Capítulo siete.

1.5K 112 50
                                    

Luego de llegar tarde por la noche a casa de mis tíos con las llaves que escondieron en una maceta, meter las maletas a la casa como zombies y subir a las habitaciones que dejaron dispuestas para todos nosotros

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Luego de llegar tarde por la noche a casa de mis tíos con las llaves que escondieron en una maceta, meter las maletas a la casa como zombies y subir a las habitaciones que dejaron dispuestas para todos nosotros. Dormimos como perezosos que no habían dormido en una semana.

Desperté a la una de la tarde y fui la última en bajar a la cocina en donde mi tía Katia preparaba el almuerzo. Mucho más tranquila al por fin haber tocado piso Italiano, me permití darme una larga y tranquila ducha y ponerme ropa bonita.

A la luz del día por fin pude asombrarme con lo enorme y preciosa que era su casa de vacaciones. Con espacios enormes y abiertos, llena de ventanas, blanca con muchas plantas me recordaba a las casa de Mykonos. Nunca había ido, pero si visto millones de fotografías.

Si bien estábamos medio muertos al llegar, elegimos las habitaciones sabiamente. La primera habitación del enorme pasillo era de Santino y Mason con una cama en cada lado de la habitación; enfrente estaba la de Massimo, Valentino, Logan y Marco con dos literas. La de Mattia y Noah que tenía dos camas de nuevo y el fondo se ubica el cuarto que usa Marco cuando viene solo con su familia, pero que en estas ocasiones usábamos Caelia y yo, ya que tenía una cama King size de dos plazas y a los chico no les entusiasmaba compartir cama.

La habitación era simplemente enorme. La cama colgaba desde el techo por cuatro cordeles como un columpio, todo el respaldo eran ventanas y un enorme ventanal que se abría hacía un balcón con el mar Mediterráneo justo abajo.

—Katia ¿necesitas ayuda con algo? —pregunté acercándome a ella y viendo como todos mis hermanos charlaban en la terraza abierta que tenía vista desde la cocina.

—Veo que su padre los tiene a todos muy bien educados —se rió mi tía —Todos los chicos y Caelia me han preguntado si necesito ayuda, y l respuesta es no, cariño, siéntate, come algo y luego bajamos a la playa. ¿Que te parece?

Sonreí asintiendo y caminé hasta la terraza. Me acomodé a la fuerza entre Mattia y Santino —¿De que hablamos?

—Estábamos hablando mal de ti a tu espalda —me picó Santino —¿Y además la han visto? Mide como metro y medio, un minion es más alto.

—Ja, ja, deja el fútbol, deberías ser comediante.

—¿Comediante? Si constaté hechos solamente.

—Santino, deja a tu hermana —sermoneó papá entrando a la terraza con una ensalada a la Chilena; tomate picado, cilantro y cebolla.

—Siéntense a la mesa, niños —nos llamó mi tía que con ayuda de André traían fuentes de carne al horno y papas a la crema.

Oh, por Dios, se veía deliciosisismo.

—Bueno, sírvanse.

Mi tía hizo comida como si fuese a alimentar a veinte muertos de hambre, ni siquiera en casa habíamos visto tanta comida.

Una estrella más brillante [Vittale #1] EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora