28. Lo peor

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Lo peor

Zeph

No sé qué es peor: si levantarme sabiendo que es lunes, o levantarme sabiendo que es lunes y que las gemelas se encarguen de torturarme durante todo el desayuno por lo que todavía no hice, reproduciendo el sonido que hacen las agujas del reloj una y otra vez. Un constante tic, tac que sale de sus bocas, ingresa por mis oídos y recorre el camino hasta llegar a mi cabeza y recordarme el gran cobarde que soy.

Sin embargo, se dan cuenta que hoy su método de tortura no funciona cuando no me inmuto. Buscarán otro, pero tampoco surtirá efecto por una simple razón: no dejaré que el miedo vuelva a calarme los huesos y me arriesgaré.

Hoy, aunque suene algo apresurado, daré el paso.

Sí, Zephyr Lake lo hará. No sé si estoy lo suficientemente listo para hacerlo, siento que aún me faltan un par de conocimientos, pero estuve dos semanas preparándome en lo básico del idioma Breenandés y eso, según dicen, ayuda a sobrevivir. Al menos por el momento.

—Salgo a las tres.

Asiento con mi cabeza al aviso de Naia y veo como se pierde por las escaleras dirigiéndose a su primer clase mientras yo sigo dejando y sacando cosas de mi casillero, preparándome para subir al segundo piso y no bajar hasta que finalice la jornada.

En cuanto termino, cierro la abertura de chapa y giro a mi izquierda, encontrándome a Bree a unos escasos metros.

Ella ya está aquí. Sonrío por eso.

La curvatura de mis labios evidencia felicidad por la chica de ojos dorados, también orgullo por mí mismo, por haber reunido la suficiente valentía como para hacer lo que vengo postergando hace tres años, específicamente desde que llegué a este instituto y vi a Breena Sanders por primera vez.

Voy a avanzar hacia ella, pero un chico que no conozco se interpone en mi camino y llega a la muchacha de cabello rosado antes, acaparando su completa atención. No me hace ruido que esté hablando con ella, pero todas mis alarmas se encienden cuando lo veo entregarle un ramo de flores y, a continuación, a ella abrazándolo por el cuello.

A los metros noto como su sonrisa se extiende de oreja a oreja y sus iris iluminan más de lo normal; han adquirido un brillo especial, y ese muchacho de camisa cuadrillé y flores preciosas ha sido el causante.

Las gemelas tenían razón.

Lo peor que me podía pasar era que alguien fuera más rápido que yo. Cuando escucho como dice la frase «¿quieres ir al baile conmigo?» y ella asiente con su cabeza, siento como mi mundo acaba de venirse abajo.

Invitación a volarWhere stories live. Discover now