18

534 78 54
                                    

Al llegar a casa no pude evitar soltar todo.

Toda mi historia con Klaus, todas mis heridas, mis dolencias, mis traumas, absolutamente todo, ahora era parte del conocimiento de John también.

Mi cabeza descansaba sobre su pecho, mi respiración era temblorosa, y me dolía pestañear por el hecho de haber llorado tanto. Mi voz estaba rasposa, casi ya no sonaba, y estaba seguro de que mi rostro continuaba rojo luego de todo. Ahora finalmente me sentía mucho más tranquilo, después de haberle contado todo a John, me sentí más calmado, y aún más luego de que decidiera quedarse a mi lado y consolarme.

—Quiero dejar de llorar por lo ocurrido, quiero superarlo por completo, pero ha sido muy difícil... —murmuré, sintiendo sus caricias en mi cabello.— Y el hecho de que haya regresado empeora todo...

—¿Intentaste con terapia, Paulie? A veces ayuda. —asentí.

—Cuando terminamos asistí dos años, y funcionó un poco...

—Tranquilo, te dije que ese tipo no te tocaría ni un solo cabello, y es una promesa. Voy a cuidarte. —sonreí con suavidad al oírlo, sintiendo un pequeño beso de su parte en mi cabeza.

Estaba enamorado de John, pero temía que mis problemas pudieran influir o arruinar lo nuestro. Me aterraba.

—Desde que te conocí, he mejorado mucho, me ayudaste aún más que la terapia John. He logrado tantas cosas que no creí posibles antes, como volver a enamorarme alguna vez... —confesé.

—Me alegra oír eso Paul, y no sabes lo muy enamorado que yo estoy de ti...

Sentí el rostro caliente cuando oí sus palabras, y reí bajito cuando su cuerpo me abrazó con fuerza, rodeandome de un agradable calor, inundandome con cariño y haciéndome sentir querido, porque era aquél el sentimiento que John me infundía cuando estaba a su lado.

Giré con lentitud en mi lugar, quedando mi rostro cerca del de mi vecino gracias a nuestras posiciones. Él estaba recostado en el sofá, yo junto a su cuerpo, con su brazo rodeando mi cintura, acariciando con sus dedos mi espalda de manera tenue, tan lento y suave que casi no podía sentirlo. Mis ojos se cerraron casi por inercia cuando sus falanges ascendieron hasta mi rostro, acariciando mi mejilla y quedándose justo ahí donde mi barbilla estaba un poco rasposa porque no me había afeitado hace unos días. Nuestras respiraciones chocaban, el aroma a su perfume y a menta de su aliento me fascinaba, tanto que por un momento todo se esfumó de mis pensamientos, y sólo John estaba en mi cabeza.

—¿Puedo...? —sonreí con un poquito de vergüenza, y asentí a su pregunta que no terminó de hacer, pero que ya sabía de todas formas cómo terminaba.

Estaba listo.

—Puedes...

Cerré los ojos otra vez cuando lo vi cerrar los suyos, y a continuación sentí sus labios rozar los míos con tanta suavidad, con tanto cariño, que una última lágrima rodó por mi mejilla. Su pulgar no tardó en eliminarla, y nuestros labios hicieron un poco más de presión, nuestras cabezas se ladearon, y tuve el mejor beso de toda mi vida, sin necesidad alguna de que tuviésemos que excedernos, sin necesidad de ponernos groseros o calentar el ambiente, era un beso tan inocente y suave que simplemente me había hecho sentir en paz y a gusto, sentir que no estaba haciendo algo malo, sentir que era correcto.

Me fue inevitable comparar a John con Klaus, y es que todo era completamente distinto con ambos. Mi ex era un abusivo, nunca preguntó si estaba de acuerdo con lo que hacíamos, nunca se preocupó por mis sentimientos; nunca se preocupó por mí en ningún sentido. John era todo lo contrario, él era como un ángel caído del cielo, un arcoíris en el tormento que era mi vida, un pequeño rayito de sol que temía ver, pero que no dudó en alumbrar con más intensidad, hasta tocarme por completo e invadirme con su cálida luz.

don't touch me ; mclennonWhere stories live. Discover now