Capítulo cuatro.

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Marco vivía en una mansión

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Marco vivía en una mansión. Bueno... no una como de los multimillonarios más ricos de los Estados Unidos, pero si una casa tan enorme que era fácil perderse de vez en cuando si es que no vivías allí. Y es que mi tía Vittoria estaba casada con uno de los desarrolladores de aplicaciones más conocidos en Estados Unidos. No era Mark Zuckerberg, pero Andrew ganaba bien.

—¡Tía Vittoria! —chillé mega feliz de ver a la hermana de mi padre mientras entraba a su enorme cocina después de que un ama de llaves hubiese abierto la puerta de entrada para mi.

Desde que tengo memoria, Vittoria ha sido la mejor tía del mundo y mis hermanos y yo le habían tomado un cariño impresionante, sobre todo los mayores ya que Vittoria era muy joven cuando Mattia y Santino nacieron.

Mi adorada tía fue madre adolescente de Marco. El donador de esperma jamás hizo absolutamente ningún acto de presencia, ni para ayudar, aunque sea, con dinero; así que Vittoria crió sola a mi primo desde que ella tenía quince años. Trabajaba como cajera en un supermercado, mesera y demás quehaceres para ganar algo de dinero para Marco, era algo bueno que los sueldos en Italia fuesen relativamente altos, sobre todo porque no recibió demasiado apoyo de mis abuelos; no le dieron la espalda, pero no eran especialmente cariñosos.

Es por eso que con el tiempo, Vittoria siguió a su único hermano a Estados Unidos, donde se estableció en un pequeño apartamento y comenzó a buscar empleo como loca. Eso, hasta que hace ocho años consiguió empleo en una pequeña empresa emergente de computadoras que para el día de hoy se había convertido en un imperio, y que era dirigida por Andrew Harvey.

Me correspondió con la misma sonrisa y me abrazó gruñendo —No me digas tía, solo tengo treinta y tres, por Dios.

—¡Vittoria! —repetí con la misma entonación.

—¡Romita! —finalmente se separó de mi sonriendo —¿Buscas a Marco? Creo haberlo visto arriba, en la sala de juegos.

—Sí, venía a ver como le fue en el examen

—¿Éxamen?

Mierda

—Unos test que hacemos en linea. Competimos todo el tiempo, pero esta vez prefería venir ya que no me contestaba el teléfono y podía pasar a verte a ti —sonreí inocentemente —¿Qué cocinas?

—Verduras salteadas —observé por sobre su hombro el sartén humeando sobre la estufa y se me hizo agua la boca; tiraba un aroma impresionante.

—Oh ¿podré probar yo algo de eso?

—Tal vez, e incluso tal vez pueda llevarte un poco a tu casa. Quería pasarme en un rato cuando Andrew llegase del trabajo para coordinar los últimos detalles del viaje.

—Vale ¿quieres que le avise a papá?

—Sería bueno, a mi ni siquiera me ve los mensajes —Vittoria revolvía con paciencia las verduras cuando estimé que si me quedaba otro segundo ahí, sacaría un tenedor y cogería una zanahoria del sartén sin importarme si estaba cruda o no.

Una estrella más brillante [Vittale #1] EN EDICIÓN Where stories live. Discover now