43. Distintas razones

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Distintas razones

Bree

Ubicada en el asiento trasero, levanto la vista cuando el señor Besh toca bocina y llama la atención de una desconcentrada Sunny que está con su cuello estirado buscando el coche de su padre. Tras el sonido nos encuentra, trota para alcanzarnos y sube al lugar de copiloto.

Guardo mi cuaderno en la mochila apenas cierra la puerta y gira a verme una vez que el motor se pone en marcha.

—¿De verdad vamos a hacer eso? — apunta en referencia a lo que el castaño dijo cuando salimos.

—Supongo — alzo uno de mis hombros. — No es una mala idea... — vacilo, dejando mis palabras inconclusas.

—¿Pero...? — hace un ademán con su mano para que continúe y suspiro, desviando mi mirada a la calle.

—La idea es buena y me gusta, por obvias razones me gusta mucho — rio apenas y ella asiente al saber de qué le hablo, pero mi sonrisa desaparece cuando lo recuerdo. —, pero fuera de eso... siento que no era precisamente eso lo que él quería decirme. Tengo la sensación que era algo... diferente y que a último momento se arrepintió de abrir su boca y compartirlo conmigo, y cambió su idea y surgió... esto.

Hago una mueca. Nos sumimos en silencio y lo único que hago es bajar la cabeza para ver como mis dedos juguetean entre ellos. Entonces pienso y rememoro lo acontecido hace unos minutos y llego a la misma conclusión que cuando subí al auto: por alguna razón que desconozco, Zeph se decantó por una opción de escape. Lo delató su forma de expresarse, de pararse y expulsar las palabras, pero fueron sus ojos los que lo confirmaron.

Las miradas no mienten. Pueden intentarlo, pero escasas veces lo consiguen.

Lo de mi compañero de Portugués fue un intento fallido, y ahora la curiosidad no está haciendo otra cosa más que matarme.

Necesito conocer qué era eso que sus ojos color cielo querían exclamar pero que su boca prefirió callar. Quiero saber la verdad, pero algo que ninguna persona tiene que hacer es obligar a otra a hablar a la fuerza sin que ésta tenga la intención de hacerlo, porque detrás existen razones fundadas para permanecer en silencio.

Y en lo que a mí respecta, lo respeto.

Por eso, por las razones que Zephyr lleva a cuestas, haré lo posible para calmar mi lado fisgón y que no se vuelva insistente en meterse en un terreno en el que no le corresponde andar.

—No les des vueltas — comenta mi amiga. — No... no debe ser nada importante si no... si no lo dijo... ¡Breena!

—Chusma, chusma — como si tuviéramos cinco años, le saco la lengua y me burlo, alejando mi mochila para que no pueda tomarla y descubrir lo que llevo dentro.

Ella chilla y yo rio.

Tendrá que aguantar a que lleguemos a su casa para ver lo que tengo planeado.

Invitación a volarTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang