11. Pequeña compañía

228 62 1
                                    


Pequeña compañía

Zeph

Sunny y yo nos miramos, y la rubia se encoje de hombros.

—Es su culpa por vivir lejos — me indica y parpadeo.

—Tú te equivocaste de bus, y después de parada — replico.

—Agradece que te fui a buscar.

Se abre paso al interior del piso en donde vive Breena y se maneja con la naturalidad y confianza como si fuera su propia casa. Yo, en cambio, espero a que la chica de ojos dorados me invite a pasar y recién ahí entro. La puerta se cierra tras mi espalda y una vez que ella toma la delantera, la sigo hasta el pequeño living-comedor en donde Sunny ya está cómodamente sentada en el sofá, al lado de una niña a la que no le llegan los pies al suelo.

—Siéntate — me pasa una de las sillas que rodean a la mesa y me sonríe de lado —. Mamá aún no llega y no podemos dejar a Flora sola.

Con su cabeza me indica a la pequeña de cabello castaño. Yo asiento.

—¿Es tu hermana?

—Sí.

Bree se sienta en el apoyabrazos del sofá y le acaricia el cabello a la niña, que no despega su vista de la tablet que tiene entre sus manos. Todos, incluido yo, nos quedamos observándola en completo silencio, a excepción de la música del jueguito y los extraños sonidos que se escuchan cuando los diminutos dedos tocan la pantalla.

Estamos inmersos en esa burbuja hasta que oímos como la puerta de entrada se abre y unas llaves caen al suelo. Apenas unos segundos después, una mujer ingresa al sector del departamento en donde todos nos encontramos.

—Hola, mamá.

—Hola a todos — Sunny y yo saludamos a la recién llegada antes que desaparezca por el pasillo acompañada de su hija mayor, y poco después de la menor, que se baja de un salto del sofá y corre hasta perderse del alcance de mi vista.

La rubia y yo permanecemos en nuestras ubicaciones, sin movernos ni abrir la boca hasta que, pasados unos pocos minutos, la chica de cabello rosado vuelve a nosotros. Es ahí cuando nos ponemos de pie para irnos al shopping, pero ella nos detiene antes de que podamos avanzar.

—Cuando terminemos, iremos por helado.

—¿Helado? — inquiere extrañada Sunny. — Pensé que...

—Helado — reafirma con una sonrisa. — ¿O no, Flora?

La castaña de enormes iris verdes reaparecerse en la sala, toma la mano de su hermana y asiente con su cabeza.

Nunca en mi vida creí que terminaría siendo el asistente de una niñera un sábado por la tarde, no obstante, lo acepto con una sonrisa porque estoy junto a Breena.

Eso me hace feliz, y acelera a mi corazón.

Invitación a volarWhere stories live. Discover now