13

515 67 52
                                    

No evitaba morder mi labio para evitar soltar aquellos ruiditos de emoción que sentía mientras estaba bajo la ducha. Sabía que el ruido del agua podría acallar con facilidad cualquier sonido que saliera por mi boca, pero me sentía demasiado tímido como para expresarlo. Aún podía sentir su cálido tacto en mi piel, acariciandome con tanto cuidado que me hizo sentir un inmenso calor en mi corazón.
Había sido inevitable para mí bañarme a penas regresé a mi hogar, pero me sentía orgulloso de todas maneras por atreverme a ir a su apartamento, tocar cosas, y no sentir que perdería la cabeza por eso. Estaba orgulloso de lo que hice, porque sin dudas, había sido mi mayor avance durante meses, tal vez años, y me tenía sumamente contento.

John incluso me había preparado un pequeño pastel de cumpleaños, y aunque le dije que sería innecesario, también me esperaba con un regalo; aquella figura coleccionable de Sherlock, o más bien, de mi actor favorito protagonizando a mi personaje favorito de mi serie favorita, una figura que había buscado durante mucho tiempo y nunca pude dar con ella.

Salí del baño vestido con ropa interior, listo para irme a la cama, incluso llevándome a Martha de lo feliz que estaba, concediéndole el deseo de dormir conmigo a pesar de que estuviera más grande y soltara un par de finos pelos, estaba tan feliz que no me importaba en lo absoluto, y nada podría amargarme. Tenía ganas de gritarle a todo el mundo que me gustaba John, ganas de expresar tantas cosas dentro de mí que me harían explotar en algún momento.

La vibración de mi celular llamó mi atención, y lo tomé rápidamente, deseando que fuese un mensaje de mi vecino, quien había acostumbrado a desearme las buenas noches hace unos días, pero cuando el teléfono continuó vibrando supe que se trataba de una llamada. Curioso observé un número desconocido en mi pantalla, y contesté de inmediato, no queriendo que sonaran más timbres porque eso me ponía realmente ansioso.

—¿Hola...? —pregunté ante el largo silencio al otro lado de la línea.

¿Tienes idea de lo difícil que ha sido dar contigo? —con rapidez me senté en mi lugar, casi por inercia, sintiendo mi respiración frenar.

Aquella rasposa voz con su característico tono cínico me hicieron tragar saliva, generando mil recuerdos como una ráfaga en mi cabeza. Y a pesar de la rapidez con la que las memorias transcurrieron, tuve el tiempo suficiente como para revivirlas todas y cada una de ellas en cosa de segundos, incluso aquellas que ya había olvidado hace años atrás, abriendo la herida que tanto me había esforzado en curar.

Estaba en shock.

—Klaus... —suspiré su nombre con temblor, con un temeroso temblor.

Regresé de Estados Unidos y fui directamente a tu casa para buscarte, ¿y qué crees? Tu hermanita fue muy generosa al darme tu número, pero tu madre interrumpió cuando me iba a dar más información... —y el miedo se incrementó.

Nadie en mi familia -a excepción de mi hermano- sabía que había tenido una relación con él. Todos creían que era un buen amigo y nada más, pero mamá siempre sospechó, y agradecí que se hubiese comportado esquiva con él en ese momento.

—¿Por qué volviste...? —pregunté bajito, sintiendo mis ojos cristalizarse, pero manteniendo mis labios tan unidos para evitar sollozar.

Volví por ti Paulie-mira, ambos cometimos errores en el pasado, pero éramos jóvenes. Ahora quiero que reparemos las cosas, ¿qué dices? —negué, negué repetidas veces y me limpié las lágrimas que ya se habían escapado.

—No Klaus... —respondí, y me levanté de mi lugar.

Estaba tan mal que no podía quedarme quieto, sentía náuseas, mareo, la respiración me fallaba. Estaba fatal.

don't touch me ; mclennonDove le storie prendono vita. Scoprilo ora