39. Historia

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Estamos entrando en la recta final. Que disfruten.

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Historia

Zeph

Hace una semana que evito ir a la cafetería en la hora del almuerzo.

Ahora, después de lo mal que hice sentir a Breena el viernes, más la ahorro.

Hago bajar dos sándwiches de la máquina del primer piso y subo al segundo, en donde la tercera Lake espera su almuerzo. Naia frunce sus labios cuando ve lo que le traje; ella creía que le conseguiría uno de los tuppers de plástico de la comida del día, pero no tiene ni idea que estoy esquivando el lugar donde los entregan. Invento que había mucha gente en la fila y que no me iba a dar el tiempo para ir al casillero, tomar mis cosas para Economía y subir los pisos, lo cual sé que no se cree. De todos modos, no dice nada. Acepta el paquete que pude conseguir por las pocas monedas que llevaba en la mochila y se despide de mí entrando a su aula. Es entonces cuando yo me dirijo a la mía.

No hay casi nadie en la tercera planta del edificio y eso tiene una clara razón: están todos, o la gran mayoría, comiendo en el primero. Tranquilo, ingreso en el salón en donde curso mi última asignatura de los lunes y hago zigzag entre los asientos hasta que llego al que siempre ocupo, uno en la fila derecha, contra de la pared. Procuro usar el tiempo que tengo a mi favor para descansar lo que no pude por la noche, no obstante, otra vez no puedo hacerlo porque alguien entra.

—Tenemos que hablar.

Es obvio que se dirige a mí. No hay nadie más.

La rubia zigzaguea las mesas vacías y se sienta en la que está delante de la mía, dejando sus piernas colgando a ambos lados del respaldo de la silla, donde apoya sus antebrazos y por encima, su cabeza. No digo nada, ella tampoco lo hace, pero su mirada amenazadora me obliga a abrir primero la boca.

—No pude hablar con Breena — declaro. — Fui el sábado a su casa...

—Fui el sábado a su casa y hablamos — Sunny me interrumpe y me quedo sin palabras. Su comentario me toma, además de mudo, por sorpresa. — Me contó su lado de la historia.

—¿Qué historia?

Que yo supiera, no estamos hablando de ningún libro en donde la trama es contada por los dos puntos de vista de los protagonistas, sino de una explosión de pasillo en donde uno (yo) estalló y otro (ella) se llevó los efectos de lleno.

Sunny Besh resopla y murmura un «idiota», dirigido a mí por mi estúpida pregunta, y pasa a explicarme lo que la chica de cabello rosado pastel le dijo la otra noche con respecto a lo que sintió cuando estallé contra ella por algo en lo que no tenía nada que ver. La rubia también me confiesa que le reveló a su mejor amiga lo que a mí me estaba pasando ese día para hacerle saber que ella no tuvo la culpa de nada, sino que fue todo un cúmulo de cosas, una marea violenta que no supe dominar a tiempo y que terminó, por error, arrollándola a ella.

Que Sunny le haya dicho todo a Breena no quita el hecho de que yo no tenga que pedirle disculpas a la cara, esas que todavía le debo. Eso es lo que le prometo a la estudiante de teatro que haré lo más pronto posible, antes que ella se despida y salga del aula de Economía.

Invitación a volarWhere stories live. Discover now