23

412 63 85
                                    

—¿Ustedes ya lo hicieron? —ante su indebida pregunta, mi novio se ahogó con el agua que bebía, y yo sentí el rostro completamente caliente, no sabiendo si era por vergüenza o rabia. Quizás era la primera.

—¡Michael McCartney! —él alzó los hombros, haciéndose el tonto.

—¿Qué hice? —con notoria molestia señalé los pasillos del apartamento, indicándole con claridad mi intención.

—Vete a tu cuarto. —ordené.

—¡Pero no hice nada! —le di una mala mirada, y obedeció, levantándose de su asiento para marcharse al cuarto de invitados, llevándose a Martha.

John me observó tras sus gafas ópticas redondas, y soltó una pequeña risita que logró contagiarme en cosa de segundos. No era tonto, y sabía que reíamos para evadir el tema, pero era mucho mejor así.

—Lo siento por eso, no piensa lo que dice. —me disculpé en nombre del desgraciado que se había ido caminando hace poco.

—Está bien, lo entiendo. Después de todo, Mike fue nuestro cupido, ¿no? —sonreí, y asentí.— ¿Quieres hablar sobre eso?

Negué casi de inmediato. De tan sólo pensarlo sentí el rostro caliente, y el corazón casi salir de mi pecho.

—Nop, así estamos bien. —contesté con una risita nerviosa, sintiéndome un completo tonto.

Estamos bien.

John iba a hablar, pero como si fuera por arte de magia, mi hermano regresó a la sala, llevando su mascarilla y sus zapatillas puestas. Anunció que mi mejor amigo lo había invitado a jugar en su consola de videojuegos, y es por eso que con una gran sonrisa desapareció de nuestras vistas saliendo por la puerta, dejándonos completamente solos en mi apartamento, con un no muy agradable silencio incómodo haciéndonos compañía. Gracias hermanito.

Evité removerme en mi lugar en cuanto John tomó asiento a mi lado, cerca, pero no tanto como para rozarnos. Él carraspeó, y lo observé de reojo durante unos segundos, viendo su mano acercarse hasta la mía, para terminar entrelazando nuestros dedos, creando un contacto que no rechacé. Sabía que mi novio tenía ganas de hablar al respecto, nos conocíamos hace buen tiempo ya, y como todo adulto, era consciente de que tenía ciertas necesidades humanas, al igual que yo.

—¿Te gustaría que lo hiciéramos alguna vez? —tragué saliva.— Te lo pregunto porque no quiero cruzar la línea y arruinar las cosas contigo, tampoco me gustaría que aceptaras intentar hacer ciertas cosas conmigo sólo porque me quieres y creas que me molestaré contigo si no quieres hacerlo.

—Me da miedo, —confesé, presionando sus dedos con los míos.— nunca lo disfruté, y me aterra que suceda así nuevamente...

—¿Te gustaría que lo intentáramos? —volteé en su dirección, ahora nos estábamos mirando el uno al otro.— Si no te sientes cómodo, nos detenemos. No tiene que ser una mala experiencia.

—Me gustas mucho, y tengo muchas ganas de hacer esas cosas contigo... —murmuré, con las mariposas revoloteando por mi estómago.

A continuación nos quedamos en silencio, simplemente mirándonos y acariciando nuestras manos. John hizo el amago de acercar su rostro, dubitativo, por lo que yo avancé también. No era inocente, tampoco era tonto, sólo me sentía hiper tímido y torpe, temía no ser suficiente; pero quería dejar de sentirme así, y confiar en que las cosas saldrían bien. Nuestras respiraciones chocaron brevemente, acercándonos al otro hasta que se rozaron nuestros labios, dando pie a un profundo beso. Por inercia cerré los ojos, dejándome llevar por aquél beso que parecía ser eterno, y cada vez se transformaba en uno más profundo y con mayor movimiento, hasta que metimos nuestras lenguas al juego.

don't touch me ; mclennonWhere stories live. Discover now