CAPÍTULO 19

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Train Weck- Joel Sunny

Después de mi intento de ir de compras arruinado, no me quedó otra que pedir unos zapatos por internet y, por si no fuese ridícula del todo, compré un conjunto monísimo y provocativo del mismo color que el vestido.

¿Era necesario? Completamente no, pero lo hice de todas formas.

Aiden me mandó un mensaje al día siguiente indicándome que un pequeño barco estaría esperándome a las ocho de la noche para ir dirección a Medina, lugar en el que se llevará a cabo el baile de máscaras. Y aquí estoy, frente al muelle, en el coche más lujoso de la familia y conducido por John.

El cristal que separa la parte trasera del vehículo de la delantera se baja al pulsar un botón.

-Te noto nerviosa. -Puntualiza John en cuanto ve como no paro de golpear el suelo con el tacón. -Puede que abras un agujero en el coche si sigues así, llevas dos armas de matar por zapatos.

-Muy gracioso, John. -Ruedo los ojos e inconscientemente me palpo la pistola que llevo pegada al muslo. -Voy a ver a una persona de la que no tengo ningún tipo de información, es normal que esté nerviosa. Sabes que no soporto no tener el control de las situaciones.

¿Sé disparar un arma? No.

¿Voy a llevar la pistola igualmente? Definitivamente sí.

-Confío en tus capacidades, conseguirás dominar cualquier situación que se te presente. -Alarga la mano y a medio camino alargo la mía también apara apretarle la mano. -Mi Katherine puede con todo.

-¿Mi Katherine? -Digo riendo.

-Te he visto crecer muchachita, eres como mi hija.

-Y tú como un padre.

Nos sonreímos antes de que agarre el bolso de fiesta negro con el grabado de la cabeza de Medusa, ¿He dicho ya que es mi marca favorita? Al salir el aire me revuelve un poco el pelo, haciendo que las ondulas del pelo se muevan sobre mi espalda desnuda.

Ahora que el look está completo, me siento aún más atractiva que cuando me probé el vestido. John sale del coche y me tiende una cajita de terciopelo negro de la que saco una máscara negra en cuyos bordes hay pequeños cristales que brillan y rompen un poco con el aspecto sombrío. Con su ayuda, anudo las cintas detrás de mi cabeza, quedando oculta la parte superior de mi cara.

-Tan preciosa como siempre. -Dice John mientras me escruta con la mirada. -Llámame si necesitas cualquier cosa.

Le doy un apretón cariñoso con la mano en el hombro y con pasos firmes sobre mis tacones, que como el ha dicho, parecen armas de matar, me encamino hacia el pequeño barco que me espera en el muelle. No tengo que ser muy lista para saber que es el único barco que está en él, y cuál es mi sorpresa cuándo en vez de encontrarme a cualquier trabajador, me encuentro con la figura de Aiden.

Me mira desde el barco, con las manos metidas en sus pantalones de traje negros. No puedo evitar darme cuenta de como la tela se ajusta a sus piernas perfectamente, la chaqueta del traje tiene unos cuantos botones abrochados, la camisa está lisa e impoluta y la pajarita negra corona el atuendo de caballero pecaminoso.

Sus ojos hacen un repaso exhaustivo de mi y eso no hace que me empequeñezca, al contrario, no quepo en mí de la satisfacción que me produce saber que está sin palabras. No soy tonta, soy consciente de mis atributos y no pretendo ocultarlos, los exploto siempre que puedo.

-Aquí está por fin mi pecadora.

Me tiende la mano y sujetándome de la cintura consigue alzarme en el aire y depositarme en cubierta, como si no pesara más que una pluma.

El Juego de la ArañaWhere stories live. Discover now