Capítulo 2

650 40 2
                                    



Desperté muerta de sueño, me bañé y me puse un joggin, el frío había invadido mi departamento, por eso encendí las estufas.
Cuando revisé mi teléfono móvil vi varias llamadas perdidas de un número desconocido, volví a llamar para ver de quién se trataba.
-Oficina de la cadena de hoteles Lanzani, ¿en que puedo ayudarlo?
Suspiré, ¿acaso había mandado a llamarme por una secretaria?
-Habla Mariana, pasame con Juan Pedro que seguro quiere hablar conmigo, por algo te mandó a que me llames-elevé el tono de mi voz fastidiada, había logrado que la poca paciencia que tenía cayera en picada.
-Enseguida-la secretaria me puso música de espera y me sentí ridícula esperando.
-Mariana-escuché su voz del otro lado de la línea- busqué a todas las Marianas que estaban en la fiesta pero ninguna coincidía con vos.. ¡Menos mal que me pasaste tu número!
-¿Mandaste que me llame a tu secretaria?-le respondí completamente fastidiada-¡¿quién te crees que sos?!
-Que carácter-Peter se río- dejame compensártelo, ¿almuerzo hoy?
-¿Estás invitándome a salir?-traté de ser coqueta, me esforcé en eso.
-Si fuera una cita lo sabrías en el segundo cero, quiero invitar a almorzar a mi competencia, mejor tener a los enemigos de amigos, ¿no?-ese razonamiento suyo aplicó a lo que yo realmente necesitaba.
-Esta bien-terminé aceptando.
-Te mando la dirección del restaurante por mensaje, un gusto hablar nuevamente con vos
No le respondí corte la llamada.
Maldije tener que vestirme nuevamente arreglada, otra vez como una princesa de la alta burguesía.
El día anterior por suerte compré varias prendas de ropa, me puse una camisa de seda con volados, delicada y formal, una pollera negra que llegaba hasta mis rodillas, otra vez luché con el maquillaje, había mirado videos en internet para lograr el delineado perfecto.
¿El color que elegí para mis labios? Rojo, rojo sangre, rojo venganza.
Agarré la misma cartera arreglada que ayer, no tenía otra, me puse tacos y mientras esperaba que se hiciera el mediodía terminé mi home office.
Mi rutina se basaba en trabajar para un banco desde mi casa con pijama y pantuflas, tomando una taza de café y comiendo una infeliz manzana.
Miré la pantalla de mi celular y me apresuré a salir de mi departamento, paré un taxi y éste me dejó en la puerta de donde tenía que estar.
Entré al elegante restaurante y lo vi a Peter Lanzani hablando por teléfono, él me vio desde lo lejos y cortó su llamada, me hizo señales para que me acercara.
-Mariana-me saludó, se había puesto de pie exclusivamente para besar mi mejilla y correr mi silla, me senté, él se sentó frente a mi-estaba hablando de cosas de negocios, seguro a vos te pasa seguido, que te llaman todo el tiempo...
-Sí claro-le seguí la corriente.
-Te invité para conocer más de vos, ¿que cargo ocupas en tu trabajo?-me miró con atención.
-Soy heredera de un gran imperio como vos...-la mentira me saldría muy cara-pero no me gusta decir donde trabajo, no quiero alardear, para una cadena de hoteles muy famosa..
Sentí lentamente como cavaba mi propia tumba, me crecería la nariz como a Pinocho:
-Interesante-Peter asintió con la cabeza-¿y si te pido que nos aliemos? Bandera blanca, podemos dominar todo el mercado..
¿Peter Lanzani estaba negociando conmigo el futuro de mi inexistente cadena de hoteles?
Se rió.
-Pilla, por ahora no estoy interesado en eso.. Pero tal vez pueda concretarse eso más adelante, si yo lo deseo y vos lo deseas-elevó sus cejas, no dejó de ser coqueto, suspiré-te estoy aburriendo con esto de los negocios, emborrachémonos
Llamó al mozo y pidió vino.
-Pedí la comida ya, este lugar es Italiano, seguro sabrás cual es el menú-me sonrió.
-Pasta, la rica pasta-le respondí.
Nos llenaron las copas con vino tinto y levanté la mía.
-Por... Por vos-traté de ser cortés.
-Por más de esto... Conversaciones descontracturadas, a veces me cuesta parar y disfrutar la vida, ¿sabes? Vivo de una reunión a otra, me despierto temprano, como siempre lo mismo.. ¿estoy aburriéndote de nuevo, no?
Asentí con la cabeza, ambos nos reímos, quise matarme por haberme reído con él.
-¿Así que no soles hacer esto? Digo... Escaparte un poco de tu rutina y darte un tiempo para comer bien-elevé mis cejas, llevé la copa a mis labios y tomé algo de vino, me los lamí completamente intencional, en ese preciso instante capté toda la atención de Peter Lanzani.
-A decir verdad no... Pero repito, mejor tener a los enemigos de amigos-me sonrió con su sonrisa compradora, esa que vi por toda la web.
-Ya quisieras que sea tu amiga-le sonreí coqueta, él se rió y chocó su copa con la mía.
-Creé que no solo vas a querer ser mi amiga...-puso su mano en mi rodilla y la fue subiendo lentamente.
-¿Que tenes en mente?-traté de seguirle la corriente aunque lo que primero se me venía la cabeza era clavar mis uñas en su mano juguetona.
-Podemos cancelar todo e ir por el postre-soltó como si nada, elevé mis cejas y me reí en su cara.
-Te dije, no todo lo que uno quiere se puede tener, menos rápido, tal vez nunca-clavé mi mirada en la suya y acto seguido lo noté ido.
Posó su mano sobre la mía y otra vez sentí electricidad, la aparté.
-¿Vos también lo sentiste?-él me dejó desconcertado, ¿también lo había sentido?
-Tengo.. Tengo que hacer cosas, trámites, tengo que ir a mi oficina y hacer el trabajo pesado-me excusé para prontamente escapar.
-Mariana quiero volverte a ver-Peter buscó mi mirada, cuando la encontró esbozó una pequeña sonrisa.
¿Porqué yo?
-Esta bien-acepté, tenía que seguir con mi plan en pie- pero la próxima vez llamame vos, personalmente, o no hay próxima vez
-Hecho-aceptó y cuando me sonrió sus ojitos se achinaron, eso me resultó adorable, por eso negué con la cabeza para dejar de pensar en eso.
-Nos vemos, si me llamas vos-volví a repetir,
-Pienso llamarte-Peter me guiñó un ojo riéndose.
Él seguro siente que yo soy otro más de sus jueguitos, pero él no es un juego para mi, es una misión, una misión con un objetivo.

En mi esenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora