en su camiseta, se acercó hasta mí para sujetar mi rostro entre sus dedos, y llenarme por todos lados de besos.

—Ya, John... —pedí, pero en realidad disfrutaba ese tipo de cariño.

—¿John qué? La vida es demasiada corta y no hay tiempo que perder, debo aprovechar cada momento para llenarte de besos y hacerte sentir bonito. —sonreí, correspondiendo los pequeños besos en mis labios.

—¿Sean está con Julia? —pregunté, acariciando sus cabellos en cuanto paseó su nariz por mi cuello, haciéndome cosquillas.

—Sip, la visitamos en la mañana y esa mujer lo convenció de quedarse con ella. Sean está encantado con mi loca madre. —no evité reír al oírlo, después de todo, Julia era una mujer muy cariñosa y divertida.

John rodeó mi cuerpo, y besó mi frente con suavidad, pegándome a su anatomía. Decidí alejarme con sutileza sólo lo suficiente como para que nuestras miradas consiguieran hacer contacto. Cerré los ojos con lentitud, y acerqué mi rostro al suyo, sabiendo que había hecho lo mismo cuando sentí nuestros labios chocar, y tener uno de los mejores contactos que podían existir en el mundo. Nos besábamos con una sincronía casi perfecta, nuestros labios simplemente parecían encajar con el otro como si fuesen piezas de rompecabezas, y éramos las piezas indicadas el uno para el otro. Luego de poco tiempo su lengua rozó mis labios, pidiendo cruzar, a lo que accedí luego de sonreír brevemente, y los separé dándole el paso.

Ya nos habíamos dado ese tipo de besos, pero esta vez parecía diferente; se sentía diferente. Había algo en el ambiente, o era la situación misma, que me hacía sentir que todo era distinto, que era algo nuevo. Estábamos solos, completamente solos en el apartamento, ni siquiera mi adorable Martha estaba dando vueltas por la sala ya que George tenía ganas de un poco de cariño perruno este día, y lo dejé estar con ella.

Sus manos descendieron a mi cintura, pegándome a su cuerpo, y yo me afirmé de sus hombros, recibiendo un par de descargas eléctricas por toda mi anatomía debido a la satisfactoria cercanía. Nuestras bocas se movieron con mayor intensidad, y mi traviesa izquierda rozó el borde de su camiseta, metiéndose debajo de ella para acariciar su marcado abdomen.

—Me gusta cuando nos besamos... —confesé al separarnos, buscando recuperar el aire perdido.

—Yo amo cuando nos besamos... —reí bajito.

—¿Esto es una competencia? —bromeé, y él solo rió ante mi pregunta.

John volvió a besarme, tomándome por sorpresa, pero esta vez no comenzamos con tanta lentitud como antes, y nuestra lenguas se reunieron de inmediato, danzando juntas a la par que pequeños jadeos salían de nuestros bocas cuando nos alejábamos un segundo para respirar y continuar en nuestro mágico momento, encerrados en una burbuja alejados de todo el mundo. Sentí una de sus manos bajar más, hasta posicionarse sobre mi muslo, lugar donde dio un ligero apretón. Instintivamente presioné sus hombros por la sorpresa, y me sentí culpable cuando se alejó inmediatamente.

—¿Te molestó? Lo lamento. —sonreí un poquito, interrumpiéndolo.

—No quise asustarte John, no te preocupes —lo calmé, acariciando su mejilla.— perdóname por eso.

—No te disculpes Paul. —dijo, besando cortamente mis labios.— Sólo dime si algo no te gusta.

Asentí, y terminé por alejarme completamente de él, dirigiéndome hasta el pasillo del apartamento. John me observó confundido, e hice una pequeña seña con mi cabeza, la cual apuntaba hasta mi habitación. Él pareció comprender lo que intentaba decirle, y se acercó rápidamente, tomando mi izquierda y posicionándose a mi lado.

don't touch me ; mclennonTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang