0.03 Sensaciones perdidas

837 126 9
                                    

Kirishima observó largos segundos al cenizo, quien no había despegado la vista del suelo y mantenía el mismo silencio con el que lo había encontrado.

A menudo no sabía si simplemente estaba pensando la siguiente palabra, o si no iba a volver a abrir la boca. Aunque lo cierto es que agradece esos intervalos, porque le permiten divagar en lo que está sucediendo.

—Uraraka estuvo con él —habló por fin—, sentí su aroma en ella —dijo en un vago susurro mientras ladeaba su rostro para mirar al pelirrojo.

—Por eso llegó tarde. Entonces… ¿no lo sabías?

—Por supuesto que no —respondió dejándose caer en una de las sillas que adornaban la sala—, ¿Y qué me dices de ti… lo sabías?

—No, no habría podido cargar con eso.

—Maldición —soltó en un suspiró llevando las manos a su cabello para revolverlo con frustración.

Kirishima sabía que Bakugo estaba pasando por un momento complicado, más bien, de impotencia. Pero también entendía que era un hombre radical en sus decisiones y sobre todo en sus opiniones, tanto si una situación le produce entusiasmo como aversión. Y normalmente es aversión. Aunque ser radical no significaba que justo ahora pudiese separar las sensaciones qué seguramente comenzaban a bloquear sus pensamientos.

—Por qué no intentas, ya sabes... ¿hablar con él?

Katsuki dirigió sus orbes a él en un instante, mirándolo como si hubiese hecho el comentario más estúpido de la historia, sinceramente al pelirrojo le resultaba perturbador el verse obligado a compartir sus sentimientos. Mientras hablaba con él, creía que no podía estar en la misma habitación sin tener la impresión de que debía hacer algo para que deje de estar tan enfadado. Pero nunca sabía qué hacer y al poco tiempo tenía la sensación de que lo iba a abofetear tan sólo por estar ahí.

—¿Realmente crees que él querría verme? ¿A mí? —respondió interrogante con sus labios siendo tensados hasta que el color sobre estos pareció esfumarse—. Lo más probable es que esté aquí para visitar a su madre o por trabajo… Incluso hoy podría ser su último día —finalizó chasqueando la lengua.

—¿Así lo crees? Porque sino podrías tratar de verlo.

—Él no podría siquiera mirarme —aclaró nuevamente con su voz subiendo un poco más de tono en cada palabra.

—"¿Podría?" Estoy seguro que puede. Querer es diferente.

—No me estas ayudando, ¿para qué diablos estás aquí?

—¿Es que acaso no lo ves? —interfirió inclinándose de hombros como si la respuesta fuese más que obvia—. No perderás nada al intentar. No algo que te importe, pero, si no vas, creo que no hace falta que te diga lo que pasará.

—Pareciera que no sabes una mierda —masculló negando rotundamente y levántandose con tanto esmero para poder marcharse que el pelirrojo se acercó a estrecharle la mano para ayudarlo, sin embargo después fue rechazada con un empuje.

—Bakugo —lo llamó viéndolo detenerse frente a la puerta ante su llamado, reflexiona hasta qué punto conoce a su amigo, la forma en que frunce su ceño pero mantiene la mirada neutral y la manera en que se para sin darle la espalda pero tampoco mostrándo interés absoluto a lo que está apunto de decir, pero, no hay más—, estás cambiando.

¿Y acaso importaba qué lo hubiera notado? Porque a veces puedes impedir qué sucedan cosas, y a veces las provocas, pero cómo podía evitar que el rubio se ensimismara en lo que sea que estuviera pensando.

—No digas estupideces.

°
°
°

°°°

Ups! Tento obrázek porušuje naše pokyny k obsahu. Před publikováním ho, prosím, buď odstraň, nebo nahraď jiným.
SEMPITERNO  [Katsudeku]Kde žijí příběhy. Začni objevovat