Día de chicas

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Hoy va a ser un día especial. Todas las chicas hemos quedado para pasar el día juntas. No lo hacemos desde que nacieron nuestros hijos. Los pequeños se van a quedar con sus padres y nosotras, por un día, vamos a disfrutar.

- Vamos de tiendas. Quiero comprar algo para Fabio.

- Olvídate de él por un día.

- Cuando lo veas me vas a entender -me dice convencida.

- Como quieras.

Vamos al centro comercial y Diana nos lleva directas a la tienda de lencería.

- No sabes tú ni nada -le digo a Diana.

- Seguro que con Marc tú eres igual.

Me pongo roja porque sé que a Marc le encanta verme en lencería, pero hoy no hay Marc que valga. Para mi sorpresa, todas se compran algo. ¿Tan desesperadas están?

- Quiero comprarme un vestido.

- ¿Y eso?

- Val, ¿tan importante es el porqué?

- Sí porque sé que Marc tiene algo que ver -me río porque no tiene ni idea.

- Pues no. Voy a una gala en la que seré homenajeada como mejor piloto de motocross de España.

- ¡FELICIDADES! -están coordinadas para lo que quieren.

- Gracias chicas. Vamos a por ese vestido.

Entramos en una tienda que conozco muy bien: Petite Mademoiselle.

Los vestidos de la tienda tienen un aire del París de los años 50. Amo esa década y no sé por qué.

- Me gusta ese rojo -Val me muestra un vestido corto.

- A mí me gusta este azul -Lau me enseña otro con mucho escote.

- Este mejor -el que me muestra Diana no me disgusta, pero siento que le falta algo.

- ¡Ese! -grito de golpe.

Delante de mí hay colgado un vestido largo de color azul lapislázuli con la espalda descubierta. Es el vestido de mis sueños.

- Tienes que probártelo. Está hecho para ti -mi mejor amiga tiene razón.

- Voy al probador.

Entro en el probador enamorada de aquella prenda. Me la pongo y quedo deslumbrada por lo bien que me queda.

- Ya salgo chicas.

Todas se quedan con la boca abierta y estáticas. Me hacen pensar que alguna se iba a caer, pero no, rápido vuelven en sí.

- Estás... impresionante.

- No hay palabras. Vas a ser el centro de la gala.

- No van a dejar de mirarte.

- Pues creo que ya tengo vestido.

Salimos y ya es la hora de comer. Hemos tardado mucho en las tiendas.

- Vamos a comer. Hay por aquí un restaurante buenísimo.

En el restaurante me preguntan mil cosas sobre la gala y el porqué me la hacen ahora y no cuando era piloto.

- La hacen ahora porque voy a volver a correr.

- Tendremos que ir a verte algún día.

- Os estaré esperando.

Salimos del restaurante camino a la zona de recreativos. Somos adolescentes, ¿qué esperabais?

- ¡SIIIIII! -las he ganado a todas.

- No vale. Haces trampa.

- No es cierto. Es la motivación extra que tengo.

Mi móvil interrumpe mi día de descanso. ¿Quién es?

Llamada telefónica

- Leli amor.

- Marc, ¿qué pasa?

- No mucho, pero me tengo que ir. Así que voy a dejar a los niños con tus padres.

- Vale. No te preocupes. Luego paso a buscarlos.

- No. Se los quedan hasta mañana por la mañana.

- Mejor. Podré dormir más.

- Eso es lo que tú te crees -me dice antes de colgar.

Fin de la llamada

- Chicas, creo que hay que volver a la tienda de lencería.

Regresamos a la tienda y me compro el conjunto más provocativo que hay.

- No quiero más sobrinos.

- Tranquila Val. Yo quiero poder subirme a una moto.

Pago el pequeño regalito para Marc y nos ponemos a caminar sin rumbo fijo. Acabamos en un estudio de tatuajes.

- Yo la primera. Quiero un búho encima de una pila de libros en mi hombro derecho y un infinito formado por los nombres de Marc, Isel y Joel en mi muñeca izquierda.

- Pues pase señorita.

Me siento en el sillón y el tatuador empieza a inyectarme la tinta. Duele, mucho, pero hacía mucho tiempo que me los quería hacer.

- Me he permitido hacer un pequeño 93 en uno de los libros. Sé que es la mujer de Marc Márquez.

- Muchas gracias por el detalle. Le encantará.

Le toca el turno a Diana que pide las iniciales de sus niños: Fabio y Hugo.

Tras unos minutos sale una Diana la mar de feliz con sus chicos tatuados en la cadera derecha.

- Lau, Val, ¿os animáis?

- Un pequeño detalle para Alex y Mireia.

- Vale. Quiero sus nombres en la parte exterior de mis pies porque ellos son los pilares en los que me apoyo.

Lau se acaba tatuando una pequeña huella de mano con el nombre de su pequeña.

Vuelvo a casa y me la encuentro vacía. Subo las compras a la habitación y vuelvo a bajar para preparar la cena. Marc llega cuando ya lo tengo todo preparado.

- Huele delicioso.

- Gracias. Lo acabo de sacar.

- Entonces mejor lo comemos ahora.

El resto de la noche la pasamos comiéndonos el uno al otro. Antes de quedarme dormida puedo escuchar como Marc me dice:

- Me encantan tus tatuajes.

Me besa en los labios y caigo en un profundo sueño.

El jefe de papá (EJDP1)Where stories live. Discover now