48. Búsqueda nocturna

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Últimos 2 capítulos !!!

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Gracias por el apoyo. Nos leemos pronto. <3

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Búsqueda nocturna

Zeph

Cuando la pelinegra nos sorprendió a la salida y dijo que pasaría a dar una mano con la decoración, creo que ninguno de los tres se imaginó que con ella vendría más de la mitad de los chicos del grupo de organización del baile para colaborar. Incluso dos de ellos compraron varias pizzas para cenar todos juntos aquí, en el instituto.

—¡Que alguien vaya por otra escalera! — la mismísima presidenta del centro grita dando indicaciones, usando sus manos como megáfono desde el medio del gimnasio que estamos ambientando para el baile de mañana. Algunos se asustan y otros dejan de hacer lo suyo para voltear a ella, que sigue pidiendo que nos apuremos porque nos queda poco tiempo del permitido para terminar con nuestro trabajo.

Tras asentir, regreso a mi tarea. Rodeo la viga de chapa con el hilo, afirmo con dos pequeños nudos y dejo caer al pequeño avión con sutileza hasta que queda flotando, simulando que vuela como casi la treintena que ya hay dispersos por el lugar, como también lo harán los que faltan colgar.

Después de todo, mi propuesta improvisada terminó siendo aceptada por Lyla cuando fui a ella por otro tema a inicios de la semana y aproveché a comentársela. Tan encantada quedó con la idea que puso a toda su familia a hacer avioncitos de papel; en ningún momento controló la cantidad que llevaban, por lo que un par pasó a ser cantidad moderada para transformarse en excesiva en cuestión de un día.

Eso con solo tres personas en su casa, nos confesó. No quiero imaginar si eso mismo nos lo hubiéramos puesto a hacer mis padres, hermanos y yo. La palabra «lío» hubiera quedado cortísima para describirlo.

Lentamente y con seguridad desciendo los escalones que subí para alcanzar la altura del techo del gimnasio. En tierra firme me recibe Milo, mano derecha de Lyla y conocido por ser el vicepresidente de los estudiantes, que estuvo ayudando sosteniéndome la escalera mientras yo estaba arriba. Golpeamos nuestras palmas haciendo un high five por la buena dupla que formamos y nos separamos para ayudar en las tareas que aún están atrasadas.

No obstante, antes de seguir, me dirijo en busca de una rebanada de mozzarella. Mi estómago lleva rugiendo por algo de comida desde un rato después de que llegué, por lo que es hora de darle su recompensa.

Mientras estoy en eso y observo el panorama frente a mis ojos, me doy cuenta que nadie ha ido al cuarto del conserje en busca de lo que la pelinegra solicitó a los gritos. Niego resignado por la falta de voluntad de tuvieron varios de levantarse e ir. Son unos pocos metros, no la otra punta de América. Por eso mismo termino haciéndolo yo.

Una vez que la encuentro dentro del completo desorden que es este sucucho, sumado a la falta de luz porque ni siquiera pude dar con el interruptor, salgo mordiendo el borde de pizza que queda en mi mano y me encuentro con una rubia que camina nerviosa en mi dirección sin dejar de mirar hacia ambos lados del corredor como si estuviera buscando algo.

—Zeph — se sorprende de verme y estira su cuello sobre mis hombros para observar algo a mi espalda, pero ella hace una mueca antes de que yo pueda girarme, por lo que no lo hago. —. Pregunta: ¿viste a...?

—¡Dios! ¡Gracias al cielo hay alguien que sí me escucha en este lugar!

El mismo camino que hacía Sunny instantes atrás, ahora lo transita mi compañera de Economía. A medida que avanza a nosotros, sigue exclamando un «gracias Dios» con su vista puesta en el cielo de la construcción y sus manos entrelazadas en el medio de su pecho.

—Eres el mejor, Zephyr — agradece una vez más después de sacarme la escalera de las manos y cargarla en uno de sus hombros. Le digo que no tengo problema en llevarla yo, pero ella insiste en que puede cargarla. Sin siquiera dar un paso, la presidenta se detiene y da la vuelta a Sun y a mí, que permanecemos en el mismo sitio que antes. — ¿Saben algo de Bree? No la veo hace rato.

—¡Yo tampoco! — contesta preocupada la chica de teatro. Yo frunzo mi ceño confundido. — Eso es lo que iba a decirte — me indica algo alterada. —. La busqué en los tres pisos: en aulas, baños y hasta en cafetería y laboratorio, pero no está. No sé dónde se metió. No dijo nada y encima su celular está con mis cosas en el gimnasio. Irse no se fue porque yo debo llevarla a casa, pero no puedo encontrarla. Es imposible localizarla.

Sunny habla tan rápido que se le atropellan las palabras, por lo que, tras hacerlo, toma una profunda bocanada de aire y se calla, haciendo que el silencio pase a ser parte de nosotros. Permanecemos los tres sosteniéndonos las miradas y teniendo un pensamiento en común: ¿dónde cuernos se metió Breena?

 Permanecemos los tres sosteniéndonos las miradas y teniendo un pensamiento en común: ¿dónde cuernos se metió Breena?

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Invitación a volarWhere stories live. Discover now