0.21 Utopía [Parte I]

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Siempre puedes aprender a volar…, aun si es en lo alto y en medio de la nada.

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1 semana antes.

«Bien» describiría perfectamente la primera hora que pasó a su lado, aún si el omega desparramaba feromonas a diestra y siniestra, durante ese tiempo solo se aferró al cuerpo del cenizo como si de un peluche se tratara, estrujandolo contra su cuer...

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«Bien» describiría perfectamente la primera hora que pasó a su lado, aún si el omega desparramaba feromonas a diestra y siniestra, durante ese tiempo solo se aferró al cuerpo del cenizo como si de un peluche se tratara, estrujandolo contra su cuerpo como si su vida dependiera de ello, y desde luego que para Katsuki ser sostenido de esa forma era como tocar el mismo cielo.

Estando en el sofá, Izuku se refugiaba sobre su regazo, rodeando su cuello con los brazos y el rostro escondido entre su hombro. No dijo más, incluso  si al principio solo se habían sentado uno al lado del otro, minutos bastaron para que ahora tuviera al peliverde sentado sobre sus piernas, respirando agitadamente contra su piel. Los suspiros de sus labios se pronunciaban en un tibio aliento, tan reconfortante que Katsuki creía no merecer sentirlo.

El alfa dejaba caricias en su espalda, sin atreverse o permitirse a hacer mucho, creía tener una concentración aún mejor que un monje en estado de meditación, porque... se negaba a tocarlo, a acariciarlo de la manera en que su cuerpo parecía pedírselo cada vez que el menor se afianzaba más sobre él con aquellos muslos contorneados.

Las piernas del peliverde lo abrazaban bajo sus brazos y él en cambio hundía su rostro entre esos mechones aún húmedos. Para ese punto no había logrado descifrar el patrón de descargas que se activaban en su cerebro por cada segundo que pasaba sintiendo sus dulces feromonas colarse en cada célula que lo conformaba, junto al olor a jabón y perfume tan bien tallado en su piel. Todo hacía que su respiración comenzara a ser pausada e incluso parecía regular la del pecoso, haciéndolas a un mismo compás, sintiendo su pecho inflarse contra su torso al mismo tiempo.

El celo era como una bestia que se instalaba en cualquier alfa al borde de querer dominar… de tomar y manipular. Sin embargo, una riña se formaba en lo que a él le provocaba sentir el aroma de quién portaba su lazo. Su corazón latía a prisa, su cuerpo también se paraliza y por momentos creía que no podía controlar la dirección de sus toques por el cuerpo ajeno... Sin embargo, con el paso del tiempo, daba la impresión de que esa sensación había cambiado, la fragancia de Izuku era tan arrebatadora de sus impulsos, lo adormecía e inflaba su pecho de calma solo por estar con él.

Además, Bakugo sabía que aunque le hubiera permitido la entrada a su hogar él no tenía derecho a nada… y durante el tiempo que estuvieron uno al lado del otro no había dicho más, no propuso algo y tampoco hubiera cedido a ir más allá.

La diferencia era que, ahora que estaba ahí, no quería despegarse de su lado, quería sentirlo más cerca, no creía volver a tener una oportunidad para hacerlo. Quería recordar ese momento donde parecía caminar despacio sobre una cuerda floja y él estaba dispuesto a sostenerlo.

SEMPITERNO  [Katsudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora