Ciento diecisiete

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Nada estaba saliendo como lo esperaba.

Kevin estaba interviniendo tanto en mis planes y sus dos idiotas amigos también, si no era el eran ellos. No sé porque lo seguían tanto ni que el fuera la gran mierda del mundo.

Lo peor era que mi bonita estaba feliz con su compañía. No una, varias veces él estaba ahí cuando la quería visitar. No lo soportaba así que me iba.

Los días eran difíciles porque no estaba ella.

A veces no sabes lo que tienes cuando alguien más se interesa en ello. Tenía miedo de perderla, de que me cambiara por ese decolorado. Tenía que actuar rápido si no quería perder puntos con ella pero algo dentro de mí me decía que ella era la del error y que ella tenía que venir a mí. Entonces no hice nada por recuperarla.

Un día vino a mí y ese día supe que ella sentía mucho más que amistad era otro tipo de cariño lo pude ver en sus ojos estos eran como solía escuchar "un libro abierto" eran asombrosos reflejaban sus emociones y me daba cuenta de inmediato de su estado de ánimo por ellos, estaba seguro que si aprendía a interpretarlos hasta sus pensamientos descubriría.

Entonces pensé en aprovecharme de eso o dejarla libre. Pero soy egoísta y por lo visto ella masoquista, tantas veces que le había dado desaires, ahora todo estaba claro ella me amaba y yo pues la quería.

No le quería hacer daño esa jamás ha sido mi intención pero sin querer lo he hecho puta culpa que me estaba carcomiendo y mis pensamientos le hacían segunda.

Portarme patán esa sería mi misión de ahora en más, hacer que ella de una vez por todas dejara de amarme y se diera cuenta que no soy lo suficientemente bueno para ella pero tampoco Kevin lo era, es decir era igual de mujeriego que yo si la dejaba de una vez por todas la dejaría con alguien igual o peor que mi persona, ¿pero cómo alejarlo? Su compañía no parecía disgustarle en lo más mínimo y quizá ese era un golpe a mi ego.

Ahora era yo quien la veía desde las sombras; que ironía. Me daba gusto que ella no se veia igual de feliz que como lo hacía conmigo, sus ojos no tenían el mismo brillo y a veces hacía risas forzadas, pero la hacía sonrojar ¡joder! Eso era mi parte favorita de estar con ella ponerla como un tomate y también lo lograba él. Aunque estaba seguro que con él no lloraría como lo había hecho conmigo.

Sin duda una decisión difícil.

Dejarla ir o luchar por ella.

Hola bueno este es el último. Espero que lo disfruten. Nos leemos en las otras obras supongo besitos y abrazos :3

Deseo OdiarteWhere stories live. Discover now