Capítulo 17.

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El corazón herido de un jade (Lan Zhan)

Habían pasado dos noches desde que partieron y nos encerraron en este lugar. El mal presentimiento de lo que estaba por pasar carcomía mi alma y apuñalaba mis pensamientos a cada segundo. Xichen me miraba preocupado y debes en cuando se sentaba a mi lado intentando equilibrar mi energía con la suya. Había estado todo este tiempo intentando destruir él selló, pero por más que intentaba, lo único que lograba era dañar mis meridianos con la gran cantidad de energía que perdía a través de los incesantes ataques. Estaba frustrado, no sabía que hacer y sentía que él corría peligro; pero no fue hasta que vi la flor en el dorso de mi mano opacarse que no tome el peso de lo que realmente estaba pasando, fue en ese momento que perdí el control de mis acciones y una angustia se apoderó de mi razón. —¡Wangji! Tienes que calmarte.

Mire a mi hermano con la mente cargada de impotencia y mis ojos iban de su mirada preocupada hacia la opacidad en mi mano. Respire profundamente y pase mis dedos sobre la marca viendo cómo está se volvía cada vez más gris. —Está en peligro, ¿realmente pretendes que me calme? ¿Te calmarías y estarías pacientemente si fuera tu Tao? Hermano, no me importa morir, pero vivir sin la mitad de mi alma ¿es realmente vivir?

La mirada angustiante y culpable de XiChen se dirigió hacia el piso y negó lentamente en silencio, dio dos pasos hacia mí y poso su mano en mi hombro apretándolo con contención. —Bien, salgamos de aquí y vamos por él, sin importar lo que pase, tu hermano te apoyara hasta el final.

Intente sonreír a sus palabras, pero el constante dolor en el pecho y el terror que provocaba la sensación de perder a Wei Ying, me hacía imposible siquiera respirar con normalidad. Asentí rígidamente y cerré los ojos pensando en la forma de salir, sabía que intentar usar la fuerza no serviría de nada, peor fue entonces que recordé que la mayoría de los sellos de nuestro Clan, eran prácticamente obsoletos ante nuestra naturaleza. Y es que no hay muchas armas o poderes espirituales que logren afectar a un dragón, mucho menos si hablamos de uno de sangre directa. Mire a mi hermano y camine rápidamente al centro de la prisión de hielo, mire hacia arriba y justo en medio se podía apreciar el exquisito tallado de jade y hielo en forma de un dragón, justo en aquella figura imponente se podía ver claramente como el sello era más frágil y se filtraba la energía que emanaba la sala de reclusión. —Saldremos de aquí, necesito tu energía, hermano.

Xichen me miro, miro el techo y abrió fuertemente los ojos. No dijo nada, pero pude apreciar como aquellos orbes brillaron al devolverme la mirada; se posicionó rápidamente tras de mi adoptando una posición de loto, y tras paso arduamente toda la energía hasta que de sus manos se desvaneció la luz dando indicio que su poder espiritual había decaído, no era mucho problema y sabía que necesitábamos salir de allí. Desate mi túnica mirando el techo, apreté fuertemente mis puños y de un segundo a otro mi cuerpo se había trasformado en un elegante dragón blanco azulado dando a relucir unas escamas de tonalidades perladas, pero incluso más duras que el diamante y más afiladas que cualquier hoja de la espada más filosa. Me alcé por los aires y di directamente en el centro de la figura tallada en el techo, mi cola golpeo tan fuerte contra el jade que el lugar completo tembló en consecuencia. Me aleje lentamente y acumule la energía en mi estómago, sentí como una bola de poder se iba formando dentro de mí, canalice mis pensamientos y fije concentrado el punto justo donde la barrera se notaba más débil. Tenía una sola oportunidad, un solo golpe para poder salir de aquel lugar que durante milenios había sido impenetrable una vez sellada. Me abalance firmemente hacia el punto de ataque, deje escapar toda la energía concentrada en mí y la explosión entre ambas fuerzas provoco que saliera despedido fuertemente azotándome contra los muros de hielo del salón. Mi cuerpo volvió rápidamente a normalidad, el frío envolvió mi cuerpo y al mismo tiempo activo mis sentidos haciéndome salir del aturdimiento. Xichen corrió rápidamente hacia mí y me cubrió con mis túnicas intentando levantarme y sentarme a un lado. Lo habíamos conseguido, justo en la cima del monte de hielo, un gran agujero nos mostraba la luz del sol golpeando cálidamente el interior de aquel salón que durante tanto tiempo había sido un frío que pensaba ser eterno.

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