CAPÍTULO 12

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Runaway-Aurora

"El sonido de unos cristales romperse me saca del sueño, el corazón lo siento acelerado dentro de mi pecho y la idea de salirme del calor de las mantas no me atrae demasiado pero igualmente lo hago. Las plantas de mis pies se posan en el suelo frio y muevo los dedos de los pies reaccionando. Busco mis zapatillas, pero aún estoy demasiado dormida como para ver algo con claridad. La luz de la luna ilumina vagamente la habitación haciendo que vea el color rosa princesa de las paredes. En algún momento me quedé dormida y papá tuvo que cargarme hasta la cama o me gustaría pensar que fue el y no alguno de los empleados.

Deslizo los pies por el frio suelo hasta salir al pasillo de casa, no hay ninguna luz que me indique que haya alguien despierto. Me entra el miedo. Tal vez sea uno de esos hombres malos de los que me habla John a veces, ladrones creo que dijo que se llaman. Me debato entre volver a la cama o ir hasta el cuarto de mamá. No podré quedarme dormida aunque lo intente, tengo demasiado miedo.

Camino hasta el final del pasillo donde está la habitación de mamá, papa y mamá no duermen juntos desde hace meses, desde el accidente. Creo que tengo la culpa. El solo pensamiento hace que me entren las ganas de entrar en llanto pero mi madre me dijo que llorar es de niñas débiles y que ninguna mujer de esta familia es débil. Sacudo la cabeza para espantar las lágrimas y sigo caminando hasta quedar a la altura del pomo de la puerta. Pese a tener ocho años, sigo siendo muy bajita. Las niñas de la escuela ya son más altas que yo, John dice que tengo que comer más si quiero crecer.

Al entrar en la habitación, la oscuridad sigue envolviéndome y al fondo de la habitación, donde se encuentra el pequeño aseo, veo que se cuela luz por la rendija de la puerta. Tal vez se le haya caído algo a mamá y de ahí el ruido.

¿Mamá? -Digo, no demasiado fuerte para alentar a toda la casa pero si lo suficiente para que ella me escuche.

No hay respuesta. ¿Tal vez le ha pasado algo malo a mamá?

Con cuidado de no tropezar con nada en la habitación, voy hasta la puerta. Toco ligeramente con los nudillos.

¿Mamá? -Repito.

Nada.

Me aferro al pomo de la puerta y lo giro. La luz de cuarto de baño me golpea en los ojos, aún no acostumbrados a la luz. Mamá está de pie junto al lavabo, con los hombros encorvados hacia abajo. No sé que está mirando porque está de espaldas a mi.

—¿Mamá?

Por fin parece salir del trance y mirarme, sus ojos de un color similar al azul agua de mis ojos, parecen completamente negros. Su mirada me asusta, últimamente creo que está enfadada conmigo. Me mira con odio y ya apenas me habla, en esta casa solo John es amable conmigo. Retrocedo un par de pasos, dándome con el pomo de la puerta en el proceso.

Siento aún más miedo cuando veo el origen del ruido, a los pies de mamá hay muchos cristales, no sé si procedentes de un vaso o un espejo. Solo sé que hay sangre salpicada en ellos. Voy escrutando cada zona de mi madre buscando la procedencia de esa sangre hasta que la encuentro. De una de las muñecas de mamá corre la sangre escarlata en forma de río. Un grito escapa de mis labios.

En la otra mano sostiene un trozo de cristal que sujeta tan fuerte que también se hace sangre.

¡Mamá, te estás haciendo daño! -Grito corriendo hasta ella.

Sus ojos no revelan nada, no parece sentir dolor. La abrazo quedando mi rostro escondido en su cintura pero tampoco parece reaccionar ante el gesto. Levanto la mirada para mirarla de nuevo y escucho como el cristal cae al suelo, haciendo un ruido espantoso.

El Juego de la ArañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora