Capítulo veintiseis.

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—Sí, lo hizo

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—Sí, lo hizo.

¡Felices juegos del hambre y que la suerte esté siempre de vuestro lado!

En otras palabras; todo se fue a la reverenda mierda.

Y es que verán; golpear a una chica y luego sentarse en la misma habitación con sus cuatro hermanos, su primo, su... ¿amante?, y otro chico, no es de las mejores ideas.

Santino lanzó a Mason fuera de la pared y cayó con todo su peso al suelo, Massimo lo levantó del cuello, tenía la boca tan apretada que sus labios formaban una línea; sujetó a Mason más cerca de su cara y le habló entre dientes de una forma que nunca pensé que mi hermano haría.

—Eres un mierda miserable, un repugnante bastardo sin huevos ni para comer. —le dio un puñetazo en el estómago, mi hermano sacudió la mano luego de aterrizar el golpe, lo que me indicó lo fuerte que fue.

—¡Basta! —entre mis hermanos bastaba para demoler a Mason.

—Tranquila —Noah se acercó a mi y no tardé un solo segundo antes de abrazarlo y esconderme ahí. Observé cómo Valentino sacaba de en medio a Sophia cuando Mattia se acercó para golpear también a Mason.

—Lo van a matar —susurré —Lo van a matar.

Noah no dijo nada lo que me preocupó aún más; mis hermanos no eran asesinos, ni siquiera cerca, pero los accidentes pasan; un golpe en la nuca, una torcedura de cuello, una mala caída.

>>Noah, has algo, por favor.

Volvió a guardar silencio. Estaba tenso, estaba furioso, no iba a hacer nada por ayudar a Mason.

Solo mis cuatro hermanos se encargaron de Mason, incluso Valentino dio un puñetazo. Repartieron puñetazos por su estómago, mandíbula y pecho, sangraba de la nariz y tenía el labio inferior partido, su ojo se hincharía en poco tiempo y cuando intentó asestar un golpe mis hermanos lo bloquearon bastante rápido; Valentino le regaló un golpe en la mandíbula y este volvió a caer.

—Eres bastante tarado por golpear a Roma ¿no crees? —le informó Santino antes de aterrizar otro golpe —Y eres un maldito cobarde al golpear a cualquier chica. Un débil e inútil capullo.

—Es suficiente —intente de nuevo. Otra vez me ignoraron. ¡Joder!

—¿¡Que ocurre?! —la voz de Caelia nos hizo voltear a todos hacia la escalera.

—Caelia sube, por favor —le dijo Massimo —luego te explicaré, pero no quiero que recibas un golpe por accidente ¿si?

Mi amiga movió su cabeza tratando de asimilar la escena que se estaba llevando a cabo frente a todos nosotros.

—E-esta b-bien.

Caelia volvió a desaparecer por las escaleras. A estas alturas Noah había aflojado su agarre, sabía que no podría hacer nada y no era tan autodestructiva como para ir y meterme entre medio de esos salvajes.

Una estrella más brillante [Vittale #1] EN EDICIÓN Where stories live. Discover now