Capítulo seis.

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Tener resaca es algo que no le desearía a nadie. No volveré a beber jamás.

La cabeza me va a explotar y ya me tomé las dos pastillas que Mattia dejó, mi garganta está totalmente seca y tengo mucha sed, y creo que he vomitado tres veces en total. Y nadie me hizo cariñito en la espalda, pero fue divertido sentirme flotar en la cama mientras estaba recostada.

La puerta se abrió despacio y Mattia asomó la cabeza, luego entró al cuarto y cerró detrás de él

—¿Cómo va tu cabeza?

—Me va a explotar el cerebro —dije cubriéndome la cabeza con las sabanas.

—¿Recuerdas algo?

—Tengo lagunas —me esforcé por armar recuerdos coherentes —Estuve con Caelia en un principio, luego ella se fue y me quede con Paco y Ohana, y... y eso es todo.

Mi hermanos soltó una risotada en voz alta —Tienes océanos, Romita, no lagunas. Bebiste como seis chupitos de tequila, te caíste en unos arbustos, mezclaste con cerveza, te rehusaste a marcharte con Valentino, Noah te sacó en volandas de la fiesta... —mi rostro mostraba lo horrorizada que estaba por cada segundo que pasaba en que Mattia seguía contándome mi noche —Después de eso, llamaste a una de las compañeras de Noah, le gritaste "Sexooo" —sonrió mientras imitaba mi supuesto grito, el cual, negaría hasta el día en que muriera porque no lo recordaba, y si no me acuerdo es porque son puras calumnias —Babeaste todo su auto porque quedaste inconsciente y te bajo en brazos hasta tu habitación mientras papá y Santino dormían.

—Vaya, hice muchas cosas en tres horas.

—Eres proactiva —concedió mi hermano asintiendo mirando el desastre en el que se encontraba mi habitación —¿Terminaste la maleta?

—Casi —me puse de pie disimulando como una campeona el terrible mareo —¿En cuánto más nos vamos?

Mattia revisó el costoso reloj por el que había ahorrado casi tres años  —Tres horas

—Tengo tiempo ent...

Los golpes en la puerta y la voz de mi padre me interrumpieron —Roma, ¿puedo entrar?

—Esta b... —Mattia me tapó la boca con la mano y negó con la cabeza.

—Roma, tienes "borrachera" escrito en la cara; entre tu palidez, el maquillaje corrido y las ojeras no engañas a nadie. Si papá te ve, te va a castigar.

—Mattia ¿eres tú? —insistió mi padre al ver que nadie le contestaba.

—Si, estamos planeando tu sorpresa de cumpleaños —mintió terriblemente mi hermano.

—Su cumpleaños ya pasó, imbecil

—¡La del próximo año! —precisó mi hermano —Salimos en un minuto

—Vale, niños, pero saben que no necesito nada para mi cumpleaños —respondió papá Domenico mientras escuchábamos sus pisadas alejándose.

—Vete preparando una sorpresa de cumpleaños —me avisó mi hermano caminando hacia la puerta —que ahora creo que papá nos quiere más que ayer

Mattia salió de la habitación y me dispuse a hacer la maleta, luego de tomar un laaaargo baño.

No mentiré, nunca he sido buena empacando, mi sistema de llevar un conjunto diferente por día, y mi pequeña maleta no combinaron, así que me decidí por prendas básicas, poleras blancas, shorts denim, zapatillas, y dos o tres conjuntitos para fiestas. Además de pijama, ropa interior, accesorios, productos de higiene, bla bla bla.

Cuando salí al patio delantero con la maleta por fin terminaba y rezando que no superar los veintitrés kilos, todos los chicos ya estaban ahi cargando los autos. Mattia y Noah seguían las instrucciones de mi padre para acomodar las cosas en el coche, en el cual no tenía ni idea de como íbamos a entrar todos. Al menos Massimo iba en su motocicleta, así que éramos uno menos.

Una estrella más brillante [Vittale #1] EN EDICIÓN Where stories live. Discover now