Mis hombres favoritos

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Empieza a amanecer cuando me despierto.  No puedo evitar sonreír al darme cuenta de que estoy con Marc. ¡Me encanta despertar a su lado!

Ya me he develado y se que no voy a poder volver a dormir más aunque me lo proponga. Sé que Alex ya está levantado porque lo he escuchado hablar con su padre hace un rato, así que, con mucho cuidado de no despertar al bello durmiente de mi novio, me pongo lo primero que pillo en mi maleta y bajo a la cocina.

- Buenos días guapetón.

- Buenos días cuñadita. Mi hermano se va a poner celoso si te escucha -me dice con una sonrisa mientras me abraza.

- No crece. Ayer le dejé muy claro que solo lo quiero a él -mi boca forma una sonrisa que deja bastante claro lo que pasó ayer por la noche.

- No necesito saber más.

- Mejor. Porque no te pienso contar nada.

- ¿Contar el qué?

No nos dimos cuenta de que Marc había entrado en la cocina. Todavía se ve un poco cansado y dormido.

- Menuda cara tienes hermano.

- No he dormido mucho la verdad.

- ¿No te he dejado dormir? -pregunto algo triste.

- No es eso princesa. Es que me encanta verte dormir. Por cierto, ¿a qué hora llegasteis?

- A las dos.

- ¿Tan tarde? A esa hora ya llevaba yo mucho durmiendo -mentí.

- Haré como que te creo cuñi.

- Haz lo que quieras guapo. Tengo hambre.

- ¡Pues a desayunar! -dice Marc.

Desayunamos los tres juntos, aunque pensaba que Alex ya había desayunado antes, hablando de lo que haríamos hoy.

- ¿Te gusta el plan princesa?

- Claro -contesté sin estar convencida.

- Podemos cambiar de planes si quieres.

- No. está bien. Es solo que no es que me entusiasme la idea.

Les doy un beso a cada uno y, después de recoger, me voy a vestir para pasear un rato sola. Necesito tiempo para mí. Hace mucho que no estoy sola y quiero estar en soledad.

- ¿A dónde vas?

- Quiero salir a pasear.

- Te acompañamos -contesta Alex.

- Necesito estar sola un rato.

- ¿Pasa algo? -noto que Marc está asustado.

- No mi amor, tranquilo. Es solo que me quiero despejar un poco.

- No tardes mucho, ¿vale?

- Está bien. Pues tú no mates a tu hermano.

- No te prometo nada princesa.

Me despido de los chicos y salgo a la calle. Cervera es un lugar precioso y único. Paso por el museo y me acuerdo de Pablo. "Le encantará venir. Luego lo traigo" pienso .

Sigo paseando y veo como un señor mayor mayor sale de su casa para dar un paseo como yo. Cuando lo alcanzo, me recuerda a Marc y Alex y no sé por qué. ¡Es su abuelo! Si es que, a veces, parezco tonta.

Por andar en mis pensamientos, tropiezo y me caigo al suelo haciendo que Ramón se gire para ayudarme.

- ¿Leticia?

- Hola -contesto haciendo una mueca de dolor.

- Te has debido torcer el tobillo. ¿Te llevo a casa?

- No quiero que Marc se preocupe.

- ¿Entonces que te parece si llamamos a tu padre y le esperamos en el museo?

- Me parece perfecto. Gracias abu.

En cuanto llegamos al museo llamo a mi padre y le pido que venga con Pablo. Después de contarle el pequeño incidente que he tenido, claro.

Tras un cuarto de hora esperando, veo a Marc entrando por la puerta seguido de papá y Pablo.

- Mierda -maldigo en voz baja.

- Enana, últimamente te pasa de todo.

- Lo sé. Pero esta vez tenía al abu cerca.

Marc, que no había dicho nada desde que llegó, me está poniendo muy nerviosa. Su cara expresa tantos sentimientos al mismo tiempo que no soy capa de descifrar ninguno de ellos.

- Marc... -digo en un tono apenas audible.

No sé como, pero Marc rompe a llorar haciendo que me levante de la silla y me vaya hacia él.

- ¿Qué pasa amor?

- Si no hubieses estado sola...

- No pasa nada. Tropecé porque cuando vi a tu abuelo no me acordaba de él y, cuando volví al mundo, ya era demasiado tarde.

- Da igual. Se supone que debo protegerte y no lo he hecho -Marc, testarudo, agacha la cabeza algo triste.

- No estés así. Mira el lado bueno. Además, no vas a poder estar conmigo siempre, tienes carreras que ganar.

- ¿Cuál?

- Que estoy en el museo de mi novio con mis hombres favoritos.

Marc esboza una sonrisa y eso me hace sentirme mejor. He conseguido que se calme un poco. Y, ahora que estamos aquí, es el mejor momento para que le dé la sorpresa a Pablo.

- ¿Qué tal si le enseñas la colección a Pablo?

- ¿Y tú? -solo me señalo el pie.

- Sube a caballito. No te voy a dejar aquí aburrida.

- Vale -digo al subirme a su espalda-. ¿Peso mucho?

- Nada princesa.

El jefe de papá (EJDP1)Where stories live. Discover now