Empieza el trabajo

515 28 6
                                    

La noche se ha pasado muy rápido, pero me da pena dejar a Marc sin su cama. Él es el piloto y debe descasar. Ahora estamos en el box . Marc mira la pantalla de tiempos y mi padre y yo estamos preparando la moto.

- Creí que era más difícil -digo sorprendida.

- Es difícil. Es solo que tengo una hija muy lista.

- Pues yo creo que es por todo lo que leo.

- También puede ser -los dos nos reímos.

- ¿De qué os reís vosotros dos? -pregunta Marc divertido-. ¿Está preparada ya la moto?

- No es nada. Hablábamos de que a Leticia no le parece difícil preparar tu moto.

- Es que tienes una hija muy inteligente.

- Es lo mismo que le he dicho yo. Pero es tan cabezota que me ha dicho que es por todo lo que lee.

- No -me dice Marc-. Eres muy lista. No te engañes. Ahora dime, ¿ya tengo la moto lista?

- ¿Estás ciego? ¿No ves que le faltan las ruedas? -le digo señalando la parte inferior de la moto.

- Os ayudaré a ponerlas.

- ¡Ni se te ocurra! Tú a tu silla. Ahora te subes a ella. Cinco minutos.

- Sí sargento -contesta Marc imitando el saludo militar.

- Muy gracioso. Ahora a tu silla.

Marc volvió a sentarse en lo que tardaron en colocar las ruedas. Al cabo de los cinco minutos previsto, Leticia lo avisó de que ya podía salir a pista.

Marc dio varias vueltas hasta que consiguió mejorar su tiempo y colocarse en los más alto de la tabla. Todo el box celebraba el tiempo de Marc.

- Gracias a ti está ahí arriba -me dice mi padre por detrás y yo pegó un salto sin apartar la vista de la pantalla.

- Que susto me has dado papá. Y no. No está primero por mí. Sino por su talento.

- Y por tu talento como mecánica también.

Lo único que puedo hacer es resoplar ante la terquedad de mi padre. Marc es el mejor piloto de la parrilla y por eso está en el primer puesto en la tabla de tiempos. Yo no tengo nada que ver.

Estaba tan absorta en mis pensamientos sobre todo lo que ha dicho mi padre sobrevalorando mi trabajo e infravalorando el de Marc que ni me dio cuenta del ruido que hace la Honda al llegar. Solo me dio cuenta de que Marc ha vuelto cuando él mismo me rodea la cintura para apartarme un poco y ver la pantalla de tiempos.

- Perdona. Quería ver la pantalla.

- Lo siento -digo con vergüenza-. ¿Cuándo has entrado? Ni me he dado cuenta.

- Eso ya lo he visto. Acabo de entrar. Por cierto, la moto está perfecta. Gracias.

- De nada. Pero es tu talento el que más ayuda.

- Pues yo creo que eres tú. Eres como mi amuleto.

- ¿Te has caído de la moto y no me he enterado?

- No me he caído -contesta Marc riendo-. Piénsalo. Siempre que me salgo en un fin de semana es porque has venido a visitarme o porque cuando hablas con tu padre por teléfono, él me lo pasa porque me quieres desear suerte. Y eso que no llevábamos mal.

- No nos llevábamos tan mal. Es solo que me sobreprotegías demasiado. Como si fuese tu hermana pequeña.

- No te veo como mi hermana pequeña -dice Marc-, pero no puedes ir sola por Cervera. Te podrías perder.

- Pues podrías acompañarme. Quiero conocer el lugar donde vivís.

- Cuando quieras yo te hago de guía turístico.

- Pues hablamos después de nuestra "cita" -respondo haciendo las comillas con los dedos en la palabra cita.

- Cuando acabe los entrenamiento libros te busco y hablamos.

- Perfecto. Si no me encuentras aquí, estaré en el motorhome esperándote.

- Entonces ya sabré donde encontrarte.

Marc me guiña un ojo antes de ponerse de nuevo el casco y salir a la pista.

El jefe de papá (EJDP1)Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα