Capitulo dieciseis.

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Me desperté con arcadas

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Me desperté con arcadas. No mías, sino provenientes del baño de la habitación.

Comprobé que Caelia no se encontraba a mi lado en la cama, por lo que supuse que sería ella. Me puse de pie muy rápido, e intenté entrar al baño pero la puerta estaba bloqueada.

—¿Caelia?

—Estoy bien —habló mi amiga tomando aire —Salgo en un segundo.

Escuché el lavamanos correr con agua y después de un minuto mi amiga salió con la cara medianamente blanca.

—¿Te duele el estómago?

—No, solo tengo náuseas, debo haber comido algo, ya sabes, no comestible.

—Ya

No soy tarada. O al menos no tanto. Sé que mi hermano y Caelia son activos, yo misma tuve la experiencia de escucharlos. Horrible. Y son pocas las noches que Caelia duerme aquí. Casi ninguna a decir verdad.

Aunque también puede ser solo un malestar estomacal y listo. De todas formas es la primera vez que la escucho vomitar.

¿Pero y si llegáramos a tener un mini Massimo o una mini Caelia recorriendo la casa? Dios mio, eso seria... increíble para mí, pero para ellos, no sé hasta que punto.

—¿Roma? —la voz de Caelia me sacó de mis pensamientos —¿Qué pensabas?

—No importa. ¿Qué hora es? —pregunté al ver que mi amiga ya estaba vestida y muy arreglada —¿No podría haber despertado tan tarde o si?

—Las... doce y quince. Deberías vestirte.

Joder.

Salté de la cama y me metí a la ducha restregando shampoo en mi cabello a toda velocidad. Hoy visitaríamos el parque acuático de la ciudad y se supone que saldríamos a las doce y treinta.

Salgo de la ducha luego de diez minutos -juro que me propuse ducharme en cinco, no se que ha pasado- y corro a vestirme, decidiéndome por un bañador de una pieza blanco sobre el cual me puse unos shorts de mezclilla y sandalias. No tenía demasiado tiempo para producirme mucho más así que hasta ahí tendría que ser.

Con cinco minutos restantes no alcanzo a secarme el cabello, por lo que uso ese tiempo para terminar de ordenar la habitación. Por suerte Caelia ya había hecho la cama, así que tan solo me preocupé de levantar algunas cosas del piso antes de quitarme la toalla de la cabeza y correr piso abajo.

Suspiré con alivio al ver a todos buscando sus cosas para irse. No había tardado tanto, al parecer.

—¡Por fin! —Santino me analiza de arriba a abajo —Roma, estás tú cabello está goteando.

Miro a mi espalda y efectivamente siento mi trasero y espalda mojados, por no mencionar que en el piso hay un charco por la puntas de mi cabello que gotean.

Una estrella más brillante [Vittale #1] EN EDICIÓN Where stories live. Discover now