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Sin pensarlo estiré mi mano para detenerlo, impactando con su pecho, John me miró confundido, pero luego emitió un ah, riendo.

—Cierto, la distancia. —pero yo no le había prestado atención.

Y en cambio, observaba mi propia mano en un estado de shock, ¿de verdad lo había tocado? Me sentí desesperado, necesitaba lavarme las manos rápidamente, por lo que no dudé en salir corriendo disparado a mi baño, poniéndome mucho jabón antibacterial y metiendolas bajo el agua fría. Cuando regresé a mi sala pude ver la expresión de culpa en el rostro del castaño, tal vez estaba siendo muy severo, pero era algo que no podía controlar.

—Lo siento. —me disculpé con él.

—No te preocupes, sé que soy muy descuidado con esto, pero es que aún no logro acostumbrarme. —y por primera vez desde que lo conocí, me sentí culpable.

Cuando escuché un pequeño ladrido, observé donde la cama de Martha estaba a aquella pequeña bola de pelos negra revolcándose, jugueteando allí como si fuese su cama. Reí suavemente cuando el cachorro hizo contacto visual conmigo, y corrió en mi dirección, pero lo ignoré, sintiendo algo de culpa ya que adoraba a los perros, pero no sabía de dónde venía ni en qué lugares estuvo, además, Martha podría ponerse celosa.

—Tengo un TOC. —le confesé por algún motivo que no conocía al tipo frente a mí.

—Oh... Lo lamento por todo, no era mi intención incomodarte, es sólo que yo soy así, ya sabes, muy cercano a la gente. —asentí, recordando que mis hermanos eran iguales, abrazando a todo el mundo y adorando el contacto.

—No te preocupes, lo entiendo. Pero intenta evitarlo conmigo, por favor. —John sonrió.

—Ah, él es Loki, mi pastor belga groenendael y compañero de piso. Quería llamarlo Thor, pero no combinaba con su pelaje. —reí suavemente, viéndolo tomar a su perro y dejar que lamiera su rostro.

—Yo tengo un pastor inglés. —John sonrió en grande.

—Podríamos sacarlos a pasear juntos un día, y manteniendo la distancia entre nosotros, por supuesto. —sonreí detrás de la tela.

—Suena bien. —accedí.

Algunas veces George me acompaña al parque cuando de pasear a Martha se trataba, pero siempre mantenía a mi mejor amigo un metro lejos de mí. Tal vez sería buena idea seguir los consejos de mamá y relacionarme con más personas, todo aquello sin olvidar la situación por la que el mundo pasaba, y cuidarme.

—¡Cool! Nos vemos Paul. —sacudió su mano en forma de despedida, y regresó a su hogar, yo cerré la puerta finalmente.

Descargué el aroma del aerosol sobre mí, y lavé mis manos otra vez, terminando por rociar un poco del aerosol en la cama de Martha también, esponjando su cojín para que se recostara allí a descansar cuando regresara.

Caminé hasta la cocina y saqué una lata de cerveza, sentandome frente a la isla y observando un punto fijo en la pared, bebiendo el contenido lentamente. No acostumbraba a beber durante la semana, incluso los viernes como hoy, pero últimamente estaba algo cansado y frustrado, además, tenía un poco de tiempo libre ahora, ¿qué malo podría suceder por desordenar un poco mi rutina? Mi médico me había recomendado intentar alocarme un poco, no estaría mal hacerlo.

Aquella lata se convirtió en dos, luego tres, y después de la quinta perdí la cuenta, George me había comprado muchas la última vez que salió para hacer las compras, mi amigo era un completo bebedor, pero sabía controlarse mucho más que yo, que no acostumbraba a beber demasiado. Sin pensarlo caminé con torpeza a la sala, sentandome en el sofá mientras buscaba algo de música por mi televisor, botando el control a mi lado cuando supe que era la banda correcta, dejando caer mi cabeza hacia atrás, observando el techo un poco ebrio, queriendo quitarme esa sensación de estarme moviendo a pesar de estar sentado y tranquilo, sintiendo una felicidad inexplicable.

don't touch me ; mclennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora